La historia detrás del sándwich y tres recetas para celebrarlo
Del pollo frito con mostaza y curry, al sándwich triple de miga, estos son los imperdibles para festejar a lo grande.
Cada 3 de noviembre, el mundo rinde homenaje a uno de los inventos gastronómicos más simples y amados: el sándwich. La historia cuenta que fue John Montagu, el IV Conde de Sandwich, quien, apasionado por los juegos de cartas y por no ensuciar sus naipes, decidió envolver carne entre dos rebanadas de pan. Sin saberlo, inventó un clásico que hoy cuenta con infinitas variantes y adaptaciones.
Para celebrar este día tan especial, te compartimos tres recetas irresistibles de sándwiches, ¡para disfrutar en cualquier momento!
1. Sándwich de pollo frito con mostaza y curry
Para quienes buscan un sabor intenso y crujiente, este sándwich lleva el clásico pollo frito a otro nivel. Para prepararlo, se marinan supremas de pollo en una mezcla de especias y luego se pasan por un rebozado especial con harina, maicena y cerveza. Tras freírlas hasta dorarse, se sirven sobre pan de papa tostado con una base de lechuga, huevo a la plancha y una generosa capa de mostaza con miel y curry. Para terminar, unas gotas de lima sobre el pollo frito y ¡listo!, riquísimo.
2. Sándwich triple de miga con jamón crudo, queso y tomate
Este es el clásico porteño que nunca falla. Con pan de miga suave y recién cortado, el sándwich se arma en capas: primero, se unta el pan con manteca, y luego se coloca jamón crudo, queso Danbo y finas rodajas de tomate. Para mantener la frescura del pan, el tomate se agrega al final de la preparación. El resultado es un sándwich de miga liviano, rico y perfecto para acompañar un buen café o mate.
3. Sándwich de jamón y queso rebozado
Este sándwich clásico de jamón y queso se transforma en un bocado extra crujiente. Se corta en dos mitades, se reboza en huevo y pan rallado y se fríe hasta dorarse. La clave está en servirlo tibio, para que el queso esté ligeramente fundido, llevando a que sea una experiencia que va más allá del clásico tostado.
¿Quién habría imaginado que una simple decisión del Conde de Sandwich cambiaría el mundo culinario?