Entrevista con MDZ

Julio Lamas: "Nunca se buscó arreglar lo que no estaba roto para un lucimiento personal"

Julio Lamas habló de todo en un mano a mano con MDZ. El exentrenador de la Selección argentina de básquet explicó por qué fueron exitosos los 24 años de Sergio Hernández, Rubén Magnano y él al frente de la Generación Dorada y cuál fue la clave del éxito, entre mucho otros temas.

Juan Andrés Tuzzi
Juan Andrés Tuzzi sábado, 23 de septiembre de 2023 · 19:00 hs
Julio Lamas: "Nunca se buscó arreglar lo que no estaba roto para un lucimiento personal"
Foto: NA
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Julio Lamas no necesita demasiada presentación. Su nombre es sinónimo de básquet, de selección argentina, de Generación Dorada, de deporte, de valores, de una época. Fue, junto a Sergio Hernández y a Rubén Magnano, uno de los encargados de poner en los más alto a un seleccionado nacional. Sin dudas, su nombre está y va a quedar escrito para siempre en las páginas más gloriosas del deporte argentino.

Por eso, siempre es palabra autorizada para opinar de todo lo que tenga que ver con el deporte en general. Y, en esta ocasión, en un mano a mano con MDZ, el exentrenador del seleccionado argentino de básquet habló de sus experiencias, del presente del básquet nacional, de su trayectoria y de su presente, entre otras cosas.          

- Julio, vas a ser parte de las transmisiones de la Liga ACB de España este año…
- Voy a estar como analistas de los partidos de la Liga ACB en la pantalla de Fox Sports, una competencia muy linda que tiene a varios argentinos como protagonistas y para mí es un placer participar de estas transmisiones.

- ¿Te gusta? ¿Cómo vivís el básquet desde afuera a través de esta experiencia?
- Me gusta mucho hacerlo, no me pone nervioso para nada, no me toca ganar ni perder, analizo más fríamente todo. Y cuando hay jugadores argentinos en una situación definitoria, trascendente, una final o un partido clave hay un poco más de excitación o de emoción por el deseo de que le vaya bien, pero es un rol diferente, neutral. También disfruto de preparar los partidos, viendo los partidos previos para poder comentarlos bien. Todo esto me mantiene cerca del básquet en una competencia que es la mejor del mundo FIBA. Lo disfruto mucho, me gusta. Lo que queda del año sólo voy a comentar la Liga y doy charlas corporativas, todas las semanas tengo alguna y ese es el plan que tengo para lo que queda del año. El que viene, no lo sé.

- ¿Cómo ves el presente del básquet argentino después de haber quedado afuera del Mundial y de los Juegos Olímpicos 2024?
- Desde los resultados, fue un golpe duro para todos nosotros haber quedado afuera del Mundial. Yo hago una diferencia grande entre quedar afuera del Mundial y afuera de los Juegos, porque al Mundial lo juegan 32 equipos y a los JJ.OO., 12. Por lo cual, el nivel de dificultad para clasificar a los Juegos es infinitamente mayor que clasificar para el Mundial. Fueron 7 equipos de América al Mundial y van 2 a los Juegos Olímpicos. Ahí te define la diferencia de la dificultad. Era previsible que después de la Generación Dorada nos cueste clasificar para los Juegos Olímpicos pero no para los mundiales. Son cosas que pueden pasar y pasó. El golpe duro es haber quedado afuera del Mundial.

- La Generación Dorada dejó la vara altísima…
- Sí, pero nosotros antes de la Generación Dorada y después, clasificamos siempre para los mundiales. No estamos afuera de uno desde 1982. Esto es lo que yo entiendo que es un golpe duro para nosotros.

- ¿Cómo analizás la gestión de Fabián Borro, presidente de la CABB?
- La verdad es que no es mi función analizar la tarea del presidente de la CABB públicamente porque no sumo nada con eso. Sobre todo en un momento en el que hay un resultado como el que acabamos de comentar. Y yo creo que la tarea de un directivo se evalúa por un montón de cuestiones que tienen que ver con la gestión y no corresponde que yo lo analice públicamente.

- ¿En que ejes creés que se puede mejorar o hacer hincapié?
- Yo creo que está mal nuestra competencia interna y es la que termina siendo, medida unos años después, la que le da salud y fortaleza a la selección nacional, con diferentes momentos de talentos, que eso es lo que el universo o Dios disponen en un momento determinado. En un momento pasó que nace Fabricio Oberto en 1975 y Carlos Delfino en 1982, y en el medio todos los demás: Prigione, Pepe Sánchez, Nocioni, Scola. Esto no va a pasar siempre. Pero está clarísimo que nuestra liga, que va a cumplir 40 años, ha sido formadora. Primero detecta el talento de los jugadores y entrenadores y después los forma y los desarrolla. Y nuestra liga hoy está pasando un momento de horas bajas, porque, antes que nada, hay que analizar el momento económico nuestro que es malo. Los presupuestos son muy pocos competitivos y entonces hay un éxodo grande de talentos de jugadores y entrenadores, que están en México, en Uruguay, en Chile, en Venezuela, que son de los mejores. Si los mejores entrenadores no están acá, los entrenadores más jóvenes no aprenden de los mejores, sino de otros. Esto trasladado a los jugadores, con respecto a los entrenadores y a los jugadores grandes ante quienes compiten semana a semana, o con los que entrenan todos los días. Entonces está bajando el nivel y necesitamos recuperarlo. Excepto Pepe Sánchez y Delfino, el resto de la Generación Dorada tuvo una base de 100 o 200 partidos en la Liga argentina, como base como para después ir a los equipos de Euroliga y después los que hicieron el “posgrado” en la NBA. Pero es lo que fortalece el básquet general. Creo que es importante que nuestra competencia interna recupere el nivel.

- ¿Por qué creés que lograron con Rubén Magnano y Sergio Hernández esa especie de continuidad con la Generación Dorada, en lo que respecta a juego, ideas, valores y demás? Es como que los tres fueron uno…
- Yo no sé si los tres fuimos uno, pero si la gente a veces hasta nos confunde. Nos reímos muchas veces con la situación y hemos firmado cruzado. Creo que tiene que ver con todo el tiempo que estuvimos. Sumando a los tres, estuvimos 24 años y compartimos cuerpos técnicos. Muchas veces confunden la trayectoria y los torneos que dirigimos cada uno. A mí lo que me pasa es que es un honor que me pongan en el mismo renglón que Rubén y Sergio, que son entrenadores de los mejores del mundo y de nuestra historia. Es un orgullo.
En lo que hay coincidencia es que cada uno de los tres siempre puso a la selección nacional por encima de todo, incluso por sobre los intereses propios como entrenadores. Trabajar para el equipo más que para uno mismo. Nos ha tocado que el equipo ya jugara bien de una manera y que no hubiera nada para tocar, con poquísimo para cambiar y se le ha dado continuidad. Nunca se buscó arreglar lo que no estaba roto para un lucimiento personal. Por otro lado, el haber hecho transiciones sanas. Siempre se dejó lo que estaba bien y se corrigió lo que se podía mejorar y continuaron innumerable cantidad de integrantes de los cuerpos técnicos. Todo eso fue muy sano. Bastante ejemplar en el sentido de que muchas veces nosotros nos pegamos un tiro en nuestro propio pie. Tenemos esas cosas de peronistas y antiperonistas y queremos refundar todo. Bueno, no hicimos eso. Además, fuimos los tres formados en la Liga Nacional y estuvimos mucho tiempo en la competencia internacional, que te mejora un montón, te lleva al siguiente nivel.
Pero en lo que realmente fuimos parecidos es en eso, en que siempre pensamos en qué era lo mejor para el jugador y para el equipo.

- Julio, ¿por qué creés que le cuesta llegar a la NBA a entrenadores extranjeros?
- Es así. En la NBA hay 110 jugadores extranjeros, muchos de ellos figuras, parte del quinteto ideal o MVP de la competencia. Es un talento que detectan, lo llevan y va construyendo su espacio, como ocurrió con Nicola Jokic. Y un entrenador no podría llegar en silencio, más allá de lo público, hablo de que es uno sólo y es el que se tiene que poner al frente y llevar la iniciativa. En ese aspecto, los americanos respetan lo que conocen y sólo conocen lo que está ahí adentro. Con lo cual, para hacerlo, hay que ir y empezar en el staff técnico. Hay muchos ahora, unos 30, como Pablo Prigioni por ejemplo, que yo creo que va a ser el primero de nosotros que tenga la oportunidad de ser entrenador principal. Está en el radar, lo conocen, y tiene los vínculos que se necesitan para ejercer. Creo que si querés ir ahí tenés que empezar por abajo, en el staff y la verdad que yo no la vi venir. Me agarró fuera de tiempo. El ofrecimiento lo tenés si estás donde sucede. De hecho Scola muchas veces me dijo que eso iba a pasar, yo no lo compartía, y al final tenía razón Scola, no yo. Siendo entrenador del Real Madrid fui a la Liga de Verano como asistente de los Spurs y no me di cuenta de que eso podía ser una opción para tratar de estar en los lugares que tenía que estar, y perfeccionar el inglés lo suficiente. No la vi venir. No me lo recrimino, lo acepto como una parte de mi carrera. Vi venir un montón de cosas, esta no. Me siento feliz de lo realizado en una carrera que ya terminó. Me siento feliz de haber dirigido a la Selección argentina, lo más de todo, de haber dirigido dos selecciones argentinas tan diferentes, de haber dirigido al Real Madrid, a San Lorenzo, a Boca. Es más de lo que en algún momento pensé. Estoy bien con eso y di todo lo que tenía. No me reprocho nada.

- ¿Qué significó dirigir a la Generación Dorada?
- Fue el mayor orgullo de toda la carrera entera, que junta todo. La emoción más grande. El recuerdo más grande que tengo del básquet es el Himno después de salir campeones de América en Mar del Plata con todo el público cantándolo y con todas las familias nuestras compartiendo ese momento. Eso sintetiza toda la parte romántica, de identidad y de emoción, sumada al nivel deportivo, competir al más alto nivel con estos jugadores usando la camiseta argentina. Sé que soy afortunado. Sé que muchos entrenadores hubiesen querido estar ahí y agradezco haber estado yo.  

- ¿Qué fue lo más rico de tu experiencia en Japón?
Fue una experiencia muy enriquecedora. Volví mejor, como entrenador y como persona. Fue sorpresa. Fue larga toda la conversación o la negociación, no por el negocio, sino por los tiempos que ellos se toman para poder llevar a cabo una cosa como esta. Fueron como 6 meses. Vinieron acá a reunirse conmigo, después nos reunimos en Canadá. Fue lindo haber sido parte de un básquet que quería progresar. En ese momento eran 52 del ránking FIBA, hoy son 26, subieron 26 lugares, es muchísimo. Yo los tomé 52 y los dejé 35. Ellos querían profesionalizar a sus jugadores y subir el nivel competitivo y desarrollar su liga. Ellos son todo lo contrario a nosotros, tienen todo lo de afuera de la cancha, nosotros tenemos lo de adentro. Ellos tienen estadios muy buenos, abundancia económica, espectadores que llenan la cancha y que consumen todo tipo de productos, sponsoreo del más alto nivel. Sube cada año la cantidad y calidad de los entrenadores y jugadores extranjeros que fichan y va más lento el crecimiento del jugador criollo. Fue una experiencia bárbara para mí, que si no estuviéramos en la otra punta del mundo, hubiese trabajado un par de años más, pero ya no podía. Culturalmente también son lo opuesto. Para ellos los viejos son sagrados, respetan la jerarquía, el sistema está por encima de las personas, todo diferente. Que no quiere decir que todo sea mejor, en general hay cosas mejores, para el deporte es mitad y mitad. En el deporte hay una rebeldía responsable que el jugador argentino tiene que es muy útil para conseguir resultados o para emprender cualquier tipo de desafíos.   

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