Presupuesto familiar: paso a paso para armar uno y cuidar el bolsillo
El desajuste entre el precio de los salarios y el resto de la economía crece a pasos agigantados con la alta inflación en danza. Ideas para organizar las finanzas y no morir en el intento.
Cada ida al súper, la panadería y el almacén implica un desembolso mínimo cercano a los $10.000. El nuevo aumento de la nafta y los que se vienen en tarifas, sumado a los que se ven todos los días, obliga a las familias a ajustar su presupuesto diario. De este modo, más allá del ahorro, la inteligencia en el momento de consumir, las restricciones y el estar atento a las ofertas, hay una estrategia básica para cuidar el bolsillo.
Se trata de comenzar a elaborar un presupuesto familiar o personal de manera detallada con el objetivo de minimizar las sorpresas a fin de mes y de reducir los descubiertos. El inicio del año también es un momento propicio para tomarse un tiempo de planificación de las finanzas del hogar como si pertenecieran a las de una empresa. En realidad, a modo de metas para el nuevo ciclo, es un compromiso mucho más importante que tiene que ver con la calidad de vida en contextos complejos.
En este marco, el economista Daniel Garro de Interntional Valeu Group y experto en este tipo de asesoramiento, explicó que el objetivo de las finanzas personales es generar excedentes para invertir sin que se resienta el nivel de vida. No se trata de continuar con los consumos de las épocas de vacas gordas sino, por el contrario, de llevar adelante lo que él denomina “austeridad estratégica”.
Por otro lado, Garro destacó la importancia de diferenciar activos y pasivos. Los primeros son los que colocan plata en nuestro bolsillo y están relacionados con la posibilidad de invertir mientras que los segundos son solo los que nos quitan el dinero sin más. Claramente no se pueden eliminar, pero sí es una idea inicial para empezar a ser más racionales con los consumos.
“Para ser eficientes con nuestro presupuesto, una clave es trabajar con nuestras emociones”, comentó el economista. Es que a partir de su experiencia –y marcados por la sociedad de consumo en la que vivimos- muchas personas gastan o por impulso o por la necesidad de demostrar algo a través de los bienes. Aunque no es una conducta sencilla de modificar, empezar a hacerse este tipo de preguntas puede ser una manera de mejorar nuestras finanzas personales.
El paso a paso
Para elaborar el propio presupuesto familiar o personal, es importante tomarse algunos días. El objetivo es pensar con claridad acerca de los consumos así como dar la posibilidad de sumar o agregar cuestiones que se nos pasen en una primera revisión de gastos. No importa el sistema que se utilice para plasmarlo, lo importante es que se elija una herramienta que sea sencilla para cada uno de nosotros. Así, para algunos será una lista en papel, para otros un Excel, un Word, etc.
El primer paso, según detalló el economista de International Valeu Group, es realizar un listado de todos los gastos que tenemos. Es probable que no los tengamos tan claro en la primera vez, por lo que un buen consejo es anotar durante todo un mes los egresos y poder hacer un estimativo más allá de la inflación en danza. “Una vez hecha esta lista es clave comenzar a clasificarla”, explicó Daniel Garro y ese es el segundo paso para hacer el presupuesto.
El criterio de clasificación tiene que ver con determinar qué sucede con nuestra vida si se deja de gastar en ese bien o servicio consignado. “Si no lo compro, ¿mi vida se complica?, ¿cuánto realmente’”, ejemplificó el economista. Para dar un ejemplo claro, es obvio que si no se adquiere comida se tendrá un problema. Esto es clave hacerlo gasto por gasto. Si la respuesta es que no pasa nada significativo, es que eso se puede y se tiene que eliminar. No es que después lo hagamos de hecho, pero al principio deberá marcarse como no esencial.
El tercer paso es dejar decantar esa lista para ver si podemos sumar o quitar algo. Es importante dejar pasar 24 horas para reflexionar y ver lo que tenga relación con el impulso, la ostentación o la costumbre. El objetivo de los pasos uno, dos y tres tienen que ver con hacer conscientes nuestros gastos y con dejar una estructura de obligaciones mucho más chica.
El cuarto punto una vez que tenemos el listado más moderado es, otra vez ítem por ítem, preguntarse si se trata de algo que se puede bajar o reemplazar por un equivalente más barato. Por caso, no tendremos margen para el pago del alquiler, pero sí para reducir otros costos. Es el caso de servicios como luz y gas, pero también de tipos de alimentos, productos o marcas que impliquen una erogación menor y satisfagan necesidades similares.
“Otra cosa que también se puede reemplazar son los servicios de streaming como Netflix por películas gratis a través de internet”, ejemplificó Garro. Así la cuarta etapa tiene que ver con reducir de diversas maneras esos gastos que son esenciales para cada uno de nosotros. Es importante aquí ser muy rigurosos con el objetivo de no desanimarse cuando se llega al quinto paso que es el de contrastar ingresos con gastos.
Incluso más vale pecar por exceso que caer en cierta depresión cuando vemos que, aún realizado el ajuste, los ingresos son menores que los gastos. “Cuando eso sucede, muchas personas se desalientan y no insisten en su trabajo de finanzas personales, algo que los puede ayudar mucho a surfear el día a día”, comentó el economista. Por eso insistió en la rigurosidad extrema y en la austeridad estratégica debido a que el objetivo final es que haya un excedente que pueda ser invertido después.
El último paso y una yapa
El paso número cinco es, entonces, la contrastación de los ingresos con los gastos. Ahí es donde veremos si nuestro presupuesto es negativo o positivo. Lo ideal es que el saldo sea equilibrado y hacer la mayor cantidad de ajustes posibles hasta que esto suceda. En este punto, la comparación se hace entre ingresos y gastos corrientes. Es decir que no sirve sumar un dinero que ganemos de manera eventual, como extra o una cuestión particular.
No hay que hacerlo porque eso desequilibrará nuestro presupuesto general y puede llevar a confusiones o a realizar gastos que luego no se puedan sostener en el tiempo. Incluso, si uno hace una pauta de gastos e ingresos de manera anual, también hay que dejar afuera los ingresos que no sean constantes o corriente. Esto es porque nos puede dar un equilibrio en los doce meses, pero nos complicaremos la vida en el intento de sostenerlo mes a mes cuando ese dinero no esté.
“Al presupuestar así, cuando nos llega un extra que está fuera de la previsión se pude guardar”, explicó Garro. Agregó que no se trata de guardar por guardar sino de hacerlo para invertir, para obtener una ganancia y comenzar así a generar un excedente en nuestros ingresos. Lo ideal es no destinar estos extras a gastos corrientes o pasivos, como se explicó al principio, sino de comenzar a generar un capital que permita invertir y tener rentas colaterales.