El "desesperado" pedido que Nico González le hizo a Messi tras lesionarse 3 días antes del Mundial: "Hablé con Leo para que me..."

En la carrera de un futbolista, pocos golpes son más duros que lesionarse a días de comenzar un Mundial y por ende, quedarse afuera de la nómina de su selección. Fue lo que le tocó pasar a Nicolás González en Argentina, a apenas 3 días de que la pelota empiece a rodar en Qatar. No fue el único. Situaciones similares vivieron Joaquín Correa y Giovani Lo Celso. 

González era una pieza clave del plantel, no solo por la variante táctica que le ofrecía a Lionel Scaloni en base a sus características, sino también porque ejercía un rol importante en el grupo humano, según confesaron sus propios compañeros. Siempre de buen humor, era el bromista de la generación más joven del plantel. Una especie de Rodrigo De Paul para los sub 25. 

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Cuando se enteró de la noticia de su exclusión, el jugador ya estaba en Oriente. Es por eso que, sabiendo de su ausencia en las canchas, el futbolista intentó por todos los medios seguir ligado al plantel durante su estadía en Qatar. Al menos para seguir ejerciendo ese rol en el vestuario. Para eso, tocó al contacto necesario para que interceda por él: Lionel Messi.

En diálogo con el influencer Ezzequiel, el futbolista lo contó: "Yo estaba en Qatar tres días antes de que arranque el Mundial y me lesioné. No quería volverme a Italia (NdR: juega para Fiorentina), quería quedarme con ellos. Entonces lo primero que se me cruzó por la cabeza fue ir a hablar con Leo Messi para que me de una mano. Leo me dio su palabra, me dijo que me quede tranquilo, que iba a hablar”.

“Leo lo había conseguido, le dijeron que sí, y estoy muy agradecido con él por eso. Yo estaba feliz, saltando de acá para allá, no me importaba nada el desgarro. Pero al otro día me llamaron de Fiorentina que tenía que ir a hacer la recuperación ahí, eso me liquidó”, agregó.

Lo cierto es que el jugador viajó a Italia para recuperarse, pero luego, para la gran final ante Francia regresó a Qatar y pudo vivir, en primera persona, la consagración de sus compañeros.