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¿Qué pasa con la industria del vino del otro lado de la Cordillera?

La industria vitivinícola trasandina parece estar en la peor crisis desde principios de los 2000, con caída de producción y de consumo de vinos.

Los vinos chilenos están bien posicionados en los principales mercados, pero un cambio de tendencia en los patrones de consumo, están empezando a generar preocupación en la industria.

Los vinos chilenos están bien posicionados en los principales mercados, pero un cambio de tendencia en los patrones de consumo, están empezando a generar preocupación en la industria.

El vino es uno de los principales productos de exportación de Chile, pero amenaza la balanza comercial por estar inmerso en una profunda crisis sectorial, tras una época de auge iniciada en los ’90, donde fue uno de los emblemas del sesgo exportador del país trasandino, y no fue hasta después de la vuelta de la democracia en que se transformó en un boom, sobre todo, en Europa.

Según cuenta Marcelo Soto en ExAnte, empresarios como Eduardo Chadwick y Aurelio Montes demostraron que del otro lado de la Cordillera se podía vender vinos premium. Pasaron las décadas y los vinos chilenos obtuvieron altos puntajes por parte de los críticos internacionales.

Sin embargo, hoy el panorama parece haberse complicado, y así se lo manifiesta Aurelio Montes del Campo (Viña Montes) a Soto: “El que dice que lo pasa bien, está mintiendo”.

Caída de producción

¿Por qué sostiene esto? Este año la producción apenas superó los 8,3 millones de hectolitros, la más baja desde 2006, cuando unos cuatro años atrás superaba los 13 millones de hectolitros. Según Montes la baja de la producción está dada por dos factores.

El primero, que es el más importante, es que la producción de uva hace un tiempo que es un mal negocio, y hoy día hay muchas alternativas más rentables, como ciruelas, cerezas, lo que llevó a que muchos agricultores sacaran las parras y cultivaran otras frutas.

Así, en 3 o 4 años Chile pasó de unas 135.000 hectáreas de viñedos a una estimación que todavía no es oficial, pero se habla de alrededor de 100.000 hectáreas. O sea, hay una baja de 35/40% de hectáreas plantadas, señala el empresario, y agrega que eso repercute rápidamente en la producción y en los volúmenes que han ido disminuyendo.

Todo fue muy rápido. Según Montes, no es que todos los años se haya arrancado un poquito de viñedos, sino que de un año para otro se arrancaron muchísimas hectáreas y otras se abandonaron, le explicó a Soto quien comenta que este año las producciones fueron especialmente bajas, hubo miles de hectáreas arrancadas, lo que se juntó con una caída en el consumo.

Jóvenes que no beben

“Es la tormenta perfecta”, ilustra Montes. Por otro lado, la llamada “Generación Z” no bebe y eso se ve como una tendencia global del consumo que cayó más de un 3% desde el 2023, lo que equivale a 700 millones de litros que se dejaron de consumir, lo mismo que produjo Chile este año: 800 millones de litros.

De ahí que otra preocupación en la industria, según comenta Soto, es el bajo consumo en las nuevas generaciones. El consumo mundial de vino en 2024 llegó a su nivel más bajo desde 1961, de acuerdo a la Organización Internacional del Vino (OIV), que alertó también de la incertidumbre en el sector por los aranceles estadounidenses.

El enólogo chileno, Sebastián Fuentes Germany, señala, según Soto, que la baja del consumo se atribuye a un cambio del consumidor, una generación nueva la cual consume poco alcohol, unido a los precios elevados por efectos externos, como por ejemplo el aumento del valor de los insumos, costos de transporte marítimos y actualmente la amenaza de aumento de aranceles en EE.UU.

Para Chile, dice el enólogo, con vocación exportadora de vinos, son malas noticas en muchos sentidos. Por su parte, Montes reconoce que los menores de 30 años vienen con una tendencia mucho más pronunciada de vivir y comer sano. Esto, al parecer, se puso de moda en Inglaterra, con el Dry-January (enero seco), donde después del año nuevo, la gente pasa un mes sin tomar para sanearse, lo que significa que durante 30 días hay un grupo de gente que dejó de tomar, o sea, un mes de doce, es un impacto fuerte.

Sin embargo, el enólogo cree que también hay una buena noticia porque la gente está tomando menos, pero de mejor calidad.

Menos salidas

Otro tema son los cambios de hábitos como, por ejemplo, la caída en el número de salidas a comer fuera del hogar. Por ejemplo, en Europa antes de la pandemia las personas salían a comer 2 o 3 veces por semana y hoy ha bajado por lo menos un tercio, señala el enólogo.

Según una encuesta de Criteria, si en 2017 había un 21% de hogares que consumía vino, en 2022 era 16%, siendo la cerveza la bebida más popular con un 71%. Además, en el segmento de 18 a 29 años el consumo de vino llega a la mitad, pero lo problemático es que el vino es consumido principalmente con frutas, tipo sangría, advierte Soto.

Como corolario de la crisis por la que atraviesa la industria vitivinícola chilena vale señalar también que históricamente no se veían vinos de buena calidad a 20 dólares y hoy está lleno de ofertas de vinos franceses e italianos, por ejemplo.

Pareciera que ya la cucarda de la triple B no funciona, bueno-bonito-barato, ya no es un atributo como nicho de mercado porque la oferta mundial está llena de vinos buenos, bonitos.