Opinión

Las Garganttini: seis mujeres en disputa conquistan la taquilla

Con una impronta de parodia a la burguesía mendocina de los años '50, esta adaptación de la comedia francesa "8 mujeres" se presenta cada viernes a sala llena. Una fórmula que da en el blanco del entretenimiento a puro motor de interpretaciones eficaces y un cuidado trabajo de ambientación.

viernes, 31 de mayo de 2019 · 22:46 hs

La cartelera teatral de producción mendocina tiene actualmente tres espectáculos con un importante caudal de convocatoria. En una etapa de repliegue y crisis como la que estamos atravesando, el hecho de que Las Garganttini y El Sagrado Testamento estén llenando la sala Tajamar, y que Chicos católicos, apostólicos y romanos tenga una notable performance de taquilla en el Teatro Selectro; es de por sí motivo de celebración. Las tres obras tienen un motor en común, son comedias destinadas al público general, con el saludable objetivo de mantener encendida la llama de un teatro con aspiraciones comerciales que genere un divertimento para el espectador, y la chance de que nuestros artistas cobren un cachet que alcance, o al menos se aproxime, al que verdaderamente merecen.

De los tres espectáculos mencionados, solamente uno de ellos cuenta con autoría local, El Sagrado Testamento es una comedia musical escrita y dirigida por Aníbal Villa, aunque inspirada en los personajes de la exitosa SorPresas, del norteamericano Dan Goggin, una puesta que en su versión local el año pasado también arrasó en la taquilla. En el caso de Chicos católicos, apostólicos y romanos, la obra que cuenta con dirección de Francisco Carrasco es una adaptación de un texto de Juan Paya que ha conquistado varias temporadas en la cartelera porteña. Mientras que Las Garganttini, propuesta que está colmando la capacidad de Tajamar desde hace algunos viernes, es una adaptación de 8 mujeres, una obra del francés Robert Thomas que en 2002 adquirió reconocimiento internacional con una versión cinematográfica a cargo de François Ozon, que incluía un seleccionado de ilustres divas como Catherine Deneuve, Fanny Ardant, Isabelle Huppert y Emanuelle Béart.

Ambientada en una señorial casona maipucina en los años '50, Las Garganttini toma los mismos personajes, planteos y resoluciones del texto francés, aunque condensando de ocho a seis personajes. Un patriarca de familia aparece aparentemente muerto, y seis mujeres vinculadas familiarmente con él se transforman en inmediatas sospechosas de homicidio.

La película de Ozon y el texto de Thomas que llegó hace unos años al Teatro Plaza en versión porteña, oscilaban entre la comedia musical, el suspenso y el melodrama; en cambio Las Garganttini juega sus cartas hacia el terreno de la comedia, con un hábil manejo del grotesco bajo la dirección de Jorgelina Flores. El elenco conformado por seis eficaces actores, con el apoyo musical en vivo del experimentado Ariel Sedevich, logra sostener la atención de la platea durante más de una hora con varios gags jugados desde la parodia de la "mendocinidad".

Exequiel sosa lesta, Mauricio fábrega y willy olarte en "Las Garganttini". Foto: Juan gauna

Si bien Mauricio Fábrega da en la tecla con una mayor diversidad de registros a la hora de encarar a la imprevista viuda, Exequiel Sosa Lesta y Diego Portabella resultan claves interpretando respectivamente a la joven hija que lleva adelante todo tipo de conjeturas y a la introvertida hermana de la viuda. Ambos aportan un equilibrio de contención en la dinámica con los restantes personajes que resultan más catárticos. Ernesto Latino Saa despliega glamour e histrionismo poniéndose en el rol de la libertina hermana de la víctima, una mujer que vive literalmente al borde del orgasmo, mientras que Willy Olarte se gana el inmediato afecto de la platea con su rústica empleada doméstica; y Rodrigo Calderón juega con gracia a la más añosa de la familia, una mujer que puede ser tan maliciosa como desorbitada.

Ernesto Latino Saa, Exequiel Sosa Lesta, Diego Portabella y Rodrigo Calderón en "Las Garganttini". Foto: Laureano Manson

Sin subirse a pretensiones ni subtextos innecesarios, el espectáculo fluye con encanto y un cuidado trabajo de ambientación en el que se lucen vestuario, maquillaje, peinados y diseño escenográfico. Cada protagonista brinda una impronta absolutamente funcional a este juego de seis mujeres en disputa, destacándose que más allá de que el tono general apueste a la sobreactuación, la propuesta incluye una esmerada búsqueda de feminidad por parte de los seis actores del elenco, para así lograr que sus criaturas tengan un plus que exceda al ejercicio del grotesco en su versión más elemental.