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Una reforma laboral para desarrollar la "industria del agua": cómo lograr un país innovador y exportador

Para ganar el potencial hídrico, hace falta una reforma laboral moderna que impulse la industria del agua, fomente la innovación y cree empleos calificados.

El agua puede ser una de las industrias más atractivas del país para los próximos 30 años.

El agua puede ser una de las industrias más atractivas del país para los próximos 30 años.

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Como representante de empresas pyme del sector del agua, veo con interés —y también con responsabilidad— el debate sobre la reforma laboral que impulsa el Gobierno nacional. Pero creo que la discusión pública está atrapada en un falso dilema: no se trata de reformar por reformar, ni de defender un statu quo que claramente quedó viejo.

La pregunta central debería ser otra: ¿qué modelo de país queremos construir y qué tipo de reforma laboral necesitamos para que ese modelo sea posible?

Cuando hablo de “modelo de país”, hablo de un país productivo, innovador, exportador y capaz de transformar sus recursos hídricos en desarrollo. Y si hay un recurso estratégico en el que Argentina tiene un potencial extraordinario —a veces subestimado— es el agua, en sus cuatro usos esenciales: consumo humano, agro y riego, industrial, y recreativo.

¿Qué reforma laboral necesitamos?

Hoy las pymes del agua convivimos con normativas pensadas para un mercado laboral que ya no existe. La cadena de valor del agua —desde una planta embotelladora hasta un operador de riego por goteo, desde una consultora de ingeniería hídrica hasta una empresa de saneamiento— está atravesada por la IA, la robótica, la automatización, la sensorización en tiempo real y los sistemas de gestión basados en datos.

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¿Qué modelo de país queremos construir y qué tipo de reforma laboral necesitamos para que ese modelo sea posible?

¿Qué modelo de país queremos construir y qué tipo de reforma laboral necesitamos para que ese modelo sea posible?

Necesitamos un marco laboral que permita incorporar nuevas tecnologías sin penalizar al empleador, que ponga incentivos reales para contratar jóvenes, que reconozca nuevos perfiles profesionales vinculados al agua, y que favorezca la igualdad en el acceso al empleo calificado, especialmente para las mujeres, que están subrepresentadas en toda la cadena hídrica.

Casos exitosos

La reforma laboral debería ser, en este sentido, productivista y progresista a la vez: impulsar la competitividad sin renunciar a la equidad. Hay experiencias internacionales concretas donde la modernización laboral impulsó crecimiento en sectores vinculados al agua:

  • Singapur: la flexibilización para contratar especialistas técnicos y los programas acelerados de capacitación permitieron que empresas de reutilización, desalación y automatización hídrica formaran equipos altamente calificados.

  • Alemania: el sistema de formación dual y los contratos ágiles para aprendices impulsaron a fabricantes de bombas, plantas de tratamiento e ingenierías a incorporar talento joven y especializado.

  • Países Bajos: la flexibilidad para contratos por proyecto en ingeniería y manejo de cuencas fortaleció a empresas de soluciones contra inundaciones, digitalización hídrica y naturaleza basada en soluciones.

  • Dinamarca: el modelo de “flexiguridad” facilitó la reconversión de trabajadores hacia tecnologías digitales en utilities, operadores de saneamiento y empresas de riego inteligente.

  • Australia: la modernización contractual en industrias técnicas permitió atraer ingenieros y operadores a empresas de riego de precisión, desalación y gestión de cuencas en zonas áridas.

  • Canadá: la actualización de contratos por temporada y certificación técnica favoreció el crecimiento de pymes de agua embotellada, riego, tratamiento y monitoreo en provincias como British Columbia.

  • Finlandia: los contratos de innovación orientados a proyectos verdes potenciaron a startups de monitoreo ambiental, calidad de agua y tecnologías para uso recreativo.

Potencia hídrica

Argentina podría ser una potencia hídrica en América Latina y en el mundo.

  • Podemos triplicar la superficie cultivada con riego con tecnologías que ya existen y que muchas pymes argentinas fabricamos.

  • Somos uno de los seis países con mayor disponibilidad de agua dulce renovable, pero ese dato no se traduce aún en un modelo de desarrollo.

  • Tenemos vinos reconocidos internacionalmente, pero no hemos desarrollado todavía nuestra marca país del agua, que podría ser una industria de exportación de alto valor.

  • La transición energética —hidrógeno verde, almacenamiento, enfriamiento industrial— depende en gran medida del agua.

  • El turismo recreativo, la navegación y los parques acuáticos son economías que multiplican empleo si las reglas laborales acompañan.
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La reforma laboral debería ser, en este sentido, productivista y progresista.

La reforma laboral debería ser, en este sentido, productivista y progresista.

Hola de ruta

La industria del agua es, simultáneamente, industria alimentaria, sanitaria, energética, agrícola, turística y tecnológica. Y, sin embargo, su potencial está frenado por marcos laborales que desincentivan crecer. Sueño con que en los próximos años sea común escuchar a jóvenes decir: “estudio ingeniería de riego”, “trabajo en automatización de plantas de agua”, “soy sommelier de agua”, “me dedico a hidratación y salud”, “programo sensores para cuencas”, “trabajo en bebidas funcionales”.

El agua puede ser una de las industrias más atractivas del país para los próximos 30 años. No es una reforma laboral lo que necesitamos; es una reforma laboral que nos permita desarrollar nuestro modelo hídrico.

La discusión no es reforma sí o reforma no. Si queremos un país primarizado y barato, cualquier reforma sirve. Si queremos un país innovador, exportador de tecnología, con pymes fuertes y talento joven trabajando en agua, necesitamos una reforma laboral moderna, inteligente y alineada con nuestro potencial productivo.

La industria del agua está lista. Lo que falta es una legislación que acompañe su crecimiento, promueva empleo de calidad y nos permita convertir este recurso estratégico en una verdadera política de Estado.

* Gonzalo Meschengieser. CEO Cámara Argentina del Agua. Empresario pyme. Médico sanitarista MN117.793