¿Qué va a pasar con la economía tras el balotaje?
El domingo 19 de noviembre, los argentinos votaremos en el balotaje para elegir quién será nuestro presidente durante los próximos 4 años.
En este clima de máxima incertidumbre, todos nos hacemos la misma pregunta:
¿Qué sucederá el martes 21 de noviembre cuando abran los mercados?
En un escenario en el cual Sergio Massa resulte ganador, lo más probable es que realice una fuerte devaluación y ajuste del gasto público entre el 21 de noviembre y el 10 de diciembre para comenzar su presidencia con aires de renovación. Probablemente, el martes 21 de noviembre, Sergio Massa renunciaría aduciendo una “incompatibilidad” entre el cargo de presidente electo y el de ministro de economía. En su lugar podría asumir el viceministro de economía, Gabriel Rubinstein, quien, a cambio de un “generoso acuerdo”, como se dice en la jerga política, se encargaría del trabajo sucio: devaluación y ajuste.
En cambio, si resultara electo Javier Milei, el actual ministro de economía y “presidente en funciones” intentaría pasar el ajuste y devaluación a la próxima administración. En este escenario, Javier Milei realizaría la devaluación y ajuste fiscal después de asumir el 10 de diciembre. Todos los caminos conducen al mismo resultado, que es lo que se presenta como el fin de año y el verano más turbulento de los últimos 20 años por el inevitable proceso de reacomodamiento macroeconómico que tenemos por delante. El ajuste de las variables es inevitable; la única pregunta es si lo decide la política o lo produce el mercado por la fuerza.
Los fines de ciclo son, por definición, períodos turbulentos. Estamos terminando un ciclo económico intervencionista y de destrucción del stock de capital de 50 años de duración. Durante estas décadas, tuvimos confiscación de depósitos bancarios, de ahorros jubilatorios, uso indebido de reservas del banco central, endeudamiento en dólares, reservas negativas, emisión monetaria descontrolada e impuestos confiscatorios. El país cambia de rumbo, la política cambia de rumbo y la sociedad cambia de
rumbo no porque quiera, sino porque no hay de dónde sacar más recursos.
Estamos parados sobre una olla a presión a punto de reventar. El déficit fiscal alcanza los 5 puntos del PBI y el cuasifiscal los 10 puntos. Salir del cepo es especialmente complicado por la enorme emisión monetaria que implica el pago de intereses de los pasivos del banco central. La salida no será fácil e implica una de las siguientes opciones: inflación aún más elevada, confiscación de depósitos o endeudamiento.
La tendencia del dólar es al alza. Muy probablemente, superará los 1.000 nuevamente en diciembre, siendo este valor un piso. Su techo dependerá de la magnitud del ajuste fiscal y de la opción elegida para desactivar la “bomba monetaria” que deja el gobierno saliente en el banco central. La nueva administración deberá evitar postergar los problemas y superar con éxito el verano. Con la
llegada del otoño, la economía podría comenzar a estabilizarse debido al favorable contexto para nuestras exportaciones.
- En 2024 tendremos una buena cosecha, un incipiente pero sólido superávit de la balanza energética y empezarán a traccionar las exportaciones de litio.
- En 2025 alcanzaremos los 100.000 millones de dólares en exportaciones.
Por otro lado, la FED podría comenzar a bajar la tasa de interés en 2024, lo cual son buenas noticias para los países emergentes.
Tras los grandes shocks macroeconómicos, si se recupera la rectitud fiscal argentina crece. Más aún si el reordenamiento es acompañado por un contexto global favorable. Argentina podría volver a crecer hacia fines del 2024, lo que vendría acompañado de una mejora de los salarios e indicadores sociales.
Quedan meses muy difíciles por delante, pero después de la tormenta llega la calma, y nuestro país podría tener por delante mejores años.
* Federico Domínguez, asesor financiero.