Tres playas escondidas y sin multitudes, ideales para vacaciones en la Costa Atlántica

Las ganas de relajarse y tomarse unas merecidas vacaciones van en aumento, ya falta muy poco para que comience el verano y la Costa Atlántica siempre es una opción. Como todas las temporadas, las estrellas serán las playas, en especial aquellas alejadas de las ciudades, con pocos habitantes y casi desconocidas para los turistas.

La extensa Costa Atlántica ofrece un sinfín de opciones para disfrutar de la arena y el mar. Los veraneantes encontrarán desde playas populares 

Playa Magagna se ubica en la Patagonia argentina, en la provincia de Chubut, a 13 kilómetros de la localidad de Rawson. Está conformada por un grupo de playas vecinas de distintas características: Bonita, El Faro, Cangrejales Norte y Cangrejales Sur, donde el turista puede disfrutar del sol y la arena, las disciplinas náuticas y la serenidad absoluta.

Además, en estas playas todos los veranos se ofrecen campeonatos deportivos, diversión nocturna y numerosas fiestas tradicionales.

Otra de las playas que hay que visitar, si de lugares tranquilos se habla, es San Cayetano.  Este balneario se ubica al sur de Necochea, a 75 kilómetros de la ciudad de San Cayetano. La costa en este sector se caracteriza por sus médanos y su frondosa vegetación.

Cuenta con servicios hoteleros, casas de playa y cabañas, con todas las comodidades. Además, tiene una amplia variedad de opciones de campings con precios accesibles para unas vacaciones relajadas y tranquilas.

Por último, una playa que debe estar en la lista de los imperdibles para quienes disfrutan del mar y de la naturaleza es la que se encuentra en Los Ángeles, un pueblito ubicado 30 kilómetros al sur de Necochea. Hasta aquí se accede por camino de tierra, este es un verdadero templo natural donde reina el silencio, hay muy poca señal de celular y, por las noches, abundan las estrellas. 

Para los que prefieren hacer caminatas, además de relajarse al sol, existe un trekking que lleva hasta "La Cueva del Tigre", un refugio natural que la fuerza del mar erosionó y fue usado como escondite por el "Tigre del Quequén", un legendario bandido rural del que se conocen decenas de historias.