Opinión

Despachantes de Aduana: ¿cómo seguimos?

Los despachantes de aduana y consignatarios son personas con licencia para despachar que actúan como agentes auxiliares del comercio y del servicio aduanero.

Vicente Viciconte domingo, 14 de enero de 2024 · 07:00 hs
Despachantes de Aduana: ¿cómo seguimos?
El servicio de despachante seguirá siendo primordial para garantizar el debido proceso. Foto: MDZ

Si bien muchos interpretan que el DNU va en detrimento del asesoramiento de despachantes de aduana, creo que el servicio de despachante seguirá siendo primordial para garantizar el debido proceso y ejecución de las operaciones del sector. Claramente se va a ponderar y valorar la consultaría integral en esta materia, estas normativas tienen como objetivo democratizar el sector, por lo que las buenas prácticas y conocimientos específicos en materia aduanera serán cruciales para que los nuevos participantes logren agregar valor en esta cadena sin perder dinero por falta de pericia y/o experiencia.

El impacto de este DNU sobre la demanda del servicio es totalmente relativo, ya que la responsabilidad y complejidad de las tareas de clasificación, valoración aduanera, liquidación de tributos, etc., necesitarán una asistencia especializada. Eliminación de los registros y la libre participación de los individuos en el sector: La desburocratización y pluralización de la participación que intenta el DNU otorgando libertades a cualquier individuo de operar, nos invita a pensar la implicancia de mayores riesgos para el sector privado en general, como así también para el correspondiente control de la administración pública sobre nuestra actividad.

No debemos olvidar que los principales objetivos del control aduanero son garantizar el cumplimiento de la normativa vigente, detectar acciones fraudulentas a la nación o contrabando y por sobre todo velar por la seguridad nacional. Por el contrario, desde el sector privado, sin el debido conocimiento del procedimiento aduanero, queda comprometido a multas monetarias de envergadura, confiscación de mercancías parciales o totales, suspensiones o revocación de licencias o permisos aduaneros, prohibición automática de futuras importaciones o exportaciones, como así también procesos penales automáticos y penas de prisión de cumplimiento efectivo. 

Los principales objetivos del control aduanero son garantizar el cumplimiento de la normativa vigente

Este DNU obliga a todo el sector a la digitalización de los procedimientos aduaneros: Esto obligará a la aduana a acelerar los procesos de control de todos sus procedimientos. Esta determinación de migrar a un sistema digital, vuelve innecesario los tediosos soportes en papel, y deja automáticamente sin efecto las fiscalizaciones personalistas burocráticas que hacen ineficiente y corrompen el debido procedimiento de control. Prohibiciones, la medida libera el comercio internacional de las prohibiciones de carácter económico, que lejos de proteger la producción nacional durante años han entorpecido, deteriorado y beneficiado a ciertos sectores del comercio en detrimento de otros, desfavoreciendo así la libre competencia.

Algunas valoraciones profesionales

Este Decreto nos interpela y obliga a dar una profunda discusión en el sector de comercio internacional, nos debemos un análisis introspectivo para entender a donde nos han llevado y hacia donde nos dirigimos actualmente, para poder cambiar el futuro de la vinculación y las relaciones que tenemos con el mundo, independientemente de las necesidades y urgencias de nuestra economía.
Lamentablemente hoy el comercio exterior en la republica argentina sufre a un sistema y una estructura de control extremadamente burocrática, con un intervencionismo inédito desde su última gran modificación 23.03.1981 que dio origen a nuestro actual Código Aduanero.

En los últimos años, el estado se ha convertido en una usina inagotable de normativas y disposición que han dinamitado la competitividad de nuestro país, precarizando y distorsionado por completo al sector, siendo cada vez más difícil participar del mismo. A través de los años, el incremento de la burocratización y precariedad de los sistemas de control y faltas de garantías
al sector privado del proceso han sido restrictivo, desalentando el crecimiento del sector acumulando una fragilidad, inestabilidad e incertidumbre que ha desalentado por completo la inversión y participación en cada una de las actividades que componen al mismo.

Si el gobierno argentino busca salir de esta inestabilidad competitiva y realmente quiere cambiar de una vez y para siempre la precariedad e incertidumbre, debe lograr un cambio de paradigma, un verdadero shock para todos los integrantes del sector, desde sus organismos de control, prestadores de servicios en general hasta los genuinos importadores y exportadores. Todos deben lograr cambiar sus perspectivas y expectativas. Es necesario involucrar a todos, entender que navegamos en el mismo barco y debemos buscar las mejores oportunidades para cambiar el rumbo de nuestro país en su conjunto.

El estado se ha convertido en una usina inagotable de normativas.

Durante años hemos abandonado la búsqueda de la competitividad industrial, hicimos un culto de del proteccionismo paternalista, el resultado fue la autodestrucción y deforestación total de la innovación industrial argentina, donde escasos rubros han logrado ser vanguardistas y extremadamente competitivos en la exportación de materias primas, pero lamentablemente tenemos un puñado de empresarios importadores que ganan dinero a costa de este parangón proteccionista, con el único fin de cobrar sobre precios
pagados por una sociedad cada vez más pobre, con una balanza comercial desequilibrada en la generación de valor agregado, totalmente decreciente en una espiral de aislamiento y fragilidad industrial nacional a niveles extremos.

Es por esto que, creo necesario un cambio urgente y el DNU es el principio de nuevo rumbo del futuro de nuestro país, se han limitado y en algunos casos prohibido las facultades de daño de un sistema burócrata, para dar garantías a futuras inversiones, una evolución enorme para nuestros sistemas de control. Existen muchas más cuestiones a mejorar, como nuestro confuso sistema cambiario oficial, que hasta el momento todos los operadores deben pasar obligadamente por el Banco Central para poder operar con el mundo. Asimismo, nos debemos una gran discusión tributaria, desregularización del comercio hacia el mundo más allá de nuestra política arancelaria común (bloque económico Mercosur).

Por último, y no menos importante, espero este decreto sea el inicio de una gran reorganización económica y social, acompañado de una objetiva, consolidada y sostenible política de comercio internacional, donde todos los participantes del sector puedan ponderar su valor agregado en esta transformación.

Vicente Viciconte.

Vicente Viciconte, Licenciado en Comercio Internacional

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