Inflación sin control

Preocupación en el Gobierno: los motivos por los que no se recuperará la economía

Mientras los indicadores económicos muestran importantes recuperaciones en la comparación frente a los bajos niveles del año pasado, las perspectivas de los agentes económicos reflejan que por delante no ven ningún cambio significativo, sino una economía anestesiada, y alta fiebre inflacionaria.

Jorge Herrera
Jorge Herrera viernes, 24 de junio de 2022 · 10:00 hs
Preocupación en el Gobierno: los motivos por los que no se recuperará la economía
Foto: Télam

Argentina está inmersa en un mundo muy volátil, y esa volatilidad aumentó en los últimos tiempos. Pero cada día hay nuevas noticias, desde la Fed, desde Ucrania, desde el Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, etc. Ahora bien, ¿qué está pasando con la actividad económica interna? El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) del Indec, un buen predictor del nivel de actividad (PBI mensual), del 2021 venía cayendo hasta mayo y ahí empezó a subir. ¿Por qué subió? Primero, y principal, porque se normalizó la movilidad social (la correlación entre este indicador y el nivel de actividad es muy alta); en segundo lugar, porque hubo suba de precios internacionales el año pasado, sin que haya subido la energía todavía, que le dio al país US$12.500 millones de mejora en el valor de la cosecha; y en tercer lugar, el plan “platita” (la primera parte). 

En cambio, este año el nivel de actividad viene mostrando un comportamiento típico de serrucho y amesetado, que si quedara constante en el nivel de marzo-abril, es decir, que se mantuviera este ritmo de crecimiento hasta fin de año, en términos interanuales el PBI quedará por debajo de diciembre pasado. Un dato al respecto: la economía creció en los últimos 16 meses un 9% acumulado donde la mejora de los términos de intercambio (la relación entre los precios de las exportaciones y los de las importaciones) aportó un 4%, o sea, que explica el 45% del aumento del PBI en dicho lapso. Es decir que explica el 45% de la recuperación del nivel de actividad observado.

Pero claro, al mirar la comparación cada mes en forma interanual se está en valores positivos, es decir, que mes a mes vemos que el nivel de actividad crece con relación al mismo mes del año pasado. Lo que implica que si el crecimiento se quedara quieto en estos niveles, de serrucho, el PBI crecería este año un 4% promedio aproximadamente, pero punta a punta será cercano a 0% o incluso negativo. El crecimiento que se verá este año será puro efecto del arrastre estadístico.

¿Por qué daría una caída el PBI este año finalmente? Porque en Argentina, un país que no invierte ni aumenta la productividad, lo único que importa son las variaciones en la demanda, y no hay factores que hagan aumentarla, porque lo fundamental es la confianza y los movimientos de capitales internacionales. En pocas palabras, cada dólar que la gente compra para atesorar, es un dólar menos de demanda interna, cada dólar que se deposita en el banco y la entidad lo deposita en el BCRA (en LELIQ) es un dólar menos de demanda. Además hay un programa con el FMI que hay que ajustar las cuentas fiscales. De modo que ni la política fiscal ni la monetaria estarían jugando a favor.

El proceso inflacionario corroe el poder adquisitivo de los ingresos familiares, de ahí que el consumo caiga y no reaccione. Y en un país como Argentina, donde hay una importante masa de personas que han atesorado “dólares”, que están en el colchón, en depósitos en el exterior, en acciones y bonos en el exterior, y en otros activos externos, que algunos calculan en torno a casi un PBI, pero digamos que sea la mitad, estamos hablando de que hay una masa de fondos ociosos invertidos en otra cosa u otro lado, y no en la Argentina, que van y vienen, según las perspectivas, la brecha y la confianza.

En momentos de crisis cambiarias, parte de esos “dólares” aprovechan el elevado nivel del dólar informal, que abarata bienes y servicios en pesos, para canalizarlo en la compra de bienes durables, semi-durables o en servicios. Es el típico ingreso de capitales atraído por una ventaja cambiaria, o bien por la expectativa que genera el cambio de Gobierno, o porque se implementó ya un plan que promete volver a la senda de crecimiento. No nos referimos a los capitales golondrinas, que viene por apuestas al carry trade o por el estilo. Hoy nada eso está presente, por el momento. Incluso, debido al cepo XXL tampoco hay bienes disponibles, sobre todo importados, para aprovechar la ventaja cambiaria. Y otro tanto ocurre con el sector de la construcción donde si bien el costo en términos del dólar informal está más barato, el mercado parece saturado.

Este tema es relevante. Porque en otros momentos de la historia de las últimas décadas, fueron estos capitales argentinos off shore, hoy blanqueados o no, los que apuntalaron el nivel de actividad, hasta incluso detonaron una reactivación, atraídos por la ventaja cambiaria o por la expectativa de un nuevo Gobierno. Un circuito muy sencillo, ingresaban las divisas al canal informal y se hacían de más pesos que en el segmento oficial, lo cual era una verdadera transfusión de sangre para la actividad doméstica.

Hoy, en cambio, gran parte de estos tenedores de fondos en el exterior o en el colchón, han visto caer su “riqueza” financiera a raíz de la caída de los mercados globales y el doméstico. De modo que es esperable que en lugar de ver a esta gente gastar y/o invertir, lo más seguro es que ajusten gastos domésticos. Así que este canal, que en otro momento era protagonista, por ahora, no entra a jugar.

Por lo tanto, los factores externos que podrían jugar a favor ya lo hicieron como la mejora de los precios internacionales (por sequía y/o guerra en Ucrania), el ingreso de capitales de residentes y no residentes (vinculados con la confianza y credibilidad en el Gobierno o plan), y la situación de los principales socios comerciales (Brasil no está traccionando, para nada). Por el lado de los factores internos, tampoco, ya que el impulso fiscal estaría ausente debido al ajuste pactado con el Fondo y tampoco la política monetaria y crediticia ya que habría que dejar de emitir para financiar déficit crecientes.

Todo este panorama proyecta que el nivel de actividad seguirá amesetado, salvo un cisne negro, por lo menos hasta fin de año. Pero ocurre que el próximo es año electoral y los factores que podrían jugar a favor estarán distraídos con la batalla electoral, encima otro seguirán tirando para atrás como la falta de combustibles y de energía. De modo que es dable pensar que la economía seguirá deambulando en forma de serrucho y al final del camino terminará en el mismo lugar.

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