Pa: no quiero llegar a Primera
Relación padre-hijo, un camino de siempre en el fútbol de inferiores, en su gran mayoría, con la frustración de no llegar.
-Hola pa, ¿Puedo pasar? Sí, ya sé que estás durmiedo, perdón. No, no es nada urgente, o capaz si, depende. Por eso prefiero decírtelo ahora y no mañana porque viste que te vas temprano a laburar y ya no te veo. Che, la de mosquitos que hay acá, no se puede creer, dios santo. En realidad, quiero decírtelo ahora y no antes de la final, por eso un poco el apuro. No, no son vueltas, pasa que no sé la forma. Hablar de fútbol es siempre fácil para nosotros, pero esto es fútbol y ahora las palabras no me salen.
Mirá, estuve pensando mucho viste, y la verdad es que yo no quiero jugar al fútbol. Pará, déjame terminar. ¿Cómo voy a querer dejar el fútbol, si sabes que lo amo como loco? No quiero jugar al fútbol en primera, eso pasa. Sí, ya sé que estoy cerquita de Reserva, ya lo sé. También sé que podemos salvarnos todos y a los 35 años jubilarme con un complejo de departamentos, aunque muy bien no sepa qué significa, pero me lo dijiste tantas veces que ya medio que sí, que creo que lo entiendo.
Yo no quiero llegar, papi. Ya he llorado mucho y la he peleado desde chiquito. ¿Vos te acordás en séptima que no jugué ni un minuto? Y eso que fui a entrenar todos los días ¿O cuándo el Negro Quinteros me dejó afuera de la final contra la Lepra? Me acuerdo que todos festejaban y vos me dijiste que nos fuéramos rápido. Ni el refrigerio busque, (¡Con lo rico que es ese alfajor blanco!).
A mí el fútbol me dio la vida o por lo menos algo de eso. O mucho de eso. Amigos, historias, recuerdos. Bueno, ya sé que tengo 15 años, pero yo llegué al club con 6, y creo que ese tiempo alcanza para llamarlos así. Y cuando pienso en todo eso, te juro que me siento el pibe más afortunado del mundo. Por eso creo que está bien dejarlos ahí, amontonados, felices. Como fui yo todo este tiempo.
No hace falta que nadie me lo diga, yo me doy cuenta que me falta ese no sé qué para ser un distinto. ¿Vos viste como juega el Peladito? Uff, la tiene atada. Él tiene que llegar, o al menos debería, pero el condicional hace del fútbol una injusticia, al menos de vez en cuando. Yo no pá, yo soy bueno acá en el barrio, con los chicos, pero en inferiores hace falta otra cosa.
¿Y sabes qué? Bastante mala sangre te haces con tu jefe ahí en el depósito también, como para que vayas a pasarla mal el sábado cuando erro un pase o a veces ni siquiera salgo a calentar. No quiero verte discutir por mí, no hace falta, tenemos otros grandes problemas por los que hacernos tiempo para llorar.
Mañana voy al banco y seguramente no juegue, pero si me dejás, me gustaría que volvamos a casa juntos, caminando, charlando, del fútbol, de la vida. Como hacemos siempre, en realidad. Pará, no llorés, papi, no seas tonto, si yo soy feliz, muy feliz. Llegamos, llegamos hace mucho, pero nunca me animé a contártelo. Hasta mañana, pa, que mañana arrancas temprano. Descansá, descansá en paz.

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