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Scott Bessent y el FMI complican a Luis Caputo: quieren "rescate" pero con DEGs

El ministro de Economía se reunió en Washington con el secretario del Tesoro. El Gobierno norteamericano propuso asistir a la Argentina a través del FMI, utilizando los recursos del acuerdo vigente como vía de financiamiento.

Scott Bessent y Luis Caputo en el viaje que hizo el ministro de Economía en abril de este año

Scott Bessent y Luis Caputo en el viaje que hizo el ministro de Economía en abril de este año

X | @EmbajadaEEUUarg

Luis Caputo y Scott Bessent mantuvieron el lunes su primera reunión en Washington. Y, por lo que transcendió desde terceras fuentes, el Gobierno de los Estados Unidos ofreció a la Argentina ayuda pero a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) como primera alternativa de aplicación del rescate al país.

Esto es que el Ministerio de Economía disponga del dinero necesario durante el 2026 para no caer en default, pero con dólares provenientes del incremento del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril pasado por unos US$20.000 millones, de los cuales se efectivizaron ya unos US$14.000 millones.

La idea que el secretario del Tesoro de los Estados Unidos tiene en mente es girar el dinero necesario para el pago de los compromisos que el país tiene en enero y julio del año próximo, con dólares provenientes de los aproximadamente 110.000 millones que EE.UU. aporta al FMI. Una parte de ese dinero sería girada hacia la Argentina a través de un aporte de Derechos Especiales de Giro (DEGs), la "moneda" del FMI, por el monto exacto que Argentina deba pagar y que cada giro vaya incrementando el pasivo del país con el organismo.

Con este mecanismo, la administración del presidente Donald Trump entiende una preferencia doble. Por un lado, no altera su presupuesto propio, evitando generar pasivos con Argentina, posición molesta ante la visión de los demócratas en el Congreso norteamericano. Por el otro, ata la suerte de los giros al país a que se cumplan las metas pactadas entre Argentina y el FMI en el acuerdo de Facilidades Extendidas vigentes y que implican logros de superávit fiscal primario, política monetaria y, fundamentalmente, incrementos en las reservas del Banco Central.

Este último capítulo, el de menor grado de cumplimiento desde Buenos Aires (casi nulo por cierto), y el que mayores críticas despertó desde Washington durante el 2026. El hecho que el salvataje de Donald Trump y Scott Bessent esté relacionado directamente con el cumplimiento de las metas pactadas con el FMI, le daría tanto a la Casa Blanca como al organismo que maneja Kristalina Georgieva, un reaseguro extra para que el país pueda recibir el dinero pero sin alterar la aplicación del plan pactado con el Fondo.

Aparentemente, el hecho de realizar el plan de salvataje a través del FMI había sido hablado en su momento entre Scott Bessent y Georgieva, en la reunión del lunes 22 de septiembre, un día antes del encuentro de Nueva York entre Javier Milei y Donald Trump. Allí, la búlgara le habría explicado al secretario del Tesoro la necesidad de profundizar las líneas pactadas con Argentina desde el FMI, algo que el funcionario norteamericano habría avalado.

El mecanismo del giro de DEGs es además una manera de saltar las críticas internas, por el otorgamiento de un plan de salvataje a la Argentina, cuando dentro de su país hay prioridades presupuestarias insatisfechas.

Para Argentina, aplicar este tipo de mecanismo de ayuda es un problema técnico. Más allá de depender de manera directa de la aprobación del FMI, previas negociaciones con los técnicos del organismo que llevan adelante el caso argentino, hay una cuestión de institucionalidad. Las leyes locales indican que un incremento en el endeudamiento externo debe ser aprobado por una ley del Congreso. Y si bien este escollo pudo ser salvado en el acuerdo con el FMI que fue reglamentado por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) en abril pasado, el Congreso Nacional está hoy en una posición más belicosa y casi incendiaria contra el plan fiscal y monetario de Javier Milei. Sabe, además el Gobierno argentino, que hay un compromiso pactado con el FMI, de aprobar en el Legislativo el acuerdo firmado en abril pasado, a través del aval del Congreso a la Ley de Presupuesto 2026, una idea suspendida hasta conocer la conformación del próximo Legislativo que surja luego de las elecciones del 26 de octubre.

El Ministerio sigue prefiriendo que la ayuda de los Estados Unidos se canalice por otras dos vías, las que, a los ojos de Buenos Aires, serían más flexibles y practicas para su ejecución local.

La primera es que los Estados Unidos compre bonos argentinos en propiedad del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) a precio de mercado y bajo la seguridad que esos títulos públicos tendrán una valoración en el futuro para que en la cuenta azul del Gobierno norteamericano no figure como pérdida. El dinero que reciba el Tesoro por estas ventas se usarán para pagar el vencimiento de 4.300 millones de dólares del 9 de enero, cuando deben liquidarse los cupones de los bonares y globales de la deuda reestructurada en octubre del 2020. Para la Argentina no sería toma de nueva deuda, sino venta de títulos con lo que no se necesitará al Congreso. Para los Estados Unidos no habría pérdida de activos e, incluso, eventualmente, una mejora en las cuentas públicas norteamericanas.

La segunda alternativa es un swap simple y directo, al estilo chino. Esto implica que el intercambio de monedas se activa con el comercio bilateral, sin pasar necesariamente por las reservas del Banco Central. La explicación teórica de este mecanismo es un acuerdo financiero entre dos bancos centrales o entidades financieras para intercambiar divisas por un período determinado, con el compromiso de revertir la operación en el futuro. No es un préstamo tradicional, sino un intercambio recíproco que busca dar liquidez y estabilidad monetaria.

En teoría, un banco central le gira dinero a otro previo acuerdo, para luego, con el tiempo, este segundo responda el giro. Así es como funciona el acuerdo con China. El problema en el caso de un swap entre Argentina y Estados Unidos es que en Washington, el Banco Central es la Reserva Federal. Y, a diferencia de la Argentina, no responde a las indicaciones del Poder Ejecutivo (Trump), sino a su directorio, que hoy dirige el presidente de la entidad Jerome Powell. De hecho, entre Trump y Powell hay hoy un conflicto directo por la manera de interpretar la economía en general y la política monetaria en particular. De hecho, hace poco tiempo, el propio titular de la Casa Blanca pidió la renuncia de Powell, algo que desde la entidad monetaria fue tomado con bronca y risa por igual.