Canela y orquídeas: el truco casero que mejora raíces y floración
Cada vez más aficionados suman canela molida al cuidado de sus orquídeas para sellar cortes, frenar hongos y estimular plantas fuertes.

Las orquídeas se caracterizan por la complejidad de sus hojas.
En balcones y ventanas se repite la escena: orquídeas recién podadas y, al lado, un frasquito de canela. No es una moda vacía. El polvo aromático funciona como barrera frente a patógenos y ayuda a que la planta se recupere mejor tras la tijera. La clave está en entender qué hace y qué no hace.
No es fertilizante. No reemplaza un manejo correcto de riego, luz y ventilación. Pero sí suma como recurso casero para mantener el tejido sano y las raíces libres de ataques. Usada con criterio, reduce problemas y, de rebote, favorece que la orquídea tenga energía para florecer con más fuerza.
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La canela contiene compuestos con acción antifúngica. Por eso, cuando toca un tejido expuesto, desanima el avance de hongos oportunistas. Además, seca suavemente la superficie del corte y actúa como “tapa” natural. Menos infección equivale a una recuperación más rápida. Si las raíces y el pseudobulbo (o el tallo en las Phalaenopsis) se mantienen sanos, la planta gasta menos en defensa y más en crecer y formar varas florales.
Esto explica por qué muchos cultivadores reportan floraciones mejores tras un manejo sanitario prolijo. Importa el contexto: buena luz filtrada, sustrato aireado y riegos espaciados. La canela es un apoyo dentro de ese sistema, no una solución mágica.
Cómo aplicarla sin pasarse
Después de una poda o división, espolvoreá una pizca sobre el borde del corte. Solo una fina película. Sacudí el excedente. En el sustrato, usá una nube muy ligera alrededor de la base, nunca enterrada en contacto permanente con raíces húmedas. Otra opción es preparar una “infusión”: mezclá media cucharadita en un vaso de agua, dejá reposar, colá y aplicá el líquido claro en la superficie del sustrato cada varias semanas, alternando con riegos comunes.
También podés armar una pasta para sellar cortes grandes combinando canela con un aglutinante suave (como un pegamento a base de caseína o látex para plantas). Siempre probá primero en una zona pequeña y observá.
No cubras raíces activas con montones de polvo. Evitá usarla como “cura todo” ante infecciones avanzadas: en esos casos, conviene consultar a un vivero especializado o a un profesional para evaluar un tratamiento específico. No la combines con riegos muy seguidos ni con sustratos compactados, porque la humedad constante favorece los mismos hongos que querés evitar. Importa la moderación. Menos es más. Y, ante cualquier reacción extraña, suspendé el uso y volvé a rutinas básicas: aire, luz adecuada y riego por necesidad, no por calendario.
¿De verdad mejora la floración de las orquídeas?
La canela no “fuerza” capullos. Ayuda a que el conjunto funcione mejor. Sumá hábitos que marcan la diferencia: luz brillante, sin sol directo, oscilación de temperatura entre día y noche, descanso entre riegos para que el sustrato se airee y fertilización equilibrada en temporada de crecimiento. Con ese combo, la vara floral aparece cuando toca. Y las flores duran más porque la planta no está a la defensiva.
Para quienes empiezan, un recordatorio útil: observá. Cada orquídea “habla” con sus hojas y raíces. Si el color se apaga, si el sustrato huele a moho o si la maceta pesa de más, tocó revisar hábitos antes que espolvorear. La canela es una ayuda accesible, barata y efectiva en pequeñas dosis. Bien usada, sella cortes, complica la vida a los hongos y acompaña un manejo ordenado. Lo esencial no cambia: ventilación, luz correcta, riegos oportunos y sustrato que drene. Con eso y un toque de canela cuando corresponde, la planta agradece. Y cuando llegue la temporada, la floración será la mejor respuesta.