Fernando Polack y el proyecto Alamesa: inclusión laboral desde la neurodiversidad
El médico pediatra infectólogo visitó Mendoza en el marco del Foro Valos y presentó la experiencia de un restaurante que emplea a personas en el espectro autista, concebido desde un paradigma innovador de integración.

Fernando Polack ofreció una charla en el marco del Foro Valos.
Rodrigo D'Angelo / MDZFernando Polack, reconocido médico pediatra infectólogo y mentor de Alamesa, un emprendimiento gastronómico que plantea una nueva forma de entender la inclusión laboral de personas neurodivergentes, estuvo la semana pasada en Mendoza. En el marco del Foro Valos, Polack dialogó con MDZ Estilo sobre esta iniciativa que nació de una inquietud personal y hoy se ha convertido en un modelo inspirador para replicar en distintas ciudades.
Alamesa funciona en el barrio porteño de Las Cañitas y fue creado junto al chef Takehiro Ohno, el empresario gastronómico Martín Akamine y Sebastián Wainstein, actual director ejecutivo del proyecto. Más que un restaurante, es un espacio en el que las reglas, la comunicación y la dinámica laboral están diseñadas a partir de la mirada de sus verdaderos protagonistas: personas neurodivergentes, entre ellas Julia, la hija de Polack, diagnosticada con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
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Neurodiversidad: otro modo de comprender el mundo
En su conversación con este medio, Polack explicó que el término “neurodivergente” alude a quienes procesan la información y perciben la realidad de manera distinta a la mayoría. “Frente al mismo sonido que muchos escuchan como música, otros pueden oírlo como un trueno. Ante un aroma agradable, pueden sentirlo como algo abrumador. Y para recorrer una cuadra en línea recta, tal vez necesiten dar una vuelta. El problema es que nunca hemos pavimentado esa vuelta; después concluimos erróneamente que no pueden hacerlo, cuando el déficit está en no haber creado el camino”, describió.
Esa perspectiva, que reconoce la diversidad neurológica como una diferencia y no como un déficit, es la base sobre la que se construyó Alamesa. “Estos proyectos no nacen de la nada ni como pasatiempos. Están profundamente ligados a una historia personal, a una decisión de vida. En mi caso, Alamesa es parte de mi casa, de mi familia extendida”, afirmó.
Alamesa, trabajo como pertenencia y dignidad
Para Polack, la inclusión real requiere comprender al incluido desde su propio lenguaje y no únicamente desde la mirada de quien integra. En Alamesa, las tareas de producción, despacho y atención al cliente son realizadas por personas neurodivergentes, que cuentan con un contrato laboral y un salario que les permite generar sus propios ingresos.
“Las estructuras sociales que nos permiten conocer gente, estudiar, trabajar o practicar deportes fueron diseñadas para quienes no enfrentan los desafíos de la neurodiversidad. Cuando los chicos con discapacidad llegan a la adultez, se enfrentan a un precipicio: desaparece la contención simbólica del colegio y deben resolver la vida solos. En Alamesa buscamos construir ese puente, darles un espacio donde puedan trabajar, compartir y proyectar”, señaló.
Un modelo que busca multiplicarse
Aunque Alamesa no funciona como una franquicia tradicional, Polack y su equipo asesoran a quienes deseen crear proyectos con la misma filosofía. “Puede haber un hermano espiritual de Alamesa en Mendoza, Córdoba o Rosario, pero para eso se necesita el mismo compromiso. No es ir a controlar una sucursal de vez en cuando: es tu casa, y uno no tiene dos casas”, advirtió.
Actualmente, hay avances para replicar el concepto en Rosario, y el equipo espera que otros emprendedores se sumen con convicción. “Podemos compartir las estrategias que nos llevó años elaborar para llegar a un proyecto exitoso”, agregó.
De la ciencia a la inclusión
Con una destacada trayectoria científica, especialmente durante la pandemia de COVID-19, Polack reconoce que esa etapa quedó atrás. “En la ciencia viví una época extraordinaria, con el desafío y la responsabilidad de salvar millones de vidas. Pero Alamesa es distinto: es un proyecto feliz, expansivo, creativo. A veces recibo mensajes de los chicos a la noche para desearme buenas noches. En mis proyectos científicos, eso no pasaba”, reflexionó.
Su rol actual, asegura, está centrado en consolidar y expandir este modelo que redefine la inclusión, colocando la dignidad del trabajo en el centro. “Queremos que cada persona neurodivergente tenga la oportunidad de vivir la vida que uno sueña para todos sus hijos: con autonomía, amigos y un lugar donde se sientan plenos”, concluyó.