Presenta:

Ahora podés importar tus alimentos sin trabas: salud, ahorro y libertad en tu mesa

La nueva disposición de la Anmat permite a cualquier persona importar para consumo propio sin trámites sanitarios previos, abriendo el acceso a productos antes reservados a grandes importadores.
Foto: Shutterstock
Foto: Shutterstock

Durante años, traer alimentos del exterior fue un privilegio reservado a empresas o un laberinto imposible para personas comunes. Pero eso cambió: desde la publicación de la Disposición Anmat N° 537/2025, del 19 de mayo de 2025, cualquier persona puede importar alimentos para uso personal sin intervención previa del organismo sanitario.

Esta medida marcó un antes y un después para personas celíacas, pacientes con dietas especiales, cocineros aficionados y para quienes simplemente buscan ahorrar, acceder a productos de calidad o comer mejor. Hoy, se pueden importar desde harinas sin gluten hasta condimentos tailandeses, tés japoneses o snacks internacionales, sin pedir permiso y de forma totalmente legal.

¿Qué dice exactamente la nueva norma?

La resolución de Anmat eliminó lo los trámites obligatorios para importar alimentos en tres casos:

  • "Uso personal"
  • "Propósitos médicos específicos de uso compasivo"
  • "Donaciones del exterior"

El artículo 1 de la disposición lo expresa con claridad:

  • "No tendrá intervención esta Administración Nacional en trámites relacionados con gestiones de usuarios directos como la solicitud de constancia de alimentos para propósitos médicos específicos de uso compasivo, la solicitud de autorización de ingreso de alimentos para uso personal y la autorización de ingreso de alimentos provenientes de donaciones".

A su vez, el artículo 2 establece que los productos ingresados bajo esta modalidad no pueden comercializarse ni utilizarse con fines de lucro.

Es decir: se permite traer alimentos para uso personal, familiar o comunitario, pero no para vender.

¿A quiénes beneficia?

Esta norma favorece directamente a:

  • Personas con celiaquía, diabetes, intolerancia a la lactosa, alergias alimentarias o dietas restringidas.
  • Pacientes con necesidades específicas por edad, inmunodepresión o tratamientos médicos.
  • Aficionados a la cocina internacional que buscan ingredientes auténticos no disponibles en el país.
  • Consumidores exigentes que prefieren productos gourmet, orgánicos, veganos, kosher, halal o de mejor calidad.
  • Familias que buscan reducir sus gastos alimentarios comprando en volumen o aprovechando precios internacionales.

Muchas veces, estos productos son inconseguibles en Argentina, o se venden al triple del valor que tienen en sus países de origen.

¿Qué se puede traer y bajo qué condiciones?

La medida aplica al régimen simplificado de pequeños envíos puerta a puerta. Estos son los límites establecidos:

  • Hasta tres unidades de una misma especie por envío.
  • Hasta 50 kilos por paquete.
  • Hasta 3.000 dólares por compra.
  • Hasta cinco envíos por persona por año calendario.

Es importante remarcar que la limitación es por persona. Es decir, cada miembro de un grupo familiar puede usar su propio cupo. Una familia de cuatro integrantes, por ejemplo, podría hacer hasta veinte envíos por año, de manera legal.

¿Cómo se hace? Paso a paso para importar sin errores

  • Elegí tu producto y tienda confiable en el exterior. Pueden ser alimentos sin gluten, condimentos gourmet, productos veganos, tés especiales o cualquier alimento permitido en su país de origen.
  • Comprá online con tarjeta internacional. Sitios como Amazon, iHerb, tiendas españolas, italianas, estadounidenses o chilenas suelen ofrecer envíos internacionales.
  • Seleccioná envío puerta a puerta. Podés usar servicios courier como DHL, FedEx, UPS, o incluso el Correo Argentino a través del régimen de pequeños envíos.
  • Esperá el aviso de arribo. Cuando el paquete llega a Aduana, el courier te contacta para completar una declaración simplificada o pagar tributos si corresponde (por ejemplo, IVA o derechos de importación si se excede la franquicia).
  • Recibí tu producto en tu casa. El trámite es 100 % digital y no requiere intervención de Anmat si cumplís los requisitos mencionados.

No hace falta certificado médico, constancia de enfermedad, ni autorización previa de ningún tipo. La clave es que sea para uso propio, en cantidades razonables, y que no supere los montos y límites fijados.

¿Conviene?

Mucho. Algunos ejemplos reales:

  • Harina sin gluten Schär: 2.000 pesos afuera, 6.000 en Argentina.
  • Leche vegetal fortificada: 1.400 pesos en Europa, más de 3.500 acá.
  • Té matcha japonés: 4.000 pesos importado, 12.000 en dietéticas locales.
  • Condimentos auténticos para comida mexicana, india o tailandesa: directamente no se consiguen en el país.

Además, comprar en grupo o aprovechar el cupo familiar permite reducir aún más los costos.

¿Y si lo uso en mi emprendimiento?

La resolución prohíbe expresamente la reventa directa de los productos traídos bajo esta modalidad. No está permitido importar para comercializar sin controles sanitarios ni autorización.

Sin embargo, eso no impide que los alimentos importados sean parte de un proceso productivo o artesanal con valor agregado, como la elaboración de menús, productos de repostería, dietética, cocina especializada o producción gastronómica bajo normas locales. En esos casos, corresponde cumplir con los requisitos bromatológicos y de trazabilidad que exige el Código Alimentario Argentino y las normas provinciales.

Es decir, no se puede importar para abrir una dietética con stock del exterior, pero sí es posible incorporar estos insumos a emprendimientos que produzcan alimentos finales, siempre que respeten la normativa sanitaria vigente.

La clave está en hacerlo con responsabilidad, conocimiento y dentro del marco legal, para que esta herramienta no se convierta en una trampa, sino en una oportunidad.

Comer mejor sin pedir permiso

Durante décadas, los consumidores estuvieron atados a mercados cerrados, precios inflados y controles sanitarios que muchas veces protegían intereses económicos, no la salud pública. Esta disposición cambia las reglas: te da libertad, opciones y el poder de decidir qué comés, cuánto pagás y de dónde lo traés.

No se trata de un privilegio para ricos. Es una herramienta concreta para cuidar la salud, ampliar la variedad de la mesa o hacer rendir el ingreso familiar.

Porque el derecho a alimentarse bien no puede depender del margen de una góndola ni del sello de una ventanilla. Ahora, depende de vos.