El negocio del libro: estrategias, rebusques e innovaciones para sobrevivir
En medio de la recesión y de los cambios culturales, la industria editorial vive su propia crisis. Lejos de la muerte, el libro impreso apuesta por promociones, series y la suba del formato digital.
La Inteligencia Artificial (IA), la inmediatez de las redes sociales y de los medios de comunicación y la segmentación cada vez mayor de los públicos, audiencias o lectores obligan a un cambio continuo de la industria cultural. En medio de la vorágine cotidiana y de crecientes costos del papel, el libro tal como se conoce pareciera perderse en medio de la marea.
Sin embargo, el negocio editorial tiene vida para rato y se registra un crecimiento en líneas generales. Claro que está lejos de funcionar como hace unos años atrás.
Si hay algo que ha cambiado de manera vertiginosa es el negocio editorial, que conoció épocas de tiradas “fastuosas” entre 1950 y 1990 y luego se reinventó casi de manera continua. Altas, bajas, modas y derrumbes que acompañaron los momentos de la economía argentina. Pese a todo el libro resiste y aunque la coyuntura de crisis no es el mejor momento para comprar un libro, las editoriales, imprentas y autores encuentran la vuelta.
“En el 2000 hubo un congreso en el que Microsoft declaró la muerte del libro en papel”, recordó Javier Piccolo, director de Ediunc, la editorial de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
Casi como los medios de comunicación de un tiempo a esta parte, el libro ha vivido en crisis y ni la televisión “mató” al cine o la radio, ni el libro tiene intenciones de dejar de existir. “El libro en papel ha demostrado ser un invento muy sólido, con un valor cultural muy grande”, destacó Piccolo.
La situación está lejos de ser la ideal para un sector que es el primero que se recorta cuando la plata no alcanza y según Alejandro Frías –escritor, editor y periodista- el libro ha vivido su propio proceso.
En este marco, el informe Global Entertainment & Media Outlook 2024-2028 de PwC sobre el mercado de medios de comunicación y la industria del entretenimiento en 13 sectores y 53 países marcó un dato interesante sobre el mercado editorial argentino. En Argentina, el mercado de libros de consumo es el segundo de más rápido crecimiento de América Latina. Después de México, el país muestra una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 4%.
Y agregó: “Se espera que los ingresos aumenten de US$9 millones a US$11 millones para 2028”. Según la consultora, los libros electrónicos lideran este crecimiento con un 9,3% CAGR, mientras que los impresos verán un incremento del 1,1% CAGR. Así, el impulso del mercado de libros en Argentina se potencia gracias a la Feria Internacional del Libro realizada en Buenos Aires, que el año pasado atrajo a más de 1,2 millones de visitantes. Más allá de la retracción profundizada por la crisis, los argentinos todavía apuestan por la lectura.
El paso a la virtualidad
La industria del libro es muy diferente en la capital del país que en las provincias como Mendoza, donde el rubro es muy pequeño y prácticamente artesanal. En general, los autores locales se autogestionan y –los más talentosos o afortunados- a veces cuentan con apoyo del Gobierno o las universidades. Los especialistas consultados explicaron que, aunque el libro digital es un formato que avanza, todavía no está tan difundido, con excepción de los libros de estudio. Frías explicó que desde lo académico hay una gran variedad de formatos digitales, lo que ha sido una solución para las aulas.
La virtualidad también es muy útil para la difusión y llegada de libros específicos o de nicho. El director de la Ediunc relató que –aunque no es la norma dentro de la editorial- sí hay libros de gran especificidad que se editan de manera virtual. El objetivo es facilitar la llegada a los distintos públicos que en el mundo están interesados por una temática específica. Hay que tener en cuenta que en la actualidad, para los libros que se compran para Kindle o formatos similares se observa cierta monopolización del negocio por parte de Amazon y que la no utilización del papel no garantiza per se un bien más económico.
“La industria editorial se protege, es rentable para las empresas aunque en menor proporción para los autores que cobran un porcentaje del precio de venta”, expresó Frías. Este es uno de los motivos por los que la autogestión y la venta por canales alternativos como webs, redes y el clásico boca a boca es la modalidad más elegida por los escritores noveles. “Después de mucho averiguar y de buscar presupuestos, me hice cargo de la escritura, el diseño y la corrección con una editorial chica de Buenos Aires”, relató Gabriela Moreno quien acaba de editar “Los cuentos del gato Ramón” para chicos.
Entusiasmada con su primera publicación, la autora mendocina recibió la noticia de la editorial con la que trabajo de que “no es sencillo ganar plata”. Ella pudo realizar una inversión y sabe que su camino para vivir de eso recién empieza, lleva su tiempo y admite modalidades diversas de venta y promoción. “Por lo que he conversado con gente de las librerías y editoriales, el libro impreso sigue en pie más allá del audiolibro u otras posibilidades virtuales. Hoy la dificultad está en que el dinero no alcanza para comprar un libro”, relató la autora.
Estrategias y reacomodamientos
Muchos escritores que terminan un libro no pueden pagar los más de $500.000 que puede salir la edición de 200 libros de menos de unas 100 páginas. De este modo, la edición en PDF o virtual es una opción para ganar lecturas que se suma a la posibilidad de sumar podcast o comunicar a través de redes sociales. Este recurso es muy utilizado, también, por referentes de la nueva literatura como Mariana Enríquez. De todas maneras, tanto Piccolo como Frías coinciden en que son formatos complementarios y que la apuesta es todavía por el libro impreso.
Desde lo comercial, es un producto buscado y que favorece más fácilmente tanto la implementación de las estrategias mencionadas como de otras que parecen haber llegado para quedarse. Una de ellas es, según Frías, la edición de libros seriados que no son nuevos, pero sí cada vez más populares gracias al avance paralelo del streamming y de las series.
“Hay libros que han acompañado generaciones como es el clásico Harry Potter y la industria editorial apuesta fuerte por ese formato”, precisó el editor y escritor. La modalidad es más palpable en los libros para niños y adolescentes ya que los más vendidos tienen un mínimo de 3 tomos y muchos pueden superar los 20 o pasar a la pantalla dada la aceptación.
En medio de la desregulación del mercado planteada por el gobierno de Javier Milei, la industria del libro y, sobre todo, de las librerías ha comenzado a reacomodarse. Ahora, según Piccolo, son las editoriales chicas las que arriesgan y apuestan por los autores nuevos, ya que las grandes suelen llevarse a los consagrados y no amplían el mercado. Por otro lado, la eliminación de la ley del libro (N°25.542) que establece un precio uniforme en todo el país para los distintos ejemplares, puede provocar una mayor concentración y liquidar a los comercios chicos.
Esto porque ahora las grandes podrían ofrecer mercadería más económicas que las chicas que no podrán competir en precios. “Esa es una ventaja de la ley, aunque la desventaja es que se ha concentrado más la venta de libros en Buenos Aires en donde está el grueso del negocio”, subrayó Piccolo.
Es que el precio fijo no es tan rentable si se pagan costos de envío, algo que en general absorben las librerías o, en el mejor de los casos, se abona a medias. Así, con el mismo valor de venta, las rentabilidades son menores. Para el libro la suerte no está echada, el sector sabe de crisis, reacomodamientos y reinvenciones. Según parece, hay libro papel para rato aunque las modalidades de venta, promoción y encuentro se modifiquen antes de que los lectores puedan darse cuenta.