Una definición penosa para el Torneo Octogonal
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¿Y ahora? En condiciones normales, en cualquier parte del mundo, estaríamos diciendo que habría un juego desempate entre el Centro de Empleados de Comercio y Leonardo Murialdo.
¿Qué pasó? La desprolijidad, la falta de prevención y la escasa inteligencia que acompaña a los dirigentes de la Liga vuelven a complicar las cosas en el fútbol de Mendoza. Lo manifestó Garro, el técnico del CEC luego del partido al decir que “esta fecha no debiera haberse jugado. Mis jugadores entraron desconcertados y ahora tendremos que esperar el fallo para saber si jugamos un partido desempate o hasta aquí llegamos con un segundo lugar”.
Y claro que el Tachuela tiene razón. Cuál era el apuro por improvisar. Ahora todo entra en una nebulosa que se presta sencillamente para la polémica. Ojo, más allá que la protesta de Murialdo sea concreta y valedera. Los dirigentes de la entidad de calle Garibaldi debieron estar atentos a este problema que se convierte en un verdadero papelón.
Pareciera ser que la gestión de Billen sigue vigente con esta de Mostacchio. Nada ha cambiado y se siguen sumando bochornosos problemas a este alicaído fútbol nuestro que se esfuerza por surgir y dar buenos espectáculos.
Nadie puede decir que el torneo ha sido malo o que careció de emoción, pero este tipo de acontecimientos termina por desmoronar todo lo bueno que realizan los jugadores y los cuerpo técnicos, los que ahora deben pagar las impericias de los dirigentes que rigen los destinos de la Liga Mendocina de Fútbol.

