Presenta:

Jardín: cómo hacer que tus orquídeas vuelvan a la vida con un simple truco casero

Con algo de paciencia y materiales simples, podés hacer que las orquídeas marchitas vuelvan a florecer de una manera completamente natural.

Este truco casero dejará a las orquídeas fuertes y sanas.

Este truco casero dejará a las orquídeas fuertes y sanas.

Cuando las orquídeas terminan su floración, muchos las dejan en un rincón sin darle más importancia. Pero lo que parece el final, puede ser en realidad el comienzo de algo nuevo. Con unos cuantos cuidados y cosas que seguro tenés en tu casa, es posible hacer que ese tallo seco dé lugar a otra planta. Sí, otra orquídea.

No hace falta tener conocimientos técnicos ni gastar dinero en productos complicados. Solo seguir algunos pasos y tener un poco de constancia. Esta técnica casera es perfecta para quienes disfrutan de ver crecer las cosas desde cero.

Mira cómo se realiza este truco casero para multiplicar orquídeas

Multiplicar orquídeas

Truco casero para multiplicar las orquídeas

Lo primero que hay que hacer es esperar a que las flores se caigan. Una vez que el tallo queda solo, se puede empezar. Con una tijera bien limpia (puede estar pasada por alcohol), cortá la espiga floral. No lo hagas al azar. Dividí el tallo en varios trozos, asegurándote de que cada uno tenga un pequeño botón o nudo. Es desde ese punto que puede nacer una nueva planta.

No hace falta que los cortes sean muy grandes, pero sí es clave que cada uno tenga ese brote. En un recipiente chico, poné partes iguales de cerveza y agua. Meté los esquejes (así se llama a cada trozo de tallo) durante unos cinco minutos. Ni más ni menos. Después, sacalos y dejalos sobre un papel limpio para que se escurran un poco. Ya están listos para la siguiente parte.

El primer paso: cortar con intención

Acá necesitás papel de cocina húmedo, musgo (podés conseguirlo en viveros o usar fibra de coco) y un poco de paciencia. Extendé el papel, poné encima el musgo y sobre eso, acomodá los trozos de tallo. Dejalos separados, sin que se toquen demasiado.

Después, enrollá todo con cuidado, como si estuvieras armando un cilindro. Ese rollo lo ponés en un vaso o frasco con un poquito de agua, que no llegue a cubrirlo por completo: con que moje un tercio, alcanza. Tapalo con una bolsa o plástico transparente, haciéndole unos agujeritos para que respire.

Y ahora sí: a esperar. Con suerte y buen cuidado, en unos 50 días vas a empezar a ver raíces blancas salir de los brotes. Es un momento mágico.

Darles un nuevo hogar

Cuando las raíces ya se ven, es momento de pasar cada esqueje a una maceta individual. Usá un sustrato aireado, como corteza para orquídeas o pedacitos de carbón vegetal. El riego tiene que ser suave, lo mejor es usar un rociador al principio. Y recordá: nada de sol directo.

Con el tiempo, vas a ver cómo esas pequeñas secciones del tallo se transforman en plantas nuevas. Y todo empezó con una orquídea que parecía que ya no tenía más para dar.

Este método no solo es práctico. También tiene algo de terapia. Cuidar un tallo seco hasta verlo renacer te conecta con los ritmos de la naturaleza, te enseña a esperar y a valorar los pequeños avances. Y lo mejor de todo: cada orquídea nueva es una prueba de que, con un poco de dedicación, todo puede volver a florecer en el jardín.