Crítica

LPA: Florencia Peña y un arrogante cocoliche que no sabe de provocación

La conductora y su equipo se estrellan en una fallida mixtura de humor, entrevistas y musicales. Con una notable falta de materia creativa, este recargado combo ostenta más tropiezos que aciertos.

Laureano Manson
Laureano Manson miércoles, 11 de mayo de 2022 · 16:05 hs
LPA: Florencia Peña y un arrogante cocoliche que no sabe de provocación
Florencia Peña en LPA

Este lunes se produjo el esperado desembarco de Florencia Peña en el prime time de canal América con su nuevo programa: La puta ama. Antes del debut, se habló bastante sobre unos supuestos cruces entre la actriz y las autoridades del canal a la hora de definir el formato del ciclo. A la luz del resultado, es evidente que las negociaciones no llegaron a buen puerto y LPA se presenta como un fallido cocoliche difícil de digerir.

Florencia Peña y su equipo parten de la torpe premisa de confundir provocación con arrogancia vacía, mientras a los ponchazos intentan dar con un producto salpicado de humor, entrevistas y musicales. El paso de la artista por el magazine Flor de Equipo (Telefe) le da la soltura necesaria para encarar el mano a mano con sus invitados ostentando una buena dosis de chispa y fluidez. En las dos primeras emisiones. Roberto Moldavsky y Mariana Genesio Peña se mostraron en complicidad con la anfitriona, configurando el segmento de esta propuesta con mayores posibilidades de prosperar.

Sin embargo, Florencia Peña no se conforma con la estructura que ya probó en el canal de las pelotas y quiere a toda costa desplegar sus habilidades como comediante. Aquí es donde su programa se estrella sin remedio, no porque ella carezca de oficio, sino porque la concepción del humor que trabaja junto a sus guionistas no termina de dar en ninguna tecla. Por momentos, los sketchs parecen salidos de ciclos añejos como Rompeportones, mientras que a veces la comicidad se desplaza a un lugar más absurdo, que intenta coquetear con el universo de Cha Cha Cha o Capusotto. En cualquiera de las direcciones, el asunto falla y las escenas están ahí como un parche de transición de lo que sucede en el estudio, cuando la conductora va de una sección a otra de su nave sin rumbo.

Más allá de las entrevistas, otro momento que sobrevive a este naufragio televisivo llega de la mano de la Señorita Bimbo y su hilarante análisis de algunos temas de la actualidad y el espectáculo. Allí asoma un humor más desenfadado y políticamente incorrecto, que supera ampliamente al de una Florencia Peña vociferando su limitada gama de palabrotas en modo autómata. 

Por otro costado, los musicales de LPA están entre lo más errático de este insólito combo.  Su inclusión puede estar inclinada a la parodia de bandas de cumbia villera, pero también a la interpretación de alguna conocida canción, aquí entonada en versión de fogón con resaca. Hay también una voluntad de Florencia Peña de satirizar el mundo glamoroso de Susana Giménez, incluyendo secretario estilo susanesco interpretado por un Dan Breitman que no logra desplegar su potencial en este experimento.

No sería nada raro que próximamente La puta ama reduzca su duración y el programa ofrezca la consabida mixtura de charla de panel y presencia de invitados, que tanto pulula a lo largo y a lo ancho de la grilla televisiva argentina. Por el momento, queda claro que para tener la pretensión de ofrecer algo distinto al promedio, hay que contar con una materia creativa que aquí no encuentra ni remotamente su estado de gracia.

Archivado en