Dólar: cómo será la economía de Javier Milei cuando no haya más pesos
El plan del libertario no sólo contempla el cambio de moneda, sino la apertura total de la economía. Una de las claves del éxito será el tiempo y el consenso político que logre.
La dolarización es la principal propuesta económica de Javier Milei y la más debatida y criticada en los últimos tiempos. Los más críticos plantean que significa el abandono de la soberanía al perder la moneda nacional y otros, más pragmáticos, simplemente señalan que no hay suficientes dólares en la Argentina para tomar semejante medida.
El mismo Milei es quien defiende más enfáticamente la propuesta al señalar que la economía argentina ya está dolarizada de hecho y que el peso es sólo papel pintado, por lo que se trata sólo de blanquear lo que ya existe. Sin embargo, se debate menos que significa para las personas en su vida cotidiana tanto la dolarización de la economía y cómo los afectará la transición.
El problema de la falta de dólares
La falta de dólares es el principal escollo que deberá superar quien quiera dolarizar la economía. Los principales economistas advierten que hoy la Argentina no sólo no cuenta con dólares suficientes para convertir todos los ahorros de los argentinos a esa moneda sin una devaluación radical que los licúe de manera salvaje, sino que habrá que ver como hará para abonar la deuda en esa moneda a privados y organismos multilaterales.
Desde el equipo del IIF (Institute of International Finance), por ejemplo, al analizar los costos de una dolarización sostienen que requeriría por lo menos entre US$30.000 millones y US$40.000 millones para absorber los pesos emitidos fuera de circulación. Al respecto plantean que con el nivel de reservas negativas que hoy tiene el BCRA sería inviable.
La alternativa de una devaluación radical del peso provocaría una catástrofe social y no tendría sustento político o social. Por los tanto, habría otros dos caminos.
El primero es demorar la dolarización todo el tiempo que se necesite para contar con los dólares, algo que puede llevar años. El segundo será conseguir los dólares mediante préstamos internacionales. Desde el FMI o el mismo IIF dicen que como pocos creen en la posibilidad de dolarizar la Argentina nadie apostaría a un préstamo.
Un riesgo para el sistema financiero local
Un tema clave es que al operar el sistema bancario totalmente en dólares si se produce un problema de liquidez en cualquier entidad no habrá un Banco Central local que lo auxilie. Si un banco necesita dólares deberá acudir a otro método y en última instancia a la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Desde la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) advirtieron ya que dolarizar sería un error. "Los argentinos podemos y debemos tener una moneda estable", dijo Javier Bolzico, presidente de la agrupación de bancos. "Hoy se habla de dolarizar, como una alternativa, pero la verdad que eso es resignarse y rendirse como país", explicó el empresario y agregó que "incluso para que funcione la dolarización hay que hacer las mismas cosas que se necesitan para tener una moneda estable".
Algo beneficioso sería el impacto en el sistema de créditos. Las tasas de interés bajarán drásticamente y habría, por primera vez, en muchos años un horizonte de estabilidad que permitirá endeudarse a largo plazo. Aunque para que esto tome cuerpo, la Argentina deberá dar muestras de estabilidad económica y política por muchos años. No por nada, Javier Milei habla de décadas para que se den los resultados buscados.
La inflación
Ciertamente una dolarización paralizaría la inflación en seco. Sin moneda nacional, dependerá del movimiento de precios que tenga el país emisor, es decir, Estados Unidos. No obstante, en los primeros meses, tras la decisión habrá un reacomodamiento de precios brusco. Los pesos argentinos en poder de las personas sufrirán una fuerte devaluación y su poder de compra de devaluará de la misma forma.
Un análisis de Oxford Economics planteó diferentes escenarios para la dolarización y señalaron que "supondría un tipo de cambio mucho más depreciado en la conversión, lo que conduciría a una gran devaluación adicional del valor de los depósitos de los ahorristas, esta es otra razón por la que la medicina de la dolarización se volvería venenosa; en última instancia, podría resultar políticamente impopular y fracasaría sin apoyo político".
Esto no implicará necesariamente que los precios crezcan en dólares, pero si que los pesos valdrán mucho menos. La transición hacia la dolarización será traumática si no se realiza de una manera ordenada y a largo plazo. Además, no es posible entender la forma en que se dolarizará la economía argentina si no se toma en cuenta otro elemento central: la apertura comercial.
Esto implica la eliminación de cualquier restricción al comercio exterior, ya sea de índole política (cepo comercial) o de índole impositiva. La libre importación de mercadería en un mercado dolarizado implicará que los precios locales y los precios internacionales serán los mismos.
Ciertamente muchos productos importados, sobre todo de electrónica, automóviles y otros productos manufacturados tendrán una disminución fuerte en los precios de venta al público por los bajos costos que manejan los países más desarrollados gracias a su tecnología y, por qué no, sus estrategias de fomento a las exportaciones.
Sin embargo, otros productos que en la Argentina salen mucho más baratos, como los alimentos, ya no contarán con el diferencial de tipo de cambio y, sobre todo, de la aplicación de derechos de exportación (retenciones). Así se aumentarán de precios alineándose a los precios internacionales.
Salarios bajos, pero en dólares
Una de las consecuencias más temidas de la apertura total de la economía será el impacto que tenga en el aparato productivo del país. Sobre todo sobre las miles de pymes que deberán afrontar la competencia internacional sin filtro y costos en dólares tanto de sus materias primas como de los gastos, incluidos los servicios públicos (hoy subsidiados) y los salarios.
No obstante, la conversión de los salarios en dólares se realizará al valor que fije el tipo de cambio en el momento de la dolarización. Lo que todos descuentan es que habrá un derrumbe en los salarios. La apuesta, como sucede con todo el plan, es que a largo plazo la estabilización comience a recuperar tanto salarios como empleo.
En todo caso, la Argentina deberá replantear su sistema productivo. Deberá buscar en qué rubros es competitiva y descartar aquellos en los que pierda con la competencia internacional.
Los productos agrícolas, la minería y la energía no servirán ya para sostener el funcionamiento de la economía sino que serán negocios independientes que generarán su propia dinámica. Habrá que ver si eso es suficiente para abastecer las necesidades de 45 millones de argentinos que difícilmente quieran esperar décadas para ver los beneficios de el plan de Milei. Salvo Luis Barrionuevo, el resto de los sindicatos ya le declararon la guerra al libertario.
La reforma laboral que propone será más fácil realizarla si se dispara el nivel de desempleo. Pero en un país con antecedentes de revueltas populares que tiraron por la borda a diferentes gobiernos habrá que ver si tiene la capacidad política de llevarla adelante.