Viejos son los trapos: Gumersindo Carrasco volvió a pelear con 39 años y venció a Ávila en el Polimeni
El fajador del barrio La Favorita rompió una ausencia de casi una década y venció por puntos, y en fallo unánime, a su rival santafesino.

Gumersindo Carrasco castiga a Maximiliano Ávila.
Juan Ignacio Blanco/MDZ¿Qué son 8 años en el calendario? Una eternidad. Pero, así y todo, para Gumersindo Carrasco el tiempo no parece haber pasado, sobre todo por el físico privilegiado con el que cuenta. "Viejos son los trapos", clásica frase que hemos escuchado más de una vez, sobre todo en el ámbito deportivo, ni más ni menos, donde esas vueltas a escena suelen estar presentes con frecuencia en canchas de fútbol, de tenis, autódromos o rines de boxeo.
¿Habrá sido el síndrome del boxeador retirado lo que lo hizo replantearse, a sus 39 años, la chance de volver a subir al cuadrilátero? Seguramente, pero, ¿quién le quita la experiencia de hacerlo otra vez? Nadie, mucho menos si se lo ve feliz como se lo vio después de que sonara la campana que indicaba la victoria por puntos y en fallo unánime ante el santafesino Maximiliano Ávila (3-14-2 - 69,500 kilos), un rival acorde a la vuelta del fajador del barrio La Favorita en la velada "Cuna de Campeones IV" que se celebró en el Vicente Polimeni de Las Heras y que fue organizada por Pandolfino Box.
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El "Gúmer", a pesar de la falta de rodaje, sigue siendo el "Gúmer" de siempre: el showman, el provocador, el explosivo y el que hace temblar a un estadio entero ante cada embestida sobre el rival. ¿Se notó la falta de rodaje? Claro que sí. Son 8 años fuera de "timming" sobre el entablonado, aunque esa chispa que lo caracterizaba no se ha apagado y seguramente lo va a llevar por más.
Fueron cuatro asaltos intensos en categoría superwelter. Gumersindo Carrasco (24-5-0, 17KO - 69,600 kilogramos) intentó toda la pelea conectar el golpe de nocaut, aunque se encontró con un rival con oficio y cargado de mañas que, valga la redundancia, supo enmarañarlo en más de una ocasión para no quedar expuesto a la potencia del mendocino.
Así y todo, Carrasco fue al frente como lo que es: un perro de caza que no deja de atacar a su presa, mucho menos si ve sangre sobre el rival, cosa que pasó a partir del tercer asalto cuando el santafesino sufrió un corte en una de sus cejas. ¿Era el momento de Carrasco? Faltó muy poco. Esa falta de round le impidieron llevarse la victoria por la vía rápida y tuvo que "resignarse" a las tarjetas.
Los tres jueces lo vieron ganar con dos idénticas cartulinas de 40-36 y la restante de 39-37. ¿El festejo? Con su hijo menor y un beso al cielo, donde descansan su papá Roberto, el gran artífice deportivo del clan Carrasco, y su mamá Margarita, por quienes, al igual que sus hermanos, tenía devoción.
El "Gúmer" volvió siendo el "Gúmer". Ahora, la pregunta es: ¿hay "Gúmer" para un par de peleas más? Muchos coincidimos en que sí, sobre todo los de la última gran generación de boxeadores de la provincia que, arriba de los 35, ya piensan en "una peleíta más".