Precios en modo electoral: la "olla a presión" que puede saltar el 23 de octubre
La apuesta del Gobierno de congelar precios clave de la economía son una amenaza latente para el día después de las elecciones. La inflación de dos dígitos que tendrá el país en agosto y septiembre, como mínimo, meten presión y generan un caldo de cultivo para una disparada posterior.
Tras el resultado de las PASO el pasado 13 de agosto, el ministro de Economía y candidato oficialista, Sergio Massa, decidió poner un nuevo cepo, en este caso a aumentos de bienes y servicios clave, que ahora estarán sin cambios hasta octubre en algunos casos y hasta noviembre o diciembre en otros.
El objetivo es evitar el traslado a precios de la devaluación del peso del 18% - el dólar oficial subió 22%- aplicada el 14 de agosto a la mañana, sólo horas después de conocerse el batacazo de Javier Milei y su troupe de libertarios en las PASO.
Para ello, fueron literalmente pisados los aumentos previstos en combustibles hasta noviembre, prepagas hasta diciembre, tarifas de luz y gas hasta el 31 de octubre y fundamentalmente el precio del dólar, que es el que más incide como motor de la inflación. Quedó al margen el agua potable (AySA), con facturas que están llegando por estos días con aumentos de hasta 200% respecto del mes pasado.
Dólar quieto
En ese sentido, la decisión del ministro-candidato fue mantener fijo el tipo de cambio mayorista en $350 hasta pasadas las elecciones generales, lo que también impacta en el dólar minorista, que navega en la zona de los $365/67.
Este no es un dato menor, por cuanto es la base que se toma para calcular al menos seis tipos de cambio diferenciales que hoy rigen en la Argentina, el Solidario o Ahorro, el dólar turista, el dólar Qatar, el Coldplay, el dólar lujo, y la versión cripto. Todos ellos se calculan sumando el Impuesto PAIS (30%), anticipo de Ganancias (45%), y alguna alícuota especial, que termina en muchos casos duplicando el valor inicial.
Sólo quedan por fuera el dólar blue, que genera un gran dolor de cabeza al Gobierno y que tras la devaluación se disparó hasta los $795 el 16 de agosto para estacionar en la última semana en la zona de $730. También están fuera el dólar MEP o Bolsa ($684) y el Contado con Liqui, el que usan las empresas para sacar dólares legales del país a una cuenta en el exterior y que hoy cotiza a $761.
El día después
Los congelamientos de precios nunca son buenos consejeros en materia económica, por más que puedan tener un efecto beneficioso inicial. Es que en un escenario de inflación que hasta julio se ubica en el 113,4% anual, pero con el dato de agosto probablemente se acerque al 120% interanual, es muy difícil mantener sin cambios los precios de tarifas, combustibles, prepagas, y dólar oficial.
Nadie sabe qué puede pasar después. Y justamente allí radican los principales cuestionamientos. El nuevo cepo a los aumentos es una presión importante que el 23 de agosto puede gatillar incrementos más allá de los acuerdos alcanzados.
A esta altura y con el proceso electoral en marcha los actores económicos saben que no se pueden oponer a un reclamo del Gobierno para contener la inflación, pero el margen de acción es mínimo.
La experiencia argentina en materia de precios pisados no ayuda a ver luz al final del túnel. Los atrasos que acumulan las tarifas de servicios públicos, que en el arranque de la segmentación de tarifas en 2022 llegaba al 80%, tarde o temprano se impone a la realidad. Y desarmar los desajustes se parece bastante a un mecanismo de relojería que requiere precisión extrema.