En qué consiste la regla de los 3 segundos para ordenar
En la nota, los pormenores de una técnica que ayuda a resolver rápido los problemas y también el desorden mental.
El objetivo es tomar una decisión rápida: en lugar de darle cabida al "tal vez" o al "quizás" (por ejemplo, de qué cosas deshacerse o conservar) en lugar de dejar que las opciones y hasta dudas se vayan acumulando en la mente, la regla de los 3 segundos obliga a resolver esa dudas en escaso tiempo. ¿Se puede hacer eso? ¿Cómo?
Si bien tres segundos pueden no parecer tiempo suficiente, el objetivo del método es seguir el instinto y evitar pensar demasiado. Esto no sólo agiliza la puesta en marcha del orden, sino que también la regla de los tres segundo logra evitar la fatiga y que uno no se sienta abrumado.
Algunos ejemplos
Una aclaración: no es para personas que necesitan procesar con tiempo las cosas para así evitar decepciones. Por lo que se entiende que tampoco es para resolver cosas esenciales de la vida. En cambio sí para las innumerables cosas a resolver y decisiones a tomar en el día a día. Algunos casos:
1. Tras almorzar uno decide tomarse el tiempo para leer los mensajes del celular, sin embargo en el lavador de la cocina están las cosas sucias: platos, vasos, fuentes, cacerolas, sartén, tablas, colador, jarras vacías y escurridor. Aquí la regla de los 3 segundos consiste en no darle permiso al "lo hago después" o al "que lo haga otro" e inmediatamente proceder a lavar todo. Y la realidad es que esto no va a llevar más de dos minutos. Se hace y listo. Y no se le dio permiso al "pensar demasiado" que dicho sea de paso, podría haberse llevado una porción importante del tiempo que sí se le destinó al proceder a dejar en orden la cocina. Así se resolvió el problema de lavar los platos y además se ahorró tiempo..
2. El mismo ejemplo también aplicable cuando después del almuerzo o cena, uno posterga el lavado de los dientes. Lo mismo, en otros momentos del día, como lo es el limpiar el automóvil. En lugar de "procesar" la decisión, directamente se hizo de manera firme y efectiva.
El día está lleno de pequeñas decisiones, muchas de rutina, como el aseo y el hacer la cama, pero también de muchos motivos para distraerse, como el mirar el celular y esa suerte de "obligación" de escribir algo en el WhatsApp, aunque sea un emoticón, para quedar afuera de una conversación. Hacerlo sin medir el tiempo es una ocasión para también postergar otras obligaciones porque al fin y al cabo el día está lleno de pequeñas decisiones. Y por eso el enorme sentido que tiene esta regla de los tres segundos.
Regla de los tres segundos: mucho más que para ordenar
Si bien es cierto que se han difundido diversas reglas de los tres segundos (para conducir vehículos e inclusive para encontrar parejas), el emprendedor Juan Merodio, conocido en el ámbito de la transformación digital de las empresas y top influencer de Linkedin, escribió un libro sobre la regla de los 3 segundos y de cómo aprender a implementarlo en un plan de 30 días. Lo hizo durante la pandemia del Covid 19 y consiste en un plan de transformación personal -a través de la práctica continua de la regla de los tres segundos- para concretar metas como el comprometerse a realizar proyectos que se lleven a cabo con su principal motor que es la pasión; también - como meta- el comprometerse a conocer la verdadera situación de uno: (expresado en primera persona) saber quién soy y en quién me quiero convertir.
También el comprometerse a hacer una vida sana, es decir cuidar la alimentación y hacer ejercicio físico; el comprometerse a , mantener controlado el estrés, también el comprometerse a realizar una buena vida social y además planificar bien el tiempo para concretar las metas propuestas.
Otras metas a concretar mediante la regla de los 3 segundos es el comprometerse a descubrir o conocer el punto de unión de lo que sabemos hacer bien y lo que amamos hacer, el compromiso de no dejar que el temor o la falsa humildad nos impidan llegar adonde queremos y adoptar la actitud positiva como la llave del éxito, por lo tanto huir del pesimismo. Y no tener miedo porque el temor es un freno en el camino.
Además contar con un guía, mentor o director espiritual, estar dispuestos a luchar contra la adversidad y ganarle la batalla, comprometerse a siempre tener un propósito porque sin eso el resultado será transitar en lo incierto, actuar desinteresadamente con los demás, tener en claro los propios objetivos y saber que no se puede satisfacer a todos a costar de renunciar a uno mismo; tener presente el espíritu de un niño cuanto a la inocencia, la ingenuidad o la curiosidad, escuchar activamente a los interlocutores y aprovechar los recursos digitales sin caer en la trampa de ser adictos a las pantallas./ Mario Simonovich / Más información: homesandgardens.com, marca.com y directivosyempresas.com/