Presenta:

Del mostrador al alma del barrio: el Día del Almacenero en Argentina

Cada 16 de septiembre Argentina rinde homenaje al almacenero, figura central en la vida de los barrios. Aunque los negocios cambiaron, el espíritu de cercanía permanece.

Cada 16 de septiembre se celebra el Día del Almacenero en Argentina.

Cada 16 de septiembre se celebra el Día del Almacenero en Argentina.

Canva

En Argentina, cada 16 de septiembre se celebra el Día del Almacenero, una fecha que reconoce a quienes sostienen uno de los oficios más tradicionales de la vida cotidiana: el de atender el almacén del barrio. No se trata solo de un comercio de cercanía, sino de un espacio cargado de historia, vínculos humanos y confianza.

Aunque el origen exacto de esta conmemoración no está del todo claro, diversas asociaciones del rubro consensuaron en establecerla en esta fecha, que antiguamente solía celebrarse el tercer jueves de septiembre. Lo cierto es que, desde hace décadas, el almacén barrial ocupa un lugar especial en la memoria colectiva de los argentinos.

almacén

El almacén de antes

Durante gran parte del siglo XX, el almacén fue el centro de abastecimiento de cada cuadra. Allí se vendían productos sueltos —yerba, azúcar, fideos, aceite— que se pesaban en balanzas mecánicas y se envolvían en papel madera. El mostrador largo, los estantes de madera y la libreta de fiado eran parte del paisaje habitual.

Más que un comercio, era un servicio comunitario: muchos almaceneros permitían a los clientes llevar lo necesario y pagar a fin de mes, e incluso se convertían en repartidores o mensajeros informales. La atención personalizada era la norma, y el vínculo entre cliente y comerciante se construía sobre la base de la confianza mutua.

La transformación con el tiempo

Con la expansión de supermercados y autoservicios, los almacenes debieron adaptarse. La competencia en precios, variedad de productos y promociones exigió modernización. Hoy, muchos incorporaron tarjetas, pagos con QR, exhibidores refrigerados y hasta redes sociales para estar cerca de sus clientes.

El surtido también se amplió: conviven productos industriales envasados con mercadería fresca, bebidas frías, congelados y artículos de uso cotidiano. Algunos sumaron servicios como recargas virtuales o entrega a domicilio, lo que les permitió mantenerse vigentes frente a los grandes jugadores del mercado.

Comercio Comercios inflacion precio precios bajo consumo fiambreria fiambre jamon queso (4).JPG

El espíritu que no cambia

Sin embargo, más allá de las transformaciones, el almacén conserva su esencia: es un lugar de encuentro. Allí se intercambian noticias del barrio, se recomienda una receta o se conversa sobre los problemas cotidianos. El almacenero suele conocer a sus clientes por nombre, sabe sus preferencias y hasta guarda algún producto especial para quien lo necesita.

Ese trato humano es lo que diferencia al pequeño comercio del gran supermercado. Aún hoy, en muchos barrios, el almacén funciona como punto de reunión, como referencia y hasta como refugio de la vida comunitaria.