Un exasesor de Milei aconseja dolarizar: "Con un resultado favorable en las elecciones, sería el momento para avanzar"
Emilio Ocampo, economista liberal que fuera designado como titular del BCRA en plena campaña 2023, sostiene que haber dolarizado en abril de este año hubiera sido lo mejor. Cree que todavía es posible, sobre todo, con el rescate del Tesoro de EE.UU. ¿Cuál es la receta?

Emilio Ocampo era uno de los candidatos de Javier Milei para presidir el Banco Central.
Casi en un abrir y cerrar de ojos, la economía argentina pasó del latiguillo entusiasta del Presidente Milei de “Todo marcha acorde al plan” (TMAP) al clásico “Estamos en el horno nuevamente”. Mientras en Washington siguen enhebrando algún mecanismo potable tanto para la administración Trump como para las huestes del Fondo Monetario Internacional (FMI), algunos economistas, como el exasesor de Milei que fuera nominado para ocupar el Banco Central (BCRA) durante la campaña del 2023, Emilio Ocampo, insisten en que la dolarización es la salida del laberinto en el que se ha metido el equipo económico y el propio Milei.
"En 2023 argumenté en varios artículos y entrevistas que, teniendo en cuenta que el calendario electoral es muy corto (a lo sumo 18 meses), lo primero que debía hacer el Gobierno entrante era una reforma monetaria creíble, que es la “madre” de todas las reformas, ya que mientras persistiera la incertidumbre respecto al valor del peso, cualquier otra reforma estructural (desregulación, apertura, privatización, etc.) no rendiría plenamente sus frutos por obvias razones. “Dada la historia argentina, la única manera de eliminar la incertidumbre monetaria era con una dolarización oficial o de jure (la de facto ya está). Esta opción era viable en el plano político, jurídico y financiero”, señalaba el economista liberal.
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“Consideraba entonces y ahora, que, sin ella, sería difícil llegar a este punto en la campaña electoral con suficiente capital político para ganar holgadamente las elecciones de medio término. Y, sin un triunfo en esas elecciones, el Gobierno quedaría muy debilitado frente a las elecciones de 2027, y todas las reformas realizadas serían fácil y rápidamente revertidas por el próximo gobierno peronista”, enfatizaba.
Ocampo reconoce que obviamente era imposible prever qué escándalo o qué errores no forzados debilitarían al Gobierno en esta etapa de la campaña electoral, pero los errores son inevitables, “especialmente cuando prima el amateurismo”, afirma, y además, dice que era evidente que el peronismo recurriría a todos los trucos y artimañas del manual para lograr aquel objetivo.
Por qué Javier Milei no dolarizó
Según la visión de Ocampo, el Gobierno tuvo todo el 2024 para dolarizar, pero no lo hizo por falta de convicción. “Las dudas acerca de su viabilidad fueron reforzadas en parte por la opinión de un hedge fund manager que convenció al presidente de que la dolarización era imposible e inconveniente. Esta recomendación estaba alineada con sus propios intereses: nada mejor para un trader que la volatilidad permanente de los títulos argentinos y los defaults recurrentes con sus posteriores restructuraciones”.
En tal sentido, el exasesor económico de Milei sostiene que, sea cual haya sido la razón por la que el presidente abandonó su principal promesa de campaña, la idea de la imposibilidad de una dolarización sin una “montaña de dólares” quedó firmemente instalada en el Gobierno, a pesar de que no tiene sustento teórico o empírico. Además, opina que los miembros del equipo económico estaban confiados que con sus “tres anclas” sacarían a flote la economía argentina, por lo que, desde su perspectiva, la dolarización era una quimera para delirantes.
Por ello, explica, que optaron por un “crawling peg” con una política de intervención en el mercado cambiario y financiero tan massista como la de Massa, cuyos resultados, para quienquiera que estuviera algo familiarizado con la historia económica argentina del último medio siglo, eran cantados. “Hay que reconocer que lograron salir hábilmente de este régimen cambiario inviable sin provocar una crisis y sin tener que renunciar. Era el momento para dolarizar. La oportunidad ideal para hacerlo fue en abril cuando Milei parecía invencible y Scott Bessent visitó la Argentina para manifestar explícitamente el apoyo de la administración Trump a sus políticas”, afirma Ocampo.
El antecedente
Un dato histórico aporta: en enero de 1991 hubo una fuerte corrida y reapareció el fantasma de la hiperinflación; Menem hizo un enroque en su gabinete y reemplazó a Erman González por Domingo Cavallo, que el 31 de marzo de 1991 anunció la Convertibilidad; en las elecciones de octubre el PJ menemista ganó 44% de los votos; una alianza con la UCeDE y otros partidos provinciales le aseguró al gobierno una mayoría en el Congreso; y comenzó a partir de entonces el programa de reformas estructurales más importante de la historia argentina moderna.
Entonces, “si el Gobierno consigue un resultado mínimamente favorable en octubre, Milei todavía tendrá margen para dolarizar y salvar su presidencia (poderosa razón para votarlo). Tiene a favor el apoyo de la Casa Blanca, que considera al dólar como un arma poderosa en su guerra fría con China y tiene interés en que se expanda globalmente su uso. Y, si no contara con ese apoyo, debería trabajar activamente en conseguirlo y demostrarle al FMI y al gobierno de EE.UU. que, sólo dolarizando, la Argentina podrá pagar su deuda externa; y evitar que cuando el populismo vuelva al poder nos lleve nuevamente por el mal camino”. En cambio, “si el Gobierno insiste con las recetas que nunca funcionaron o se deja seducir por la fantasía de la flotación, conseguirá los mismos resultados que en el pasado y los argentinos seguiremos bailando al ritmo caribeño: un pasito pa’delante, dos pasitos pa’tras”.
¿Cuál es la receta de Ocampo?
- En primer lugar, hay que sondear a la administración Trump y plantear seriamente el proyecto, no solo como por sus ventajas económicas y financieras sino también geopolíticas. Hay dos posibilidades. La primera es revivir el Proyecto de ley del senador Connie Mack del 2000, que planteaba el reembolso del señoreaje a aquellos países que adoptaran el dólar. La segunda es más fácil de implementar en el corto plazo. Se trata de una propuesta que hicieron dos economistas de la Reserva Federal (Fed) de Chicago en 1999 cuando la Argentina contemplaba seriamente una dolarización. Esta alternativa simplemente requeriría un acuerdo con el Departamento del Tesoro de EE.UU. y/o la Fed. Básicamente, la Argentina depositaría dólares de las reservas del BCRA equivalentes a la Base Monetaria del BCRA en una cuenta “escrow” en un país neutral (por ejemplo, Suiza). Los fondos en esta cuenta se invertirían en títulos del Tesoro de EE.UU. Simultáneamente, la Fed enviaría a la Argentina billetes de dólares por una suma equivalente a toda la Base Monetaria. Mientras el dólar sea moneda de curso legal en el país, el Estado percibirá intereses sobre los fondos depositados, que a las tasas actuales equivaldrían a u$s1.000 millones por año. Esto es básicamente el ingreso por señoreaje. En el caso de que se introdujera otra moneda de curso legal, los fondos en “escrow” serían transferidos al Tesoro de EE.UU.
- Debería negociar un paquete de apoyo financiero contingente de EE.UU. por una suma cercana a u$s25.000 millones que podría incluir al Exchange Stabilization Fund (ESF) y las líneas de repo y swaps de monedas de la Fed. El mero anuncio de su existencia reduce significativamente el riesgo de que haya que activar estas líneas contingentes.
Ahora bien, ¿cuántos dólares hay en el BCRA?
Al 2 de septiembre de 2025, las reservas brutas ascendían a u$s39.879 millones, que incluye las divisas correspondientes al depósito en el Banco Popular de China, que deben eliminarse al igual que la deuda neta con esa entidad (aproximadamente u$s5.000 millones). El resto de los pasivos en moneda extranjera son exigibles, pero no es necesario cancelarlos. Si se elimina el swap chino (idealmente se reemplazaría con otro con la Fed), a esa fecha las reservas brutas ascendían a cerca de u$s27.000 millones. Bajo un acuerdo con EE.UU., esta es la suma que se depositaría en la cuenta “escrow”. “Asumiendo una tasa de interés equivalente a 4% significaría ingresos anuales de casi u$s1.000 millones para el Gobierno Nacional. Al mismo tiempo, la Argentina recibiría de EE.UU. la suma equivalente que serviría para retirar los pesos en circulación cuando fueran presentados para su canje, que al tipo de cambio actual equivalen a u$s17.500 millones”, explica el padre de la criatura.
Con relación al tema legal, Ocampo opina que no sería necesario una ley para dolarizar, ya que bajo el formato propuesto sería perfectamente constitucional. “Un DNU del Ejecutivo le daría curso legal al dólar y fijaría a la paridad de conversión (obviamente, el riesgo de esta estrategia sería mayor si el Congreso aprueba la modificación al régimen de DNU). El peso seguiría teniendo curso legal y seguiría circulando. La Secretaria de Hacienda procedería a re-denominar toda la deuda denominada en pesos a dólares. Tampoco sería necesario, aunque sí conveniente, eliminar de inmediato las restricciones cambiarias aplicables a personas jurídicas. Todos los pasivos del BCRA se transferirán al Gobierno Nacional”.
Por su parte, el BCRA anunciaría que no emitiría más pesos (la Base en pesos quedaría congelada ad eternum) y establecería el dólar como la unidad de cuenta del sistema bancario. La gente podría canjear libremente sus pesos por dólares al tipo de cambio fijado sin pagar comisiones. Todas las transacciones bancarias se realizarán en dólares. Los pesos depositados en los bancos automáticamente se canjearían por dólares. Los pesos seguirían circulando en la economía para transacciones en efectivo. Durante seis meses todos los precios deberían expresarse en ambas monedas al tipo de cambio fijado. Aquellas previamente pactadas en pesos se convertirían a dólares a la paridad fijada. Este esquema se basa en la experiencia salvadoreña. Más adelante se procedería con una reforma bancaria por ley del Congreso para convertir al BCRA en una superintendencia de bancos y rediseñar el esquema de funcionamiento del sistema bancario para evitar que un futuro gobierno use a los bancos para financiar sus déficits.
“Es evidente que los riesgos de ejecución de esta estrategia han aumentado significativamente por los eventos de las últimas semanas. La pregunta es: ¿en las actuales circunstancias hay alguna otra estrategia que tenga mejores chances de éxito? La ayuda financiera de EE.UU. permitiría llegar a las elecciones y, en caso de un resultado favorable, sería el momento para avanzar”, afirma Ocampo.