¿Cantidad es igual que calidad? El éxito de algunas de las últimas series de Netflix vuelve a poner en primer plano una polémica tan compleja como llena de contradicciones. El hecho de que un contenido sea visto por millones de personas en todo el mundo no significa que el mismo sea de gran calidad.

A la inversa, podría afirmarse que una obra “de nicho”, es decir, vista por poca gente, no necesariamente implica una gran calidad artística.

Queda en evidencia que Netflix se destaca y construyó su fama gracias a la gran cantidad de suscriptores que tiene y al increíble éxito de buena parte de su catálogo.

De hecho, es la plataforma de streaming que más cantidad de suscriptores tiene en todo el mundo, y el éxito que tuvo a lo largo de todo el 2020 da prueba de esto. ¿Qué pasa con algunas de sus últimas series exitosas? ¿Vale la pena verlas?

¿Cómo conviven cantidad y calidad en Netflix?

Desde que se estrenó la miniserie francesa Lupin, el éxito de la misma se ha disparado de tal manera que se estima que sus visualizaciones ya superaron a las de otros sucesos de Netflix como La Casa de Papel, Bridgerton y Gambito de Dama.

Éste no es un dato menor si se tiene en cuenta que cada una de estas series cuenta con más de 60 millones de espectadores (65, 63 y 62, respectivamente).

En el caso de Lupin, nadie duda que vale la pena ver la serie. Si bien no implica una gran novedad en el género, cumple con todos los objetivos que se propone en tanto miniserie de suspenso y misterio.

Al mismo tiempo, genera una fuerte atracción en los espectadores. Tal es así que ya son muchos los que esperan con ansias el lanzamiento de la segunda parte de esta historia basada en las aventuras del mítico personaje creado por Maurice Leblanc.

Netflix: ¿cuáles son las críticas que se hacen a las series del momento?

Más allá de la calidad artística de cada contenido, lo que se destaca es otra variable que parece dar cuenta de los tiempos que corren. En definitiva, se trata de enormes éxitos pero que “explotan” durante un breve período de tiempo y que rápidamente son reemplazados por otros.

Esto da a lugar a una de las mayores críticas que se hacen a este tipo de contenidos. La tendencia que se observa en la actualidad haría que la balanza se incline más hacia el lado de la búsqueda de impacto y de éxito en términos comerciales que hacia un costado más enfocado en lo artístico en sí.

Uno de los mayores exponentes de este tipo de posturas es ni más ni menos que Martin Scorsese. En un ensayo publicado recientemente en Harper's, hace referencia a esta cuestión.

Entre cosas cosas, allí afirma que “si los algoritmos sugieren más visionados en función de lo que ya has visto, y las sugerencias se basan solo en el tema o el género, ¿qué efecto tiene eso en el arte del cine?”.

Además, agregó que “los algoritmos, por definición, se basan en cálculos que tratan al espectador como un consumidor y nada más”.