Turismo recalentado

Por qué el PreViaje ya genera más daño que beneficios a la economía

Con el subsidio del 50% del costo de los servicios turísticos internos se disparó la demanda y, por consiguiente, los precios. Esto, agravado por el castigo a los viajes al exterior, impacta a pleno en la inflación y obliga a aumentar la emisión. Entre favorecidos están sectores de alto ingresos.

Horacio Alonso
Horacio Alonso lunes, 6 de diciembre de 2021 · 08:03 hs
Por qué el PreViaje ya genera más daño que beneficios a la economía
Foto: Telam

El Gobierno nacional celebra el éxito que está teniendo el plan de subsidio al turismo interno PreViaje. Es cierto. Según reconocen en el sector hotelero, los agentes de viajes y las compañías aéreas, la demanda en los principales destinos es muy fuerte y anticipa una excelente temporada.

Medido en números, los últimos datos indicaban que más de 2.300.000 de personas habían utilizado el sistema y que el monto de comprobantes cargados superaba los $50.000 millones.

El ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, remarcó que el nivel de actividad del fin de semana largo de noviembre superó en 25% al registrado para la misma fecha del 2019. Incluso, en su discurso de apertura de la Feria Internacional del Turismo el sábado pasado, adelantó que este mecanismo se convertirá en una política de Estado a través de una ley.

Ya está claro que para la actual gestión este incentivo está entre sus prioridades, tanto es así que Lammens le pidió al ministro de Economía, Martín Guzmán, duplicar la partida inicial de $7.000 millones, algo que obtuvo la aprobación del funcionario del área económica.

El punto a esta altura del 2021 es saber cuál es el sentido de seguir estimulando el consumo con fondos públicos y en un contexto inflacionario que se acelera. No se desconoce que el sector fue uno de los más golpeados por la cuarentena del 2020, pero el peor momento del cierre de la economía fue hace más de un año, tiempo suficiente para que la actividad se normalice por sus propios medios.

La primera observación que se puede hacer es sobre la comparación realizada por Lammens respecto al nivel de actividad prepandemia. Si el movimiento turístico hoy está 25% arriba de dos años atrás, no es un dato tan positivo como parece a simple vista. Se está contrastando el momento actual, con un “regalo” por parte del Estado a los consumidores del 50% del gasto de sus vacaciones, con una época en la que se tenía que asumir el costo a pleno de una estadía en hotel o un pasaje aéreo. Con un subsidio equivalente a la mitad del consumo, las operaciones deberían, por lógica simple, duplicar las de entonces como para equiparar la demanda entre los dos momentos.

Una lectura no descabellada de estos datos podría consistir en que, aún con esta fuerte ayuda estatal, el consumo está apenas 25% por encima de cuando los argentinos tenían que pagar su gasto turístico a pleno. Más si se tiene en cuenta que el 2019 ya había sido un año malo en actividad.

Otro dato que no se puede dejar de ser tenido en cuenta es que el subsidio al turismo interno se está aplicando en un momento en que se desalientan los viajes al exterior de diferentes formas. Desde la prohibición de las cuotas con tarjeta de crédito para la compra de pasajes, el recargo impositivo del 65% sobre el tipo de cambio, tickets aéreos caros por menor oferta, hasta las restricciones que aún persisten por cuestiones sanitarias.

De esta manera, hay dos factores que se superponen para alentar al turismo interno. Más allá de la interpretación y las cifras que realicen las autoridades es bueno detenerse en el impacto económico de la medida, pero no sólo en la demanda sino en otras variables.

El PreVaje está funcionando cómo un estímulo lógico al consumo, sin discriminar los sectores sociales. El 50% de subsidio lo recibe tanto un argentino que, de otra manera, no podría adquirir un servicio turístico, como personas con alto poder adquisitivo que aprovechan para tener una devolución de dinero en la compra de un hotel cinco estrellas o un resort premium. Según admiten los operadores del rubro, el nivel de ocupación en los principales destinos está, prácticamente, colmado para este verano. La explicación que dan es el “efecto” PreViaje.

La consecuencia que provoca esta demanda estimulada por el Estado es el aumento de los precios en hoteles, pasajes y demás servicios. En algunos casos, una habitación de hotel cuesta esta temporada 100% más que el año pasado. Un ejemplo puede ser el de uno de los establecimientos de mayor categoría de Puerto Madryn que duplicó el valor de la noche de un año a otro. Para las fiestas de fin de año, en 2020, la ocupación era del 30% y para la de este año está casi al 100%. Lo mismo sucede en otros destinos turísticos que estarán colmados en las próximas semanas.

“Hay destinos determinados que van a tener un muy buena temporada. La costa bonaerense, Mendoza, Puerto Madryn. Lo que generó PreViaje es incrementar la demanda para el turismo nacional. Obviamente, cuando crece la demanda hay margen para subir el precio porque la oferta es limitada. Es cierto que hay otros destinos, más vinculados al turismo corporativo o internacional que, al no tener la misma demanda, no han podido actualizar sus tarifas”, explicó a MDZ, Roberto Amengual, presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo. 

Saliendo del rubro hotelero, las restricciones mencionadas para viajar al exterior potencia también la demanda de alquiler de casas en, por ejemplo, la costa bonaerense. Hay propiedades para alquilar, en destinos exclusivos como Cariló, con valores similares a los de Punta del Este, pese a la diferencia cambiaria

En concreto, la política de subsidio indiscriminado – incluyendo a sectores de alto poder adquisitivo – sumado a las trabas para viajar al exterior, provoca una “inflación turística” interna. 

Lo curioso es ver el círculo vicioso que está provocando la medida. La devolución del 50% del costo de un servicio turístico está generando una demanda fuerte que hace que los precios aumenten, pero como se abaratan por el subsidio se hacen accesibles. Incluso es utilizado por consumidores de altos ingresos que no dejarían de veranear por el valor de una tarifa hotelera o de un pasaje.

El problema es que el que paga la diferencia es el Estado a través de la emisión de miles de millones de pesos para sostener la política. Esto recalienta la inflación, que afecta a los sectores de menores recursos que no pueden pensar en vacaciones cuando sus necesidades básicas están insatisfechas.

Es probable que si no existiera este subsidio oficial, la demanda no sería tan explosiva como es por el PreViaje. Hay que recordar que el sistema obliga a pagar con bastante anticipación, lo que asegura a los empresarios un ingreso programado. Con una demanda menor y no tan previsible, los precios no habrían tenido tanto margen para subir y, al ser más accesibles, podrían haber encontrado un equilibrio entre oferta y demanda en la negociación entre privados, y se habría alcanzado un nivel similar de ocupación pero con valores más bajos de los servicios turísticos. Es decir, sin fomentar esta inflación sectorial.

La temporada podría ser tan buena como la que se prevé, más teniendo en cuenta el alto costo de viajar al exterior, y el Estado no intervendría alterando la leyes de mercado. Esto le ofrecería dos opciones: no emitir para subsidiar a bolsillos que pueden pagar por un hotel o un pasaje, que además no tan caros como ahora, o utilizar ese dinero en cuestiones más prioritarias en un país con más de 40% de pobreza.

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