La bestia negra

Por qué Alberto Fernández será recordado por el número 744

La disparada del dólar y la inflación galopante son dos indicadores para el olvido que dejará el cuarto gobierno kirchnerista. Escenario incierto y tensión en el mercado en clave electoral.

Carlos Boyadjian
Carlos Boyadjian martes, 17 de octubre de 2023 · 14:17 hs
Por qué Alberto Fernández será recordado por el número 744
La gestión económica de Alberto Fernández estuvo marcada por la inconsistencia macroeconómica y el fenomenal déficit fiscal Foto: EFE

A poco más cincuenta días de dejar el Gobierno, Alberto Fernández ya tiene cómo será recordado su paso por la casa Rosada. No será ni la pandemia, ni la guerra en Ucrania y su impacto en los precios de los granos y la energía, ni mucho menos la sequía, aunque haya sido la peor en 60 años. De hecho, la seca es un fenómeno que han tenido que afrontar varios presidentes, el último Mauricio Macri en 2018, con fuerte caída de la producción de granos y de los ingresos por esa vía.

El dato que marca a fuego la gestión albertista, sin dudas, es la inflación, y los dos principales motores, que son el déficit fiscal y la cotización del dólar.

Entre diciembre de 2019 y septiembre de 2023 el índice de precios al consumidor acumuló 744%, casi el triple del que tuvo Mauricio Macri durante su gestión con 260%, un Gobierno que quedó marcado en la memoria de muchos argentinos como atravesado por la aceleración inflacionaria. Eso fue así, al menos en 2016, el primer año de la administración, cuando la inflación trepó a 41% tras la unificación cambiaria de diciembre de 2015 y el levantamiento del cepo.

Gestión albertista

En el caso de Alberto Fernández, hay una matriz de pensamiento que califica como virtud el sostenimiento del consumo interno a cualquier costo, en general "largar plata al mercado" emitiendo pesos, manteniendo creciente déficit fiscal y tomando nueva deuda (swap con China, renegociaciones con el FMI, etc.).

Pero tampoco se aprovecharon las oportunidades que presentó la coyuntura. El primer año de la pandemia la inflación bajó a 36,1%, producto de las restricciones a la circulación y la estricta cuarentena. Pero rápidamente se decidió expandir el gasto público, en parte porque ya en 2021 se avecinaban las elecciones legislativas de medio término y el Gobierno buscaba capitalizar en las urnas. 

Martín Guzmán, exministro de Economía.

Fue allí que se acuñó el concepto Plan Platita, un argentinismo que explica la emisión desenfrenada en tiempos electorales, desentendiéndose de las consecuencias. Pan para hoy y hambre para mañana. Así, en 2021 la inflación terminó en 50,9%, con tendencia alcista.

En este contexto, también tuvo mucho que ver en el deterioro de las variables macroeconómicas, la demora forzada por el propio de la renegociación de la deuda con los bonistas privados y luego con el Fondo Monetario Internacional. 

A poco de asumir el Gobierno, Alberto Fernández tenía en agenda avanzar en un nuevo acuerdo con los tenedores privados de títulos de deuda. Se especulaba que el acuerdo estaría listo en marzo o a lo sumo en abril de 2020. El entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, tenía las conversaciones bien encaminadas, pero razones de índole política impedían el cierre del acuerdo. 

Se arribó a un acuerdo recién en agosto de 2020, luego de que se generara un importante desgaste y un costo adicional en las condiciones del acuerdo. En paralelo, se seguía "negociando" con el Fondo Monetario Internacional. En medio de la campaña por las elecciones legislativas, el Gobierno no quería tener la mirada inquisidora del FMI en las cuentas públicas, que no hubiera avalado de ninguna manera un incremento del gasto público y el déficit vía Plan Platita.

El acuerdo recién se cerró en marzo de 2022, dos años después de lo que indicaba el plan original y de lo que recomendaban los expertos. En el medio, todo fue costo para las cuentas públicas, que como siempre terminan en un salto del dólar y de la inflación. 

El salto inflacionario

Pero la verdadera explosión de la inflación, que la llevó a septiembre de este año al 744% acumulado, fue en 2023. La aceleración y el traspase a precios fueron permanentes durante el año, poniendo presión sobre las cuentas y el déficit, con el ministro de Economía y candidato oficialista, Sergio Massa, al mando del timón en el Palacio de Hacienda.

Sergio Massa, ministro y candidato presidencial.

Así se llegó a las PASO del 13 de agosto y la devaluación discreta del tipo de cambio al día siguiente, que llegó al dólar oficial a $350 y al paralelo a $700. El pase a precios fue inmediato, gatillando un salto inflacionario de 12,4% en el IPC de agosto y de 12,7% en septiembre, los mayores en 32 años.

Más allá de la retórica, las explicaciones y argumentos del Gobierno, lo cierto es que Alberto Fernández deja el tipo de cambio real, el blue, el Contado con Liqui o el MEP, que son casi los únicos a los que pueden acceder los argentinos, en niveles cercanos a los $1000, cuando lo tomó en $80 en 2019 (el oficial estaba $60).

Hoy la brecha cambiaria está en 177% y la inflación acumulada en los últimos doce meses en 138,3%, pero los analistas consideran que terminará el año en torno a 180% y literalmente en las puertas de la hiperinflación. Y con la tasa de interés nominal al 133% y la anual en 253%.

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