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Coudet, un optimista de la línea de cal

A grandes rasgos, el Racing campeón de Coudet está cerca del que allá lejos y hace tiempo ganó la Supercopa de la mano de Alfio Basile que del gasolero de Mostaza Merlo e incluso del de Diego Cocca, que pasó del tiki-tiki a la defensa rocosa y la salida rápida en contraataque.

domingo, 31 de marzo de 2019 · 23:38 hs

El título que inscribe a Eduardo Coudet en la selecta galería de entrenadores de Racing que lideraron vueltas olímpicas después del lejano e irrepetible "Equipo de José" da cuenta de un avanzado alumno de las nuevas camadas y todavía con techo por verse.

A grandes rasgos, el Racing campeón de Coudet está cerca del que allá lejos y hace tiempo ganó la Supercopa de la mano de Alfio Basile que del gasolero de Mostaza Merlo e incluso del de Diego Cocca, que pasó del tiki-tiki a la defensa rocosa y la salida rápida en contraataque.

Es decir, si fuera posible aplicar la siempre compleja y polémica vara capaz de medir cuánto apego tiene un equipo por llevar los partidos a rienda corta y cuánto por cocinarlos a fuego lento, el perfil de Chacho Coudet se ajusta a la primera alternativa.

Así sorprendió, destacó y dos veces estuvo a punto de coronar en su paso por Rosario Central y así fueron en Racing su carta de presentación y su impronta más visible.

Con con sus más y con sus menos, cómo no, con sus altibajos, con sus claroscuros y sus días grises.

Con River, por ejemplo, cuando Racing fue la sombra de una sombra, un vulgar agrupamiento de jugadores tibios para ir, blandos para volver, desangelados para permanecer.

En el Monumental no hubo un Racing en sentido estricto, apenas si lo hubo en su vertiente formal, por cuanto hasta donde sabemos la marca en el orillo de los equipos de Coudet es la de la búsqueda vigorosa, jamás la de la espera.

Vertical, explosivo, percutidor por las bandas, pongamos, aunque sin desdeñar las bondades del juego interior expresado en el nacimiento de las jugadas en el pase quirúrgico del chileno Marcelo Díaz y ya en el área rival en dos delanteros de técnica y agudeza depuradas, como Licha López y Darío Cvitanich.

La mención a Cvitanich sugiere reponer que Coudet se ha valido de una de las billeteras más gordas de que ha dispuesto Racing en mucho tiempo para reforzarse a pleno.

Esto es, no acaba de ganar la Superliga por haber sacado el máximo jugo de un plantel austero, más bien lo contrario, pero en todo caso eso será igual de cierto que ciertas las promesas incumplidas de más de cuatro entrenadores de Racing, prestigiosos ellos, que manejaron planteles lujosos.

Con independencia de premisas estéticas que sin ser desdeñables no están por encima del hecho mismo de competir, la mano de Coudet se ha revelado firme, direccionada y de la mentalidad ganadora su Racing hizo norte, bandera y horizonte.

Y aunque a menudo el hilo articulador entre el futbolista de ayer y el director técnico de hoy es difícil de entrever, incluso hasta insospechado de comunión, si del Chacho se trata el ejercicio ofrece convergencias inmediatas.

¿Cómo era el Coudet de pantalones cortos?

Determinado, filoso, agresivo, punzante.

¿Cómo es el Coudet de la línea de cal?

Determinado, también; ambicioso, motivado y motivador, un optimista serial, irrefrenable.