Mijaín López, el luchador cubano de 41 años que consiguió lo que nadie en la historia de los Juegos Olímpicos
El camino de quien se consagró campeón olímpico por 5º vez consecutiva, estableció un récord y se retiró del deporte. El vínculo especial con su última víctima y los números de una carrera utópica.
Había una gran ovación de parte de los 7.000 espectadores que adornaban el Champ-de-Mars Arena de París. Y entre ellos estaba Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional. La televisión transmitió, tal vez por primera vez en los Juegos Olímpicos de París 2024, imágenes de lucha grecorromana. ¿Por qué tanta expectativa? Porque estaba a punto de establecerse un récord. Y sucedió: el cubano Mijaín López, de 130 kilos y 41 años, venció 6-0 en la final al “chileno” Yasmani Acosta Fernández y se consagró campeón de la disciplina por quinta edición consecutiva de los Juegos Olímpicos, un récord absoluto. La historia del Gigante de Herradura que se forjó con cajones de manzanas.
Hasta los 10 años Mijaín López no incursionó en la lucha grecorromana. Era un niño nacido en Herradura, un pueblo tan pequeño que no aparece en los mapas, a 140 kilómetros de La Habana, que ayudaba a su papá en su campo. Y allí, a raíz de idas y venidas cargando cajones de manzanas y otras frutas, desarrolló su fuerza. Ningún entrenador había reparado en él aún, y el chico había probado suerte en el remo y el boxeo; pero ya se le veían condiciones. Entonces, un formador lo descubrió y le propuso la lucha a un niño de 10 años que ya se había dado cuenta que el ring y el agua no lo entusiasmaban. Y allí empezó a forjarse la leyenda de a quien hoy llaman el “Gigante de Herradura”.
Durante su formación, que de más grande continuó en La Habana, López conoció a otro luchador que se volvió su gran compañero. Entrenaron juntos durante nueve años y él era cinco menor. Se volvieron grandes amigos, aunque López era la razón por la que él no podía competir nunca en unos Juegos Olímpicos, ya que Cuba solo podía llevar un representante a cada cita y nadie le quitaba la plaza al de 1,98 metros. Un día de 2015, ambos viajaron a los Juegos Panamericanos de Chile y, entonces, la sorpresa. Luego del certamen, ese amigo se apartó de la delegación y se quedó en el país trasandino con el objetivo de conseguir la nacionalidad y así tener su oportunidad de competir en unos JJ.OO. Trabajó como guardia de seguridad y estuvo dos años sin poder luchar de forma oficial, hasta que finalmente Chile lo adoptó como ciudadano “por especial gracia”, según permite el artículo 10° de la Constitución para aquellos cuya actividad “se traduzca en un beneficio efectivo y relevante para el país”.
En 2018, este atleta volvió a luchar y empezó a gestar ese sueño del que López tanto tiempo lo había privado. “Mijaín es el mejor del mundo. En Cuba estuve siempre detrás de él. Me entrené con él todos los días durante nueve años. Lo aprecio mucho. Pero hay que entender las circunstancias. Lloré viendo los Juegos Olímpicos porque vi que había muchos a los que yo ya les había ganado. Salí de Cuba para lograr un sueño. Amo tanto a Cuba como a Chile”, explicó en ese entonces. Y en Tokio 2020, aunque no le fue precisamente bien, pudo hacer su debut a nivel olímpico. En París 2024 tuvo mucha mejor suerte y llegó a la final. Allí, en un giro del destino, Yasmani Acosta Fernández se reencontró con su gran competidor de toda la vida, Mijaín López. Una final de sangre cubana, aunque de un lado hubiera una bandera de Chile, simbólica, épica e inolvidable, por ser la que juntó a dos viejos amigos y erigió a López como hombre récord.
El hoy pentacampeón no había llegado a París 2024 de la mejor manera. Hacía casi tres años que no competía, estaba pesando más de lo planeado para la categoría de 130 kilos y acariciaba los 42 años, que los cumplirá el 20 de agosto próximo. Y, sobre todo, había sufrido (a finales del 2023) la pérdida de su papá Bartolo, a quien admiraba y le dedicó estas palabras: “Él sabe, dondequiera que esté, que dejó un soldado que va a dar siempre lo máximo para obtener ese resultado”. Pero López siempre se mostró confiado y convirtió la edad en experiencia y los kilos en potencia. Y fue elegido como abanderado de Cuba para la inauguración por quinta oportunidad en fila. “Voy a repetir el título en París. Solo es entrenamiento y todo va a salir como siempre”, había vaticinado. Y el tiempo (y el trabajo) le dio la razón.
El de Herradura tuvo su primera participación en unos Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y perdió en cuartos de final. Desde entonces, acumuló 20 combates invicto en JJ.OO. y medallas de oro en Beijing 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020 (terminó el certamen sin ceder siquiera un punto) y París 2024. Se convirtió en el primer atleta en ganar una competencia individual en cinco ediciones consecutivas, al superar a otras leyendas del deporte con las que estaba emparejado en cuatro, como Carl Lewis (salto largo), Michael Phelps (natación), Katie Ledecky (natación), Alfred Oerter (disco), Paul Elvstrom (vela) y Kaori Icho (lucha). Además de las cinco olímpicas, López se ha colgado cinco medallas de oro en Mundiales, tres de plata y otras cinco doradas en Panamericanos.
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Luego de la victoria ante Acosta que le dió su quinto campeonato en unos JJ.OO., y tras el alocado festejo que involucró algunas tomas a sus entrenadores, López dejó sus zapatillas en el suelo como signo de despedida. La emoción dominó a su entorno y a él, en un día para el recuerdo. A dos semanas de cumplir 42 años y por la puerta grande, se fue del deporte profesional un hombre que logró lo que ni Usain Bolt, ni Michael Phelps, ni Simone Biles, ni nadie: Mijaín López, el hombre récord de los Juegos Olímpicos.