Matías Morcos: "La industria del vino se tiene que reinventar si quiere seguir vigente"
Así lo afirma este joven enólogo que viene trabajando desde años en productos revolucionarios y que ve que la industria del vino tiene que tomar un camino diferente si quiere mantenerse.
Matías Marcos, es uno de esos jóvenes enólogos con gran cabeza y que no para de moverse. Es un representante de la nueva camada de enólogos de la Argentina y también un fiel representante del Bonarda, justo cuando estamos transitando su semana en la Argentina.
Es oriundo del Este de la provincia de Mendoza y parte de una familia que produce vinos de hace mucho tiempo. Pero como muchos colegas de su camada, se desvelan día a día en cómo mantener una de las zonas productivas más importantes del cono sur.
Matías Morcos Criolla 2022 fue elegido entre los Wines of the Year 2023 que selecciona Revista Decanter cada año. Nominado por la periodista inglesa Amanda Barnes, el vino alcanzó un alto puntaje y fue seleccionado entre las etiquetas destacadas que cada año selecciona la prestigiosa publicación británica Decanter. Por primera vez una Criolla apareció como Vino del Año en la prestigiosa publicación de vinos británica.
A continuación podés ver la nota completa junto a Matías Morcos:
Y en los siguientes párrafos podes leer un extracto de todo lo que habló en la charla:
Estamos en la Semana del Bonarda, sos un referente y venís hace rato con eso...
La verdad venimos hace mucho trabajando con la Bonarda. Soy de la zona Este, y la Bonarda siempre existió, está plantada, está en Argentina, está en Mendoza, está en el Este, pero no se comunicaba. Es la segunda uva tinta más plantada de Mendoza, es decir, que nos acompaña desde hace muchos años. Lo que no veíamos eran etiquetas de Bonarda en góndola y es una variedad que, sobre todo en zonas cálidas como nuestro este, da mucho potencial enológico. Cuando esto empezó, creo que habían ocho etiquetas en todo el mercado, y hoy estamos en cerca de 80. Creo que el desafío hoy es no solo comunicarlo internamente, sino empezar a difundir el mensaje para el exterior.
Mendoza en el Cono Sur, es la zona más importante del vino de la región. Y si enfocamos la lupa vemos que la zona Este es la zona más productiva de ese lugar. ¿Qué paso que no se ha comunicado bien? ¿Cuál es tu visión?
Está bueno lo que decís. En Mendoza sucede prácticamente el 80% de la vitivinicultura argentina y creo que hay dos regiones muy claras. Una es sobre la calidad y sobre la zonificación que está sucediendo en el Valle de Uco. Pero por otro lado tenemos el volumen del vino, que es la zona Este. Siento que estamos en una mini revolución del Este, donde vamos a comunicar el lugar. Hace 20 o 25 años venimos con un modelo de Argentina hacia el mundo, donde teníamos que hacer Malbec y apuntamos todos hacia eso y nos quedamos probablemente afuera en otros terruños como en el Este, porque no alcanzamos ese "potencial" cualitativo que nos habían dicho de Argentina, o de Mendoza, que tenía que ser para ser un buen vino. No hacíamos vinos de mala calidad, hacíamos vinos distintos porque es un terruño distinto. Esto en el mundo se ve. Cada zona del mundo tiene su vino, su uva y su estilo. Entonces el gran dilema es entender por calidad lo mismo. Entonces bajo esa lógica, hoy en el Este calidad es hacer un Bonarda o una Criolla, que sea fresco, que tenga baja graduación alcohólica, que sea bebible. Que sea un vino de refresco, de volver a encontrar a las 5 de la tarde a los pibes tomando un vino en un parque, en un vaso. Y al mismo tiempo, sobre la calidad del Este tenemos este potencial, de ese vaso de criolla rico en la tarde, poder sentarnos con la prensa internacional y aplaudirlo porque está buenísimo. Tenemos vinos que pueden volver a ser la alegría y la simpleza de todos los días sin perder calidad, potencial, complejidad, texturas.
Ahí tocaste un punto sensible y ahí aparece un potencial para la zona Este enorme, porque hay una discusión en la Argentina y en el mundo sobre el tema de la graduación alcohólica. ¿Puede ser una opción?
Es interesante esto de romper el paradigma de calidad, que no solo hay un estilo de vinos de calidad y entender que calidad es lo que percibe el consumidor cuando compró y tomó la botella. En el Este tuvimos un vino delicioso, piletero, con texturas, con capas, con puntos en alguna revista, con diez grados de alcohol. El potencial está. Las zonas cálidas no tenemos las virtudes de las zonas frías y altas, pero sí tenemos otras ventajas, como estos términos simples y ricos. No sé si por ahí como industria caemos en una simpleza excesiva en pensar que nuestro problema es solamente el alcohol. Creo que es clave trabajarlo y disminuirlo por temas saludables, pero no necesariamente bajando el alcohol vamos a volver a vender mucho vino. Nos merecemos un análisis mucho más grande de qué vamos a hacer, hacia dónde vamos. Tenemos futuro. El turismo en la Argentina sucede y es fabuloso. Y como enólogo me encanta. Nosotros tenemos el gran problema de que representamos a la mesa, a lo simple, al vino de todos los días, que es el que esta sufriendo y ese es el que tenemos que reinventar si queremos seguir trabajando de esto los próximos 100 años o 200 años.
¿Y entonces por dónde dónde ves hoy el mayor inconveniente de la industria en general?
Eso es lo que no nos deja dormir por las noches. Yo siento que la crisis que tenemos quizá en el mercado interno no es nuestra, es una crisis mundial del vino y el consumo. Y los consumidores. Quizá hay países que son nuevos tomadores de vino donde estamos creciendo. Pero tenemos una crisis en los países bebedores clásicos con el vino puntualmente. ¿Cuál es el problema? No lo sé. Creo que tenemos que reinventar la propuesta de valor y siento que todavía vamos a tener más problemas. Siento que es una industria hermosa, con muchos comportamientos tradicionales y del pasado quizás. Y el mundo se mueve a una velocidad mucho más rápida que nuestra industria y está en nosotros realmente subirnos al mundo nuevo y entender qué pasa o quedarnos abajo. Hay que volver a la experiencia, a la emocionalidad y no solo quedamos en una bebida. Creo que la velocidad del mundo moderno te obliga a acelerar y a reinventarte y a divertirte. Siento que el vino todavía hay espacio para que esto suceda.
Hay un mundo allá afuera ¿no? Fuera del círculo rojo del vino. Digo la gente que busca vinos en el supermercado, en el día a día para el asado...
Esas barreras se rompen con realidades. Los videoclubes Blockbuster se destruyen en 30 segundos con la modernidad, con las nuevas formas de llegar a los usuarios. Hay que estar ofreciéndole a la gente lo que quiere tomar y beber de la forma que lo quiere tomar, que es la mejor forma al final del día. Aumentar la torta es lo importante. No es correr a alguien, sino cómo hacemos para aumentar el consumo per cápita anual en Argentina y en el mundo. El mundo moderno no te espera, te lleva puesto y hay que estar adentro o afuera. No hay muchas opciones.