Son de Chile, eligieron Mendoza hace 20 años y hoy facturan US$ 3,2 millones con espumantes de alta gama
Tomás Cruzat contó a MDZ la historia de la bodega que su abuelo fundó hace dos décadas y que hoy es una referencia en las burbujas argentinas.
Hace 20 años, un grupo de empresarios chilenos, con el reconocido vitivinicultor trasandino Pedro Grand a la cabeza, desembarcó en Mendoza con un objetivo: encontrar el mejor lugar para hacer vinos espumosos de alta calidad. En esa búsqueda, encontraron el terroir de Luján de Cuyo como punto de partida y la sociedad de Pedro Federico Rosell para materializar lo que hoy se ha convertido en una de las bodegas de referencia de las burbujas de alta gama en el país: Bodega Cruzat.
Este emprendimiento que empezó hace dos décadas con una inversión de US$ 6 millones se ha convertido en el único que se dedica exclusivamente a la elaboración de espumosos bajo el método tradicional o champenoise y ha logrado un promedio de facturación que supera los US$ 3,2 millones anuales.
Hoy en día, ya no son ni Grand ni Rosell los que lideran el proyecto, sino que ya son los nietos de los socios chilenos los que lideran el negocio, mientras que el arte de elaborar las burbujas, así como la gerencia general de la bodega ha quedado en manos de Lorena Mulet. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: elaborar vinos espumantes de alta calidad. Actualmente la producción de la bodega ha llegado a unas 500 mil botellas que se comercializan en un 80% en el territorio argentino y el 20% restante se distribuye en 15 países de todo el mundo.
En el marco del 20 aniversario fue Tomás Cruzat, nieto de Pedro Grand y actualmente director Ejecutivo de la bodega junto a Sergio Barros, quien charló con MDZ Online sobre la historia de la bodega que lleva su apellido, el crecimiento de la empresa en este tiempo y algunos otros pormenores del negocio de los vinos espumantes.
-¿Cómo arrancó Cruzat?
-La historia parte con mi abuelo, Pedro Grand, un chileno vitivinicultor que es una eminencia en Chile. Dentro de todas las viñas que fundó está Viña Montes, con Aurelio Montes, Douglas Murray y Alfredo Vidaurre. Ellos formaron un muy buen equipo y mi abuelo estaba en todo lo que era la bodega y la estructura para tener la capacidad para poder producir vino. Aurelio era el enólogo y Douglas Murray fue uno de los mejores vendedores de vino de Chile.
La gracia de Montes, más allá que fue una bodega que se hizo conocida, fue una de las primeras viñas en Chile en donde ellos desarrollaron o pudieron desarrollar calidad en el vino chileno. Antiguamente el vino chileno era volumen, barato o a granel. Entonces el promedio de exportación del vino chileno era muy bajo. Montes fue uno de los primeros capaces de decirle al mundo que Chile sí tenía buenas uvas, buenos enólogos y que podía competirle a los mejores vinos con buena calidad. Montes rompe con todo este esquema en el mundo vitivinícola en Chile y logra un precio promedio por caja que realmente rompió los esquemas.
Mi abuelo tuvo mucha experiencia y estuvo en todo el proceso de Montes y después vendió su parte. Después de eso, él siempre quiso hacer espumantes con el método champenoise o el tradicional francés. Porque él quería desarrollar espumosos de alta gama. Con mi papá, que era su yerno, empezaron a investigar y ver varias ubicaciones en Chile. En la búsqueda del mejor Pinot Noir y el mejor de Chardonnay para espumantes encontraron que finalmente el mejor lugar que tenía la altura, la acidez necesaria y todas las características principales era Mendoza, especialmente Luján de Cuyo.
Ahí dieron con Pedro Rosell, también una eminencia acá en Mendoza, un personaje muy conocido y muy querido. Y él fue finalmente quien introdujo esta zona a Pedro Grand y a Gastón Cruzat, mi papá. Ahí formaron esta bodega, con el fin de hacer un proyecto boutique de espumantes que se hacen por el método champenois. Compraron esta finca que tenía en esos momentos 8 hectáreas y a lo largo de estos 20 años hemos comprado, nos hemos expandido a los alrededores porque necesitamos más uvas.
-¿Cuánto han crecido en estos 20 años?
-En un principio partió siendo una bodega boutique e íbamos a desarrollar y producir 200 mil botellas como tope y hoy en día hemos llegado a 500 mil botellas. Es más del doble de lo que nos propusimos, pero sin dejar pasar la calidad, que eso finalmente es lo más importante para nosotros.
Y hoy en día logramos que después de 20 años un crítico como Tim Atkin nos haya premiado como la bodega de espumantes del año. Hoy en día tenemos 14 productos y varios de ellos hoy tienen más de 92 puntos. Y eso nos da una reputación de realmente expertos en champenois, expertos en desarrollo de productos de alta gama. Y por eso llegamos a los 20 años muy felices, con muchas ganas de seguir creciendo, pero siempre tratando de mantener esta calidad.
-¿Cómo es el manejo hoy de la bodega?
-Mi abuelo fue socio de Sergio Barros en Montes. Cuando él ya estaba más grande, pero varios años antes de fallecer, quiso salirse de Cruzat, pero mi padre no. Fue ahí entonces cuando Carlos Barros, hijo de Sergio, decidió comprarle su participación. Ahí quedamos como socios Carlos Barros, Gastón Cruzat y Sergio Barros (hijo de Carlos) y yo. Con Sergio hoy somos directores Ejecutivos, pero Lorena Mulet es la gerente de Operaciones y enóloga. Ella fue la mejor alumna de Pedro Rosell y lleva trabajando aquí muchos años. Ha manejado el legado de Pedro Rosell a su mayor esplendor y hoy en día incluso ha mejorado la técnica y eso es lo que hemos logrado, empezar a innovar. Y con esa innovación hemos logrado productos que antes no nos hubiésemos imaginado, como un espumante orgánico, un Ice, que es un poquito dulce, el PetNat, otro vino con menos graduación alcohólica… Tenemos un gran espectro de productos distintos, sin dejar pasar nuestro foco que es en la calidad y tener los mejores espumantes, que eso lo mantenemos en nuestro segmento más alto donde el ícono es el Millésime.
-¿Cómo es para ustedes como chilenos seguir invirtiendo en un país como Argentina?
-Ha habido momentos difíciles, sobre todo por el mercado capital. Con esto me refiero a que para nosotros sería muy bueno tener acceso a deuda, acceso a beneficios tributarios o sistemas para poder invertir más. Ha sido muy difícil o exigente, porque ir creciendo requiere capital, requiere comprar más botellas, más vino, y eso generalmente en empresas o en viñas se trabaja mucho con deuda.
Aquí ha sido más exigente porque toda la caja es con aumento de capital. Entonces finalmente sí ha sido difícil, pero nos ha resultado muy bien porque a los argentinos les gustan los productos argentinos, consumen bastante espumantes, y se siente que están representados en este producto. Hemos tenido muy buena llegada y hemos logrado muy buena marca y reconocimiento.
Estamos muy felices de eso y optimistas con lo que va a pasar en Argentina. Creemos que ya ha pasado lo peor y ahora la gente va a empezar a tener, como le dicen, guita para poder consumir productos de mayor calidad y que están en un segmento más alto. Pero si lo resumo en una frase, sería optimista de los argentinos. Eso finalmente se va a traspasar a toda la Argentina.
-¿Se consume en Chile?
-Sí, estamos en Chile, pero finalmente aquí es donde más tenemos reconocimiento.
-¿Cuál es el promedio de facturación que tienen?
-Estamos produciendo alrededor de 500.000 botellas y tenemos un precio promedio de alrededor de 6,5 dólares por botella, que es un precio bastante adecuado, porque finalmente nosotros agregamos bastante valor por botella. Mantenemos esa calidad porque lo que pasa bastante en bodegas cuando tratan de generar más volumen es que hay que bajarle el precio, bajar el costo y finalmente se cambian de método champenois a un charmat. Ahí es cuando uno empieza a generar mayor volumen.
-¿No les interesa crecer en volumen?
-No, estamos interesados en mantenernos como una bodega boutique reconocida por su espumante de alta gama. Queremos crecer, pero nunca sacrificar nuestro sello por eso. Queremos seguir siendo año a año el mejor espumante, seguir sacando los premios. Siempre enfocados en la calidad y en la excelencia. Y en innovar, no queremos quedarnos ahí dormidos, tratar de sacar productos nuevos, entretenidos, pero siempre enfocados en la calidad y no en el volumen.
-¿Cuál sentís que ha sido en estos 20 años el hito que más los ha marcado en Cruzat?
-Han pasado varias cosas. Primero cuando sale Pedro Rosell, que fue el enólogo, y toma la mano Lorena Mulet. Yo creo que ese fue un hito muy importante, porque las bodegas son como las cocinas. Siempre hay un chef que está a cargo del producto y el chef tiene su sello. Siempre hay un susto de que no se pueda hacer un traspaso de este conocimiento. Creo que un hito importante fue cuando Lorena se hizo cargo de la tecnología. Ella año a año va creciendo y generando nuevos productos y manteniendo y mejorando la calidad. Eso fue muy importante, hasta culminar ella tomando la gerencia general. Creo que todo ese progreso de Lorena está enmarcado con la bodega y va de la mano de un crecimiento en conjunto, con nosotros apoyando por detrás.
También están todos los premios que hemos logrado, los puntos, los reconocimientos... Han sido los hitos, pero internamente el tema de Lorena tomando la tecnología y finalmente llegando a ser después de 20 años la gerenta es un hito muy importante y algo para destacar.