Santino Andino: ¿de qué bodega viniste?
La joyita de Godoy Cruz crece a pasos agigantados: tras su irrupción en Primera, ahora exhibe su talento vestido de argentino. Mendocino cósmico.
A Santi Andino casi que no lo conozco. Lo descubrí un segundo tiempo ante Huracán de Parque Patricios, cuando mostró su desparpajo de pibe dispuesto a dejar marcas indelebles. Un llamado de atención, su fútbol, digo, en estos tiempos donde el talento escasea y el potrero quedó en el olvido.
Le hice una sola nota periodística, a Santi Andino, y ya entendí todo. El pibe que ilusiona al fútbol mendocino pinta bien enserio. Por lo que exhibió en su puñado de partidos en Primera División, pero sobretodo, porque no perdió la humildad, ahora que la famita asoma y los seguidores en Instagram crecen.
"Gracias, amigo, tenemos que seguir así", me dice por WhatsApp, Santi Andino. No es mi amigo, pero dan ganas de conocerlo de toda la vida. Acaba de hacer su segundo gol consecutivo con la camiseta de la Selección argentina Sub 20, su teléfono le explota de mensajes y notificaciones sin leer y el pibe tiene tiempo para agradecerle a todos los que lo palmean, ahora que anda en la buena. A los de siempre y a los no tanto. Humildad en estado puro.

En la cancha está lo que todos conocemos: un atorrante de 19 años que encara, va para adelante y al que el talento le desborda de los huesos. Es canchero y atrevido, tiene pasta, aunque mirando al futuro lo espera mucho caudal todavía como para colgarlo en el póster al que llegan solo los elegidos.
Para nosotros, los fobaleros mendocinos, que aparezcan estos pichones de cracks no hace más que entusiasmarnos hasta el paroxismo. Porque siempre miramos, ñata contra el vidrio, a los talentos que surgen de Córdoba, Rosario o Buenos Aires. Si hasta Jujuy tuvo en Ortega y su Ledesma natal un motivo para estar orgulloso. Acá, por estos lares, este pibe que crece a pasos agigantados nos permite, al menos, ilusionarnos con una vendimia esperanzadora en su cosecha.

En nuestras canchas lo disfrutaremos poco, aunque hay que entender que el talento no respeta localidades. El mundo lo espera, y lo más importante, su contexto lo ayuda. Bien rodeado por papá y mamá, con dos hermanos que hablan el mismo idioma, Andino puede crecer lo que su mente sueñe. Mendocino hasta las entrañas, producto de la cantera inagotable de su Godoy Cruz y con la Selección en la piel y ya no en la Play. A disfrutarlo, que al menos por estos lares, no es lujo de todos los días.

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