Básquet: Luna de Anzorena

Ahora que Ricardo Darín vuelve a estar en el centro de la escena con la serie El Eternauta no está de más recordar su viejo y querido film de Luna de Avellaneda. La pelí de allá por el 2001, en plena crisis argentina, de un club de básquet que hacia malabares para que no lo cierren.
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Más acá en el tiempo, hay Luna de Anzorena. Un club histórico de nuestro baloncesto mendocino que dista mucho del final de la película de Campanella, donde terminan vendiéndolo. A fuerza de trabajao, seriedad y compromiso, el Rojo de la Sexta goza de una hermosa realidad, tanto a nivel deportivo como institucional.
La pandemia fue el punto de inflexión para resurgir de las cenizas: "Llegamos a tener 50 socios. Hasta que entendimos que no podíamos seguir así. Hoy, casi cinco años después, contamso con 250 socios activos y otros 250 no deportivos, las cuentas saneadas, el techo nuevo, al igual que vestuarios y baños", dice Tuco Martín, el presidente del tremendo lavado de cara.
Casi en modo arquitecto, el pope y su equipo de trabajo tuvieron que ingeniárselas para encontrarle espacio al espacio: "La verdad es que el lugar físico nos queda chico pero nos las arreglamos para seguir haciendo mejoras", dice el presi un viernes a las 22 horas. Claro, el lugar del día para cerrar el balance de cada jornada.
En paralelo, el equipo arrasa en lo deportivo: finalista del Apertura 2024, campeón del torneo Vendimia y con un arranque demoledor en la actual Superliga, este Anzorena de Flores comandando por el Colo Aguilera y Matías Sandes es firme candidato a la corona local.
"Hoy tenemos la suerte de poder decir que todos cobran al día y que logramos sanear deudas y dejar cuentas en verde. Acabamos de remodelar todo el techo del estadio con financiación propia, agregamos piso nuevo a la cancha más una sala de reuniones de primer nivel para las charlas técnicas o juntas de Comisión Directiva".
Por fuera del club, la calle Suipacha también luce distinta: con centro comercial nuevo, luminaria y movimiento, dejando atrás esa zona oscura de no hace mucho tiempo que metía miedo. A metros de la esquina, el mural rojo de entrada a un mundo deportivo en pleno crecimiento. Luna de Anzorena.