Tras las elecciones del pasado domingo, Javier Milei se mira en el espejo bonaerense
La provincia de Buenos Aires se convierte en prueba crucial para Javier Milei, donde busca sostener su liderazgo y proyectar su modelo político.
El presidente Javier Milei junto al ministro de Economía Luis Caputo, ahora tienen un importante desafío para tranquilizar a los mercados.
X | @JMileiLa provincia de Buenos Aires volvió a ser un espejo incómodo para Javier Milei. Su partido, La Libertad Avanza, apenas alcanzó el 34 % frente al 47 % que obtuvo el peronismo. El resultado, sorpresivo por la diferencia, dejó al presidente sin el escenario triunfal que había imaginado. Su promesa de enterrar al movimiento peronista, por ahora, no se concretó.
El contraste no pudo ser mayor. Mientras Javier Milei siguió los comicios desde un club privado en La Plata, rodeado de un círculo íntimo, Axel Kicillof celebraba con las abuelas de Plaza de Mayo, niños en el escenario y representantes de los sindicatos. Incluso Cristina Kirchner tuvo su protagonismo, saliendo a celebrar la victoria desde su balcón porteño, desde donde cumple una condena a seis años de arresto domiciliario.
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La reacción de los mercados fue inmediata
El peso se trasladó hacia el límite de la banda con respecto al dólar, la Bolsa cayó en dos dígitos, y el riesgo país saltó por encima de los 1000 puntos. La derrota bonaerense se convirtió rápidamente en gestión de crisis para el Gobierno.
Sin embargo, lo decisivo no está en las elecciones provinciales de Buenos Aires sino en octubre, cuando se renueve la mitad del Congreso. Milei, que hoy controla apenas el 10% de las bancas, necesita ampliar su fuerza parlamentaria si pretende avanzar en las reformas estructurales que prometió: un sistema fiscal eficiente, un régimen laboral menos asfixiante, un esquema previsional sostenible y un federalismo que obligue a cada gobernador a hacerse cargo de sus cuentas.
Los números de su gestión económica son impresionantes para un gobierno de menos de dos años: inflación en caída libre del 200% al 40%, presupuesto equilibrado, crecimiento del 5% y baja de la pobreza. Pero el voto bonaerense castigó más a la política que a la economía. Las denuncias de corrupción cercanas a su entorno, incluida su propia hermana Karina Milei, secretaria general y su principal asesora. La presunción de inocencia es un principio básico, pero la tibieza presidencial frente a los señalamientos erosiona la credibilidad de quien llegó con la promesa de barrer a la “casta”.
La dura derrota del domingo pasado podría haber sido una lección oportuna para Milei. Tiene la oportunidad de aclarar todas las acusaciones con determinación, incluso las de su círculo cercano. La noche de las elecciones anunció que aprendería de los resultados. El rumbo económico le da cierto respaldo —inflación en baja, cuentas equilibradas, crecimiento—, pero la verdadera prueba será en octubre.
Para superarla, se necesita un presidente que dedique toda su energía y tiempo a continuar con el curso de las reformas que necesita el país, convencer a los argentinos de ello, y construir puentes con las provincias para atraer con éxito la inversión extranjera, sin dejarse llevar por las crisis internas. Los argentinos, que después de décadas recuperaron la esperanza de un futuro mejor, se lo merecen. Octubre dirá si el espejo bonaerense fue una advertencia pasajera o el inicio de una grieta en su proyecto.
* Dr. Hans-Dieter Holtzmann. Doctor en Economía. Director de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.