Javier Milei, obligado a decidir entre Karina Milei y Santiago Caputo en una semana crucial
Más allá de las observaciones y "consejos" de la intervención de EE.UU. en el Gobierno, es poco probable que algo cambie en el oficialismo. LLA quedó presa de un único recurso electoral. Esperar que el antikirchnerismo participe de las elecciones y lo salve.

El fin del Triángulo de Hierro, qué derivaciones tendrá a partir del 27 de diciembre, es el interrogante que nadie se atreve a anticipar.
XLa interna del Gobierno se muestra en el peor momento. Santiago Caputo lo dejó en claro al pedirle a un grupo de legisladores "dialoguistas" que escuchasen al consultor Barry Bennet. El norteamericano dijo que el asesor presidencial argentino era la única garantía de encarar un proceso de diálogo político.
"Y vos qué pensas", le preguntó un alto funcionario del oficialismo que estaría entre los que claramente podrían perder el empleo. "Que está decidido a ir por todos ustedes, sino no lo habría hecho viral en los medios", le dijo este cronista. "Lo que va a terminar pasando es que habrá un formateo del Gobierno, seguro. Pero será más que nada un gatopardismo. Se moverán algunas fichas, pero la tensión seguirá hasta el final del gobierno", se sinceró otro lobista del poder.
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La pelea entre Santiago Caputo y Karina Milei recrudeció la última semana previa a las elecciones legislativas de medio término. El Gobierno se desnudó y todo lo que venía escondiendo salió a los medios y a las calles. ¿Eso fue lo que produjo el cambio de expectativas o fueron estos temblores las que potenciaron las internas?
La realidad del Gobierno cambió abruptamente a partir de junio, luego de su triunfo en la Ciudad de Buenos Aires. Y aunque los especialistas económicos que defienden al Gobierno nacional manifiestan que todo "se pudrió" con la victoria por más de 13% de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires, la realidad es bastante diferente.
Desde julio, los datos del humor social marcaron un nítido nivel negativo. En el Conurbano bonaerense, solo un 35% de la población mostraba tener algún tipo de predisposición para seguir apoyando al Gobierno nacional en contra del 65% que se decía claramente opositor. Nadie analizaba estos números. Las redes sociales y las discusiones públicas en los ámbitos donde los consultores toman nota para luego llegar a sus conclusiones nunca percibieron que había un abismo entre lo que se observaba superficialmente con lo que sucedía en el terreno.
Lamentablemente para La Libertad Avanza, en los peores lugares donde pega el desempleo y empeora la calidad de vida son los sectores industriales y el comercio minorista del Gran Buenos Aires.
El oficialismo deberá ganar Córdoba y Santa Fe para decir que triunfó en las elecciones. La discusión sobre los porcentajes y sobre cómo deben sumarse los votos de cada fuerza nacional es simplemente un eufemismo. El oficialismo nacional es el único que se presenta en los 24 distritos. Fuerza Patria lo hace en 14 mientras que Provincias Unidas se presentará en 16, aunque claramente su caudal electoral será mucho menor a las de las dos mayoritarias.
El tema de las expectativas es fundamental para analizar siempre el resultado. Javier Milei tenía pensado pintar de violeta todo el país. Por eso buscó copar todo y, cuando lo hizo, quedó solo en el centro de la escena. Y al hacerlo, aparecieron todos los problemas que siempre se sabía que tenía un gobierno que nunca pudo llenar los casilleros indispensables para gestionar.
Ahora se encuentra con el dilema de tener que ir a abrazarse con aquellos que detesta. A los que insultó, trató de viejos meados o, directamente, fracasados. Era su tiempo, según dijo Manuel Adorni hace cinco meses. Mauricio Macri y todo lo que significaba Juntos por el Cambio era obsoleto. ¿Tiene que acordar con esos opositores fracasados? ¿Qué gobierno entregó el poder para sobrevivir? Eso no está en la lógica de ningún Poder Ejecutivo que se precie de tal.
El propio Macri, quien pretende que haya un acuerdo de gobernabilidad para poder sancionar las leyes que el Gobierno cree indispensables, había propuesto enviar a todo el kirchnerismo a Marte para que el país pudiera salir adelante. Antes había dicho que se arrepentía por no haber ido más rápido en las transformaciones que pretendió realizar cuando era presidente de la Nación.
En esos tiempos ni él, ni Marcos Peña, proponían consensos. Ni siquiera los aliados radicales y Elisa Carrió estuvieron anoticiados cuando, de golpe, el gobierno de Cambiemos tuvo que ir a pedirle el auxilio al FMI al tiempo que nunca supo cómo administrar los deseos del peronismo dialoguista de aquel entonces para ser parte de la transformación que él proponía.
Entramos en la utopía de que un gobierno desquiciado, atravesado por fortísimas internas y negocios atravesados, que pegan en el círculo más cerrado del poder, ahora sea dialoguista, amplio, generoso y negociador. Lamentablemente, como decía Tusam, "puede fallar".