Caiga quien caiga, Javier Milei comenzó a ajecutar su "plan maestro"
El martes, Luis Caputo hizo de interlocutor para explicar el plan de ajuste que planeo el presidente. Ahora resta esperar. Si no funciona, el presidente ya tiene ideado un "plan B".
Javier Milei comenzó el martes su Gobierno real, confirmando una máxima que caracterizará sus días en la Casa Rosada (u Olivos): el será el ministro de Economía, y quién esté formalmente al frente del Palacio de Hacienda, simplemente cumplirá el rol de ejecutor del plan maestro que el libertario tenga en mente en ese momento.
Así quedó expuesto sin eufemismos al presentar en sociedad al primer capítulo del mega ajuste ortodoxo fiscal del que Luis "Toto" Caputo ofició de comunicador y que Javier Milei diseñó como su obra propia de arranque de gestión. El ministro de Economía simplemente inyectó algo de contenido y especificaciones técnicas al plan maestro que el presidente viene pensando desde antes de las PASO de agosto pasado y que cada día fue perfeccionando en su mente libertaria, hasta llegar al debut del martes, donde su obra comenzó a quedar en claro para la sociedad.
Esto es un programa ortodoxo de reducción pura y dura (sobre todo esto último) del gasto público para llegar al superávit fiscal (su meta máxima) en algún momento del último trimestre del 2024. Cueste lo que cueste. Caiga quien caiga.
Tal es su obra que Caputo debió cambiar tres veces el tono del mensaje grabando y regrabando la presentación del plan de ajuste, dado que ni a Milei, ni a su hermana Karina, convencía al plasmar la obra del presidente en cámara.
Lo que Javier Milei expresó en medidas plasmadas por el exhombre de finanzas de Mauricio Macri, es la manera en que el presidente ve la realidad económica urgente de la Argentina. Milei cree, firmemente, que Argentina está al borde de la hiperinflación y que de no actuar de manera rápida y firme, la amenaza se convertirá en una realidad imposible de parar.
Considera, luego de teorizar el problema con innumerables cuadros de Excel, que no hay tiempo para demorar la aplicación de un plan de ajuste que tenga en el centro de la escena la misión de evitar el colapso inflacionario del país. Javier Milei defiende a rajatabla su proyección de un aumento acelerado de precios de hasta el 15.000% si no se actúa rápido y con eficiencia. Considera que los precios están desanclados y necesitan volver a un nuevo equilibrio de manera urgente, para lo que se necesita un ancla nominal imprescindiblemente rápida de aplicar.
Siguiendo la teoría económica, para Javier Milei sólo hay tres vías para encarar el problema de la aceleración inflacionaria. Afirma que no puede utilizarse la tasa de interés por las expectativas negativas del sistema financiero por la situación de las leliqs y el pésimo comportamiento monetario de las últimas décadas, como tampoco se puede fijar el tipo de cambio por no haber dólares: sólo queda el ancla fiscal.
Llega, así, a la conclusión que la única manera de volver a equilibrios macro es dominar la cantidad de dinero en circulación, cerrando de manera brutal los grifos fiscales de 5,5% del PBI vía desfinanciamiento total del Banco Central de la República Argentina (BCRA), al Ejecutivo y al Estado en general.
Aplica el cálculo que el nivel de equilibrio necesario implica un ajuste fiscal de más del 5% del PBI, lo que deriva en el plan presentado por Luis "Toto" Caputo con un esquema final de reducción del gasto del 60% y una mejora en los ingresos del 40%.
El plan de ajuste alcanza a un 5,7% del PBI, que luego se reduce al 5,2%, al sumar los gastos por incremento de los planes sociales para atenuar los efectos del programa extremadamente ortodoxo presentado en sociedad. Los números en las planillas de Milei indican que, para fines del 2024, su proyección fiscal indicará que el ansiado equilibrio fiscal no sólo habría sido alcanzado, sino superado en algunos puntos básicos del PBI, panorama que se acompañaría con un resultado positivo entre exportaciones e importaciones de entre 5.000 y 8.000 millones de dólares. Dicho de otro modo, Milei habría llegado en el primer año de gestión (el 2024 completo) a los superávits gemelos, meca incandescente de su propuesta económica y política de salida de la crisis crónica de la Argentina.
Para esto, Javier Milei no tiene empacho en plantearle a la sociedad las medidas extremadamente impopulares como la reversión en la mejora de Ganancias para la cuarta categoría; un incremento de las tarifas de servicios públicos, como energía, gas y agua; incrementos en el transporte; encarecimiento general del tipo de cambio (incluyendo los gastos de argentinos en el exterior que, por prejuicio del cronista, coinciden con su visión política general); y, fundamentalmente, un incremento de los precios generalizados de la economía sin un ancla que los controle aunque más no sea como ayuda.
Así asume Javier Milei el compromiso que asumió días antes de su asunción, durante su gira por Washington y su visita al secretario de Defensa Jake Sullivan, a quién le aseguró "estoy dispuesto a asumir el costo del ajuste".
Cumple también con el paquete presentado el martes con la promesa al Fondo Monetario Internacional (FMI) de afirmar que sobregiraría las metas que figuran en el Facilidades Extendidas (hoy caído) para el 2024, donde el déficit fiscal primario estaba ubicado en el 0,9%, casi dos puntos menos que el objetivo que se impuso Javier Milei. Tal es la expectativa que generó el plan de ajuste del libertario, que hasta el propio FMI bendijo la valentía del programa, pero le pidió consideración sobre las consecuencias sociales del mismo, poniéndose a disposición para abrir las negociaciones cuando se considere necesario (será a comienzos del 2024) y diseñar políticas conjuntas para atender el inevitable incremento de la pobreza.
El programa de Javier Milei consta, además, de dos capítulos importantes. El primero, y más directo, basado en medidas que se podrán aplicar vía decreto, entre las que se incluye la tan esperada devaluación llevando el dólar oficial hacia los 800 pesos y la inauguración de un período de crawling peg de un ritmo de 2% mensual; la suba de tarifas de servicios públicos y transportes; el incremento en los combustibles; limitación al máximo de transferencias a provincia; suspensión virtual de la obra pública; y el ajuste sobre los empleados de la administración nacional.
El segundo capítulo es el que menciona los proyectos que deben pasar por el Congreso Nacional, entre los que se encuentran medidas impositivas como la reversión en Ganancias; la suspensión de la actualización de la movilidad jubilatoria y su reemplazo de un sistema de indexación vía decretos; la suba de retenciones a 15% para todas las exportaciones, salvo la soja que mantendría el 30%; el llamado a una moratoria impositiva; y a un muy generoso blanqueo de capitales.
Pero si todo este aparato fiscal y de aumento de la presión impositiva fallara, Javier Milei tiene en mente un "plan B" de incremento en la recaudación. La inflación que inevitablemente generará este programa, sería acompañada por un congelamiento absoluto en el gasto público salarial a niveles de diciembre 2023, con lo que se generaría un mecanismo de licuación de erogaciones vía alza de los ingreso tributarios. Magia contable que no refiere a nada nuevo, ni nada que no se haya aplicado antes, incluso en gestiones populistas.
Y que ante la posibilidad de un alza en los precios de más del 60%, para el período 10 de diciembre 2023-31 de marzo de 2024, podría aportar algo más de un punto porcentual del PBI en el programa maestro de ajuste fiscal que el martes conoció el público a través de la algo monocorde voz de Luis "Toto" Caputo, en su flamante rol de macroeconomista megaortodoxo, una posición bastante lejana a aquella del experto en finanzas a nivel global.
Ya tendrá tiempo de desplegar ese talento. Pronto lo espera la explicación de la segunda parte del programa que Javier Milei tiene en mente y que Caputo tienen que aplicar: el desarme de la bomba de Leliqs, el motivo por el cual Caputo fue convocado al sillón máximo del Palacio de Hacienda.

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