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Presupuesto 2026: del ajuste al capital humano, cuál es la nueva narrativa de Javier Milei

Javier Milei presentó una programación de ingresos y egresos con superávit primario y aumentos en áreas sensibles como educación, salud y jubilaciones.

El presidente Javier Milei anunció por cadena nacional los lineamientos generales del presupuesto 2026.

El presidente Javier Milei anunció por cadena nacional los lineamientos generales del presupuesto 2026.

La última cadena nacional del presidente Javier Milei, en la que presentó el proyecto de Presupuesto 2026, mostró una versión inusual de su estilo discursivo. A diferencia de lo que fue su sello desde la campaña, Milei dejó de lado la confrontación con la “casta” y eligió un tono calmo, apelando a consensos legislativos y a un clima de gobernabilidad.

De la confrontación al consenso

La estrategia comunicacional parece haber virado. Lejos de los discursos que buscaban marcar antagonismos y movilizar a su base electoral, Milei entendió que para sostener su programa económico necesita del Congreso de la Nación, de los gobernadores y de los mercados. La cadena nacional no fue, por tanto, un mensaje para sus fieles, sino un ensayo de legitimación institucional frente a actores de poder con los que hasta ahora tuvo una relación conflictiva.

En ese sentido, el silencio sobre la “casta” es más elocuente que cualquier declaración explícita: el Presidente reconoce que el esquema de gobernar solo con el respaldo de la opinión pública comenzó a desgastarse, especialmente tras el revés electoral en la provincia de Buenos Aires.

Javier Milei
Presidente Javier Milei

Presidente Javier Milei

El equilibrio fiscal como relato de éxito

El núcleo del mensaje estuvo en torno al equilibrio fiscal, definido como la condición indispensable para salir del “fracaso de siempre”. Milei lo presentó no como un capricho tecnocrático, sino como la base de un edificio que permitirá construir un país con crecimiento sostenido y estabilidad. El presupuesto, subrayó, prevé el menor nivel de gasto público en tres décadas y elimina la posibilidad de financiamiento vía Banco Central.

Este encuadre cumple dos funciones comunicacionales. Hacia los mercados, busca transmitir previsibilidad y frenar la escalada del riesgo país. Hacia la ciudadanía, Milei intenta transformar el sacrificio social del ajuste en un relato de superación: “lo peor ya pasó” y ahora vendrá el tiempo de la recompensa.

Escuchar a las urnas

Uno de los puntos más significativos fue la incorporación de un argumento empático: el Presidente agradeció a los argentinos por soportar la dureza del ajuste y reconoció que parte del voto en su contra se explica por esa realidad. En sintonía, subrayó que el nuevo proyecto de presupuesto aumenta las partidas en educación, salud, jubilaciones y discapacidad, es decir, áreas sensibles que permiten equilibrar su imagen frente a la oposición, que lo acusa de priorizar las cuentas sobre la gente.

La clave comunicacional radica en presentar estas inversiones sociales como un efecto directo del equilibrio fiscal: sin déficit, sostiene Milei, sí es posible priorizar al “capital humano”.

Entre la campaña y la gestión

El discurso no se limitó al plano económico. Al reclamar consensos en el Congreso y con los gobernadores, Milei intentó proyectar una imagen de apertura que lo acerque a sectores políticos y empresariales con los que se había enfrentado. Esto revela una tensión central: necesita sostener el relato de la pureza libertaria para su base electoral, pero al mismo tiempo busca instalarse como un presidente pragmático capaz de construir alianzas.

La meta de reducir la inflación al 14% en 2026 —equivalente a un 1% mensual— sintetiza este cruce entre campaña y gestión. Ambiciosa y difícil de cumplir, funciona más como horizonte narrativo que como previsión técnica.

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Presidente Javier Milei

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¿Lo peor ya paso?

La cadena nacional mostró un Milei distinto, que eligió la moderación y el consenso en lugar de la confrontación. El desafío comunicacional será mantener ese equilibrio: si los mercados y la economía real no acompañan, el relato del equilibrio fiscal puede volverse en contra. En cambio, si logra sostener la promesa de “lo peor ya pasó” con mejoras palpables en la vida cotidiana, podría rearmar la legitimidad social que empezó a erosionarse.

En última instancia, lo decisivo será cómo reacciona la economía y, sobre todo, qué beneficios concretos reciben los ciudadanos, hoy profundamente golpeados por la crisis diaria. Porque sin mejoras visibles en el bolsillo y en la vida de la gente, cualquier narrativa, por más consistente que sea, corre el riesgo de quedar vacía.

* Ruben Zavi. Consultor político. Especialista y maestrando en Comunicación Política