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Industria del vino: los desafíos del mercado laboral

La industria vitivinícola atraviesa un escenario de retracción del consumo a nivel global y sobrestock de vino. Sin embargo, sigue siendo motor de empleo.

Los analistas de Adecco sostienen que entre las posiciones laborales más demandadas se encuentran la especialización en poda, desbrote y procesos específicos de bodega.

Los analistas de Adecco sostienen que entre las posiciones laborales más demandadas se encuentran la especialización en poda, desbrote y procesos específicos de bodega.

Rodrigo D'Angelo / MDZ

No hay duda que la industria vitivinícola es una de las más representativas de Argentina y fundamental para las economías regionales, y no escapa a un panorama desafiante, no solo a nivel global. Ocurre que a los factores externos como la caída del consumo mundial de vino y la menor competitividad para el turismo, se suman dificultades propias del mercado local.

“Pese a ello, la actividad continúa sosteniendo un alto volumen de trabajo intensivo en zonas como Luján de Cuyo, Valle de Uco, zona este de Mendoza, San Juan, Salta y los desarrollos en expansión de Río Negro”, según un estudio de la consultora Adecco.

Es insoslayable que la vitivinicultura requiere gran cantidad de trabajadores en cada ciclo productivo, lo que la convierte en una fuente clave de empleo estacional. “Los perfiles más demandados son operarios de finca y de bodega, mientras que los más difíciles de cubrir son los especializados en poda, desbrote y procesos específicos de bodega, además de técnicos en mecánica y electromecánica”, señala el informe.

Informalidad laboral

A la hora de los desafíos, Adecco destaca como uno de los más relevantes a “la informalidad laboral, que sigue presente y debilita las condiciones de contratación”. A ello se suma la falta de recursos y de renovación generacional de perfiles aptos para el rubro, lo que complejiza la calificación de la mano de obra, agrega.

Esto dio lugar a que surgieran iniciativas como los programas de formación de la Escuela Adecco, que entrena in situ en empresas del sector, con foco en recuperar trabajadores calificados y preparar nuevas generaciones.

En tal sentido, destacan que el sector enfrenta dos grandes brechas: la educativa, por la limitada formación de muchos trabajadores, y la salarial, ya que los sueldos se ubican entre los más bajos de las industrias rurales. “Estos factores dificultan la retención de talento, pese a los beneficios no monetarios que algunas bodegas ofrecen, como vivienda, movilidad o alimentación en zonas alejadas”.

Por otro lado, en términos de inclusión, crece la participación femenina en múltiples puestos de bodega, equiparando progresivamente la contratación con la de los hombres. En cambio, la inserción de los jóvenes aún es baja, y persisten estigmas en torno a la percepción del sector como empleador, aunque cada vez más empresas buscan revertir esa imagen, advierten.

Trabajo manual, la clave

“Si bien las maquinarias de última generación comienzan a incorporarse, el trabajo manual sigue predominando. A futuro, el ritmo de actividad se sostendría gracias al ciclo productivo y al desarrollo de nuevas regiones vitivinícolas, siempre condicionado por la competitividad internacional y la capacidad de posicionar al vino argentino como insignia en el mundo”.

Alfredo Spampinato, gerente de la división vitivinícola de la consultora señala que la vitivinicultura combina tradición, identidad regional y gran capacidad de generación de empleo; y el desafío está en profesionalizar el sector, reducir la informalidad y crear condiciones más atractivas para los trabajadores, garantizando así su proyección sostenida en el tiempo.

Podría entonces resumirse que el combo desafíos y oportunidades laborales en la industria se caracteriza por:

• Es una actividad que sigue siendo un motor de empleo en provincias como Mendoza, San Juan, Salta y Río Negro, con fuerte estacionalidad.

• Los perfiles más demandados son operarios de finca y de bodega, mientras que los más difíciles de cubrir son los especializados en poda, desbrote y procesos específicos de bodega.

• Persisten brechas educativas y salariales, lo que dificulta la retención de talento.

• Crece la participación femenina en bodegas, mientras que la inserción de jóvenes aún es

baja.