El voto y el ladrillo: el dólar y el impacto postelectoral en el mercado de desarrollo inmobiliario
El resultado electoral calmó al dólar, anima a la inversión y abre una ventana para relanzar suelo urbano, crédito y proyectos de desarrollo inmobiliario.
Hoy las encuestas muestran señales interesantes, con una mayoría que percibe el nuevo contexto como más favorable.
La contundente victoria del gobierno de Javier Milei en las elecciones legislativas del domingo 26 de octubre trajo algo poco habitual en la Argentina: una reacción coordinada del mercado financiero, el dólar y el ánimo inversor. Para quienes trabajamos en el negocio de la tierra y el desarrollo inmobiliario, la pregunta es inevitable: ¿qué cambia para la construcción?
26-O: una señal de dirección
El resultado electoral disipó el peor de los escenarios: el empate paralizante, el ruido sin dirección. Por primera vez en mucho tiempo, el mercado percibe que hay una hoja de ruta posible. La reacción inmediata no fue mágica sino racional: una interpretación de confianza en la posibilidad de estabilidad política y económica, que despeja la incertidumbre y devuelve previsibilidad al negocio del desarrollo.
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Para el sector, el efecto puede ser doble: alivio y oportunidad. Un dólar más calmo reduce la brecha, ordena expectativas y facilita el cierre de operaciones. Si el financiamiento se reactiva y las condiciones se estabilizan, el suelo urbano vuelve a ser una pieza estratégica, no solo un refugio de valor, sino el punto de partida para nuevos proyectos.
Cómo veníamos: expansión moderada
Durante 2024 y el primer semestre de 2025, el mercado mostró una tendencia de expansión dentro del negocio del desarrollo inmobiliario. Los desarrolladores retomaban proyectos postergados y los compradores apostaban al futuro. Se observaba un aumento en las consultas, la búsqueda de suelo con potencial y una mayor actividad de predesarrollo, impulsada por la expectativa de un crecimiento más estable.
Esa dinámica consolidó un clima de optimismo moderado y una sensación de recuperación después de varios años de inercia. Una vez superado el debate por el cambio de código en la Ciudad de Buenos Aires, comenzaron a verse signos concretos de reactivación: más solicitudes de permisos, mayor volumen de factibilidades y un creciente interés de inversores pyme por reposicionarse. El mercado parecía empezar a moverse nuevamente, todavía con cautela, pero con una dirección clara hacia la recuperación.
Pausa preelectoral
A medida que se acercaban las elecciones, el entusiasmo se transformó en prudencia. En la Ciudad de Buenos Aires, el mercado de desarrollo comenzó a desacelerarse: se demoraron decisiones, se revisaron valores y los compradores adoptaron una actitud de espera. Muchos proyectos quedaron en análisis, pendientes de señales políticas más que de factores económicos. La tierra, como activo de largo plazo, demanda certidumbre antes de cualquier movimiento, y ese equilibrio entre oportunidad y riesgo se volvió el eje de toda conversación.
En los días previos a las elecciones, la dinámica se redujo a un solo gesto: esperar. Los desarrolladores evitaron comprometerse y los propietarios decidieron mantener precios hasta conocer el resultado electoral. Fue un compás de espera generalizado, habitual en cada ciclo político argentino. A la espera de estabilidad cambiaria y un dólar más controlado, el escenario comienza a ordenarse, reactivando la posibilidad de pensar a mediano plazo.
Entre la oportunidad y la planificación
No se espera euforia, sino una reactivación selectiva. La encuesta que estamos llevando adelante desde Terres muestra señales interesantes: una mayoría que percibe el nuevo contexto como más favorable y una creciente disposición a adelantar decisiones de inversión si las condiciones se consolidan. Los actores del mercado probablemente no salgan a comprar masivamente, pero sí volverán a evaluar proyectos y reposicionarse.
Probablemente, el crédito hipotecario UVA comience a recuperar protagonismo repercutiendo en el desarrollo, generando una demanda más sólida. Si se sostienen mecanismos de fondeo de largo plazo, podríamos ver una nueva ola de compradores finales que justifique el lanzamiento de proyectos. Al mismo tiempo, las señales desde el Gobierno apuntan a seguir desregulando el sector: derogación de la Ley de Alquileres, descolegiación de corredores y simplificación de trámites.
Todo contribuye a reactivar la oferta de tierra y acelerar desarrollos, aunque sin planificación urbana - suelo bien localizado, normativas claras y servicios garantizados - ese impulso puede perder sustentabilidad.
Leer el momento
Hay que construir el futuro con inversión. La elección del domingo 26 de octubre pasado, no resuelve los problemas estructurales del país, pero sí movió el tablero. Abre una ventana donde el mercado del desarrollo inmobiliario puede recuperar centralidad, no sólo como refugio de valor, sino como motor de transformación urbana.
El desafío para quienes operamos en este sector es doble: anticipar hacia dónde se moverá la demanda y contribuir a que ese movimiento construya ciudad. Porque el voto puede cambiar el humor, pero es la inversión - bien dirigida - la que cambia el territorio. Ahora, más que nunca, hay que leer los signos.
* Federico Akerman, arquitecto y fundador de Terres.



