Presenta:

Oro verde: el abono casero con pasto y trébol que vuelve imparables a tus plantas de interior

Con recortes de hierbas y agua, se puede preparar un abono líquido muy económico que fortalece el follaje de las plantas de interior y ayuda a evitar químicos.

Este abono líquido hará que las plantas crezcan fuertes y sanas.

Este abono líquido hará que las plantas crezcan fuertes y sanas.

Quienes llenan la casa de macetas saben que no alcanza con regar y nada más. Las hojas pierden color, dejan de crecer y, de a poco, la planta se apaga. Antes de correr a comprar un abono industrial, hay una alternativa sencilla que se prepara con lo que ya hay en el jardín: restos de césped, trébol y hojas tiernas.

Con esos “sobrantes” se arma un purín de hierbas, un abono líquido muy concentrado que aporta sobre todo nitrógeno, el nutriente que empuja la salida de hojas nuevas.

El truco verde que sale casi gratis

La idea es aprovechar recortes de hierbas frescas que normalmente irían a la basura. El pasto recién cortado, el trébol que invade la vereda o las hojas jóvenes de una poda ligera pueden convertirse en la base de este fertilizante casero. Todo ese material se junta en un balde y se cubre con agua, pero sin llenarlo hasta el borde para que la mezcla tenga un poco de aire. Con el paso de los días, las plantas se descomponen en el agua y liberan nutrientes solubles que quedan disponibles para las raíces de las macetas.

Este preparado líquido se caracteriza por su alto aporte de nitrógeno, un elemento clave cuando se quiere estimular el follaje. Por eso resulta especialmente útil para plantas de hojas grandes, como las monsteras, los filodendros o las calatheas, que responden muy bien cuando reciben un plus de este nutriente durante su etapa de crecimiento.

Antes de decidir si eliminas los tréboles de tu jardín, descubre sus beneficios. Foto: Freepick
Antes de decidir si eliminas los tréboles de tu jardín, descubre sus beneficios. Foto: Freepick
Antes de decidir si eliminas los tréboles de tu jardín, descubre sus beneficios. Foto: Freepick

Paso a paso: así se prepara el abono casero

El procedimiento no tiene demasiada ciencia. Una vez que el balde está lleno de hierbas y agua, se deja reposar en un lugar ventilado, preferentemente a la sombra. Conviene remover la mezcla una vez por día con un palo o una varilla para que el material vegetal se descomponga de manera pareja. En torno a una semana, y hasta unos diez días, el líquido toma un color oscuro y un olor intenso: es la señal de que el purín ya está listo para usarse.

El siguiente paso es colar muy bien el contenido para separar los sólidos del líquido. Se puede usar un colador grande, una tela vieja o una bolsa de malla. Lo importante es que el fertilizante quede lo más limpio posible, para que no tapone la superficie del sustrato ni genere malos olores dentro de la casa. Ese concentrado es el corazón del abono, pero todavía falta un detalle clave antes de llevarlo a las macetas.

Cada cuánto usarlo y qué cuidados tener

El purín concentrado es muy fuerte. Por eso, nunca se aplica puro. La recomendación es mezclar una parte del líquido con cuatro partes de agua limpia y recién ahí usarlo como riego. En primavera y verano, cuando las plantas crecen con más energía, se puede incorporar a la rutina cada una o dos semanas. Con ese ritmo, las especies de gran follaje suelen responder con hojas más grandes, verdes y firmes.

Este tipo de abono casero tiene varios puntos a favor: es barato, reutiliza residuos del jardín y aporta vida al sustrato al estimular la presencia de microorganismos beneficiosos. Aun así, hay que tener ciertas precauciones. No es la mejor opción para plantas muy sensibles al exceso de nitrógeno ni para macetas que ya se encuentran en suelos muy ricos. Usarlo sin diluir, o con demasiada frecuencia, puede dañar las raíces. Bien preparado y aplicado con moderación, en cambio, se convierte en un aliado orgánico y accesible para quienes buscan que sus plantas de interior se vean realmente vigorosas sin depender de productos químicos.