Comercio con Japón: la oportunidad perdida por el Gobierno de Alberto Fernández
La compraventa de productos a escala mundial hoy es, simplemente, enorme. No solo se hacen miles de transacciones al día, sino que además éstas suelen ser muy voluminosas y rápidas.
Las relaciones económicas internacionales resultan fundamentales a la hora de generar oportunidades de negocios para los países que buscan una mayor inserción y participación en el comercio mundial. En un escenario con Argentina produciendo lo que el mundo demandará cada vez más, ese asunto se torna muy relevante.
En ese marco, sobresalen dos ejes:
- El nivel de apertura de la economía y sus exportaciones (muy bajo).
- Acuerdos con terceros países que potencien un mayor intercambio de bienes y servicios a la vez que promuevan la llegada de inversiones (muy pocos en los últimos años).
Más allá de la imposibilidad de celebrar acuerdos de libre comercio en forma individual (solo posible como parte del Mercosur), el país no encuentra forma de tener mayores ventas externas por sus inconsistencias macroeconómicas e imprevisibilidad de su política comercial. Un informe de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional señala que continúa cayendo la cantidad de empresas exportadoras, hoy en 7.500, una tendencia iniciada hace más de diez años. Pero el dato a observar es que solamente 827 empresas han comenzado a exportar en los últimos doce años.
Ello igualmente no impide tratar de buscar formas de intensificar relaciones con países y mercados con potencial beneficio para el país. Por ejemplo, a fines de 2018 y en 2019 se firmaron, respectivamente, dos tratados con Japón sobre promoción y protección de inversiones y, para evitar la doble imposición en materia tributaria. Los acuerdos ya fueron ratificados como legislación en el país oriental, mientras solamente fueron aprobados en comisión en el Senado argentino en mayo de 2022, con riego de perder estado parlamentario.
En el caso referido a inversiones, resulta crucial su sanción, ya que desde allí el país podrá ofrecer un marco de mayor previsibilidad para un país de envergadura y que podría financiar proyectos en áreas como la energía y los minerales. El tema fue parte central de la agenda del hasta fines del año 2022 embajador japonés en nuestro país, Takahiro Nakamae, y continúa siendo remarcado en varias oportunidades por su reemplazante, Hiroshi Naumachi. En marzo de este año, el funcionario solicitó una reunión con la vicepresidenta Cristina Kirchner por el tratamiento de este asunto.
Ambos representantes resaltaron la necesidad de un ordenamiento económico general y de seguridad jurídica que facilite el clima de negocios si es que se busca que Japón participe con mayores inversiones. Recordemos que, a pesar de los incumplimientos, aquel país ha sido sostén de la Argentina en sus acuerdos recientes con el Fondo Monetario Internacional
Asimismo, cuando en 2021 el ministro Guzmán postergó el pago al Club de París, fue el propio embajador japones del momento quien alertó: “Para los miembros del Club de París no resultaría justo si la Argentina propusiera la prórroga de pago de sus deudas, mientras que continuara pagando a otros acreedores fuera del club”.
La referencia a otros acreedores es porque Argentina había realizado un pago a China como parte del acuerdo para financiar las represas en Santa Cruz por USS 220 millones, colocando a los miembros de aquella organización en un trato no igualitario
con respecto a las deudas. Finalmente, el país abonó también ese pago al Club de Paris. En 2023 se cumplen 125 años de relaciones oficiales con Japón. En enero estuvo su canciller en el país y, a fines de agosto, su par, Santiago Cafiero, se reunió en
Tokio con el primer ministro Fumio Kishida.
Se destacaron puntos de cooperación y oportunidades de inversión, así como un mejoramiento en la relación comercial. Pero el principal punto es, para el caso de las inversiones, que sin la aprobación de estos tratados el intercambio de flujos bilateral no mejorará más allá del corto plazo. Un dato relevante es que se han retirado de la Argentina 30 de las 102 compañías niponas que operaban en 2019.
Las exportaciones argentinas hacia Japón no llegan a los USS 800 millones, 1% del total, y nada menos que más de 50% inferiores a las del año 2013. A la vez las potenciales inversiones en sectores de energía y minerales, con el boom del litio a la cabeza, se hacen esperar. Aunque el país oriental tiene participación en proyectos de aquel mineral en Catamarca y Jujuy que luego son exportados, dentro de los grandes paquetes de inversiones en el sector, no se incluye nuevo capital nipón.
Un dato relevante es que por diversas razones se han retirado de la Argentina 30 de las 102 compañías niponas que operaban en 2019.
El tema de la minería cobra suma importancia, atento a que las propias compañías japonesas que operan en Chile se han quejado del nuevo marco regulatorio del país limítrofe. Tanto en sus aspectos de mayor injerencia estatal como de la suba en las tasas de regalías. El efecto es tal que dos grandes empresas, JX Nippon Mining & Metals y Sumitomo Metal Mining, han vendido participación y retirado de proyectos del cobre. Esto debería ser aprovechado por la Argentina, ante su necesidad de ingreso de divisas.
El caso de Chile también podríamos citarlo en su favor con su profunda relación comercial con Japón. Excluidas las ventas de cobre, Chile exporta US$ 2.300 millones, el triple que la Argentina. De aquellos, US$ 1200 millones corresponde al salmón, US$
157 millones a vinos, US$ 130 millones a carne de cerdo, y US$ 118 millones a frutas, entre otros productos.
Para el caso de Argentina y excluidos los productos primarios, los pescados y crustáceos aportan US$ 200 millones, pero tanto el vino como la carne (caballar o mular, preferentemente) promedian US$ 10 millones de exportaciones por año. Aun en la muy baja performance exportadora, se destacan productos lácteos y frutas que suman unos US$ 100 millones anuales en conjunto.
Más allá de su ventaja por contar con un acuerdo de libre comercio, las diferencias con Chile son ostensibles, porque el país trasandino ha firmado numerosos documentos y memorandos relacionados a estos temas como, por ejemplo:
- Entendimiento para la cooperación en el incremento y la diversificación de la inversión japonesa en Chile.
- Cooperación en materia minera entre las compañías CODELCO y JOGMEC, su equivalente nipón junto a otros convenios con empresas inversoras.
¿Por qué no buscar impulsar acuerdos con Japón que permitan mayores exportaciones de carne y vino, productos que cuando compite, la Argentina se destaca por su calidad? Y ofrecer a cambio un cupo de importación de vehículos de gama mayor a la media que contribuyan a ampliar la escasa oferta local. No parece un asunto tan complicado de evaluar. Pero la percepción es que, si bien el marco condicionante del Mercosur es un factor clave para la búsqueda en la expansión del comercio, también lo es la escasa tendencia a profundizar seriamente los vínculos con países, con los que un mayor intercambio comercial sería beneficioso para el país.
Es en estas cuestiones de cumplimiento mínimo, como la aprobación de un tratado que ya fue firmado con otros países anteriormente, es donde Argentina muestra una tendencia a no buscar alternativas que generen mayor riqueza y trabajo genuino para su deteriorada economía.
* Agustín Jaureguiberry, politólogo.