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El Gobierno y Clarín van a un conflicto judicial por Telefónica: qué puede pasar

La entretela de la operación Telefónica-Grupo Clarín que gatillará mayor concentración en el negocio de las telecomunicaciones. Vínculos con los fondos buitre.

Advierten sobre el riesgo de concentración en el sector de telecomunicaciones en el país ante la venta de Telefónica y el caso podría judicializarse.

Advierten sobre el riesgo de concentración en el sector de telecomunicaciones en el país ante la venta de Telefónica y el caso podría judicializarse.

Foto: NA

La operación de compra de Telefónica por parte de Telecom parece haber entrado en un punto muerto. Sin diálogo ni oficial ni semioficial entre el Gobierno y el Grupo Clarín, la adquisición de la primera operadora del mercado de las telecomunicaciones por parte de la segunda entra en un período de incertidumbre.

Y de no mediar una modificación radical en la postura de las partes, y un ámbito de negociación directa, el conflicto parece ir a resolución judicial. Lo que tomará años. Demasiados para una cuestión que amerita una definición dentro de 2025.

Hay algo concreto e inmodificable: Telefónica recibió los 1.200 millones de dólares por la compra de parte de Telecom en la última semana de febrero de 2025, y no habrá manera de que este pago se modifique. La empresa española ya está en plan de salida y sólo espera los tiempos de acuerdos entre los compradores y las autoridades locales. Algo que puede extenderse en el tiempo.

Competencia en riesgo

La novedad de la semana pasada es que la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) emitió su informe final requerido por el Ministerio de Economía, sobre su opinión ante la operación. Desde la Comisión se resolvió de manera negativa, advirtiendo serios riesgos para el mercado de telecomunicaciones.

Según indica el dictamen, la operación podría "restringir o distorsionar la competencia en un mercado, de modo que pueda resultar en un perjuicio para el interés económico general".

Esta operación, una de las mayores del sector, implica la adquisición total de Telefónica, empresa que ofrece servicios bajo las marcas Movistar y Tuenti, por parte de Telecom, propietaria de Personal y Flow.

El juego del Grupo Clarín

Entre los principales efectos negativos señalados en el informe, la CNDC destacó la eliminación de uno de los tres principales operadores móviles nacionales, lo cual dejaría al mercado argentino "altamente concentrado" con sólo dos grandes jugadores: Telecom (58%) y AMX (Claro) con 42%.

Ahora se abriría un plazo de 10 días contando desde hoy para que desde Telecom se presente un plan de acción; el que, según el Gobierno, sería desprenderse de alguna de sus marcas clave, incluyendo Movistar, Personal, o similares. Esto es, el corazón del negocio. Sólo así, afirman desde el Poder Ejecutivo, la operación podría avanzar. Obviamente, desde el Grupo Clarín esta alternativa no es opción, con lo que se recurriría a instancias superiores. Esto es la Justicia.

Telecom tiene al Grupo Clarín como uno de los principales propietarios del paquete accionario con un 40%, pero no la mayoría, ya que se comparte cartel por porcentaje con la compañía Fintech, del mexicano David Martínez.

Fondos buitre

Se trate de uno de los personajes más interesantes de la historia empresarial reciente de la Argentina, y que aparece en el escenario local desde el inicio del “Juicio del Siglo” entre el país y los fondos buitre que no aceptaron la reestructuración de la deuda planteada por Roberto Lavagna entre 2005 y 2006. Y que luego de reconvertirse en “buitre amigo” terminó como socio del Grupo Clarín en la compra de Telecom, y la autorización de operatoria en la telefonía celular. El otro 20% de las acciones es de cotización abierta.

Lo notable de la operación de cierre de la compra de Telefónica es que la ingeniería financiera fue realizada al mejor estilo Primer Mundo, como hace muchos años no se veía en el mercado local. Fue una combinación de movimiento de miles de millones de dólares, armado de estructura de crédito, intervención de actores del Primer Mundo financiero mundial y un secretismo envidiable.

Para comenzar, los agentes bancarios fueron el BBVA, Santander, ICBC y el Deutsche Bank. Entre todos, y bajo la garantía de la presencia de David Martínez y la gestión del vendedor español, de los 1.245 millones de dólares de la operación, casi el 90% proviene de apalancamiento financiero, un porcentaje poco habitual en este tipo de movimientos, donde en general, hay un importante aporte de capital propio. Más si el pago viene desde el mundo en desarrollo, como la Argentina.

Sin embargo, el buen Veraz internacional del socio mexicano, la presencia del Grupo Clarín y su aceptable currículum y, fundamentalmente, las ganas de Telefónica de acelerar su salida del muy complicado mercado argentino hicieron que las negociaciones se destrabaran rápido.

Telefónica-Telecom

Párrafo aparte para el secretismo de la operación. Por lo que se sabe, las conversaciones entre Telefónica y Telecom se dieron de manera directa desde mediados del año pasado, cuando desde Buenos Aires el Grupo Clarín y Fintech decidieron encarar la aventura. Se estima que los contactos directos comenzaron en junio 2024, y se aceleraron en el último trimestre del año pasado.

Para esa época comenzó a cerrarse la ingeniería financiera y la evaluación final de los activos que se irían a comprar. Incluyendo los servicios. En este paso hay que tener una cuestión siempre sobre la mesa: Telefónica quería irse de América Latina en general y Argentina en particular, lo antes posible.

¿Por qué no hubo negociación con otros grupos para potenciar una competencia al mejor postor? Fue una condicionalidad de los compradores finales. La operación sería a todo o nada, poniéndose de acuerdo en un precio y cerrando la liquidación final con un giro de los millones de dólares correspondientes. Punto.

Por qué participó Telecom

Si desde Madrid se hubiera querido una negociación abierta, probablemente Telecom no hubiera participado. Y ante la comparación de los carteles del grupo comprador y el resto de los potenciales interesados (y la potencial billetera financiera de estos), se decidió avanzar con el principal competidor de Telefónica de Argentina. Con un detalle importante, impuesto por el Grupo Clarín y el mexicano Martínez.

Toda la negociación debería ser secreta, blindada. No debería haber filtraciones de ningún tipo. Incluyendo la intervención del Gobierno nacional. Cuando la operación termine y se anuncie, debería ser una sorpresa para todos. Para el público, los otros interesados (al punto de que hasta la semana anterior alguno de ellos seguía comprando pliegos a los españoles para participar de la compulsa) y, en especial, para el Gobierno nacional. Y así cumplieron las partes.

Recién a fines de enero comenzaron a circular por oficinas poderosas públicas y privadas de Buenos Aires las versiones sobre que el elegido de Telefónica era Telecom. Y desde la Casa Rosada hubo alguna certeza hacia comienzos de febrero, cuando, coincidentemente, se deslizó alguna reflexión negativa desde el presidente.

Los socios de Clarín

Sin embargo, el listado de interesados que circulaba, y en el que el Grupo Clarín solo era un nombre más, tranquilizó a los libertarios. Quienes, finalmente, se enteraron de la concreción final cuando las informaciones de la megamillonaria operación llegó a las bolsas de comercio de Buenos Aires (desde Telecom) y Madrid (Telefónica).

Incluso un alto funcionario de la rama de los importantes del gabinete de Javier Milei se enteró del cierre de la compra vía la publicación On Line de Expansión, el diario español creado por el grupo Recoletos y tradicionalmente muy cercano a Telefónica.

La protesta oficial fue pública, notoria y desde la emisión de un comunicado firmado por la Oficina del Presidente. En las oficinas de la Casa Rosada había otros empresarios y grupos en mente para que se hicieran cargo de Telefónica de Argentina. Concretamente, los elegidos por los libertarios eran tres: el grupo Werthein, Eduardo Elsztain y el grupo Mindlin.

De hecho, en uno de los casos, el nombre era más impulsado desde el Gobierno que desde el verdadero interés del privado. Sin embargo, al correr las horas la ansiedad oficial por el anuncio del cierre de las negociaciones entre Telefónica y Telecom comenzó a ceder y se tomaron una serie de decisiones cruzadas.

La primera, dar por cerrada y confirmada la operación. Telefónica había vendido a Telecom su participación en la Argentina, y ya nada había para hacer. Caso cerrado. La segunda: plantearles a los compradores que se abre una etapa de negociación en la que, ahora sí, el Estado nacional estará presente. Y será la llave para que el desembarque llegue a buen puerto.

La llegada de Elon Musk

La defensa de Telecom para justificar la operación es que no debe considerarse el mercado de las telecomunicaciones desde la consideración del informe de la Secretaría de la Competencia en particular, y el Gobierno en general. Sino, el mercado debe ser analizado desde una posición más amplia, tomando en cuenta el gran escenario que implica la apertura inevitable del espectro al servicio de internet satelital.

Dicho de manera más directa, la irrupción en el mercado de Starlink, la empresa de Elon Musk, que hoy detenta el 100% de ese mercado. Pero también, como Telecom participa del mercado de marketplace digital y las billeteras digitales a través de Personal Pay, la apertura comparativa sería aún más amplia, ya que debería sumarse a la división porcentual a los bancos que operan la billetera de MODO y, obviamente, a Mercado Libre-Mercado Pago, de Marcos Galperin.

Este sería para el tándem Clarín-Martínez (nunca hay que dejarlo afuera en estas acciones) el inmenso mercado donde debería considerarse la operación de compra de Telefónica, donde, obviamente ese 70% del que habla el Gobierno se diluiría en un nivel inferior al 25%.

Para la mirada oficial, oficializada desde la Secretaría de Defensa de la Competencia, esto no es así. Y quizá solo habría que tener en cuenta si es o no competencia la telefonía satelital con la que la empresa de Elon Musk quiere inundar el territorio argentino, con una inversión que permitiría llegar no solo a las ciudades, sino también, directamente, a los celulares.