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Por qué los amigos son tan importantes: esto dice la ciencia sobre la amistad

Tener buenos amigos no solo es motivo de alegría, diversos estudios demuestran que los vínculos de amistad tienen efectos profundos en la salud mental, emocional y hasta física.

Tener amigos de confianza permite descargar emociones, compartir experiencias y construir una red de contención.

Tener amigos de confianza permite descargar emociones, compartir experiencias y construir una red de contención.

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La amistad es uno de los vínculos más antiguos e intensos de la humanidad. Desde la filosofía hasta la neurociencia, el rol de los amigos ha sido estudiado, debatido y valorado a lo largo de la historia. Hoy, con el respaldo de la ciencia, sabemos que tener amigos no solo mejora el estado de ánimo: también puede alargar la vida.

Según un estudio de la Universidad de Harvard que siguió a cientos de personas durante más de 75 años, las relaciones significativas son el factor más determinante para una vida feliz y saludable. Quienes mantenían amistades sólidas reportaban menor ansiedad, mayor resiliencia emocional y mejor calidad de vida.

Tener amigos de confianza permite descargar emociones, compartir experiencias y construir una red de contención frente a la incertidumbre o el dolor. En contextos de crisis –como durante la pandemia– los vínculos de amistad funcionaron como colchones afectivos para sostenernos.

Amistad y salud física

Lo que quizás resulta menos obvio es que los efectos positivos de la amistad también se reflejan en el cuerpo. Las personas con redes sociales activas tienen menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, menos inflamación sistémica y mejor funcionamiento inmunológico.

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 Las relaciones significativas son el factor más determinante para una vida feliz y saludable.

Las relaciones significativas son el factor más determinante para una vida feliz y saludable.

La soledad, en cambio, se considera un factor de riesgo comparable al tabaquismo o la obesidad. La OMS ha advertido que la desconexión social puede aumentar el riesgo de muerte prematura. Es decir, la amistad salva vidas en sentido literal.

El cerebro también se beneficia

Desde la neurobiología se sabe que las interacciones sociales placenteras estimulan la liberación de oxitocina, dopamina y serotonina, tres sustancias que modulan el bienestar, reducen el estrés y mejoran la plasticidad cerebral.

Un estudio del MIT incluso demostró que el cerebro tiene una “firma neuronal” especial para las relaciones cercanas, y que reconoce con mayor precisión las emociones de amigos que de desconocidos.

No se trata de tener muchos contactos en redes sociales, sino de construir vínculos reales, con confianza, presencia y escucha mutua. La amistad genuina se construye con tiempo y compromiso.