El "Caribe argentino" que pocos conocen: el rincón costero que enamora por su calma y su agua turquesa
Los Pocitos, el rincón en el sur de la provincia, se ganó fama por sus tonos turquesa, su calma y los bancos de ostras que transforman la costa en una postal.
Los Pocitos se ubica en el partido de Patagones, provincia de Buenos Aires.
Hay un rincón del sur de la provincia de Buenos Aires que desconcierta por contraste. No tiene peatonales, ni carteles luminosos, ni la coreografía típica de la costa. Tiene, en cambio, un mar sereno y tibio, con destellos verdes que a ciertas horas se vuelven turquesa.
Ese lugar se llama Los Pocitos y queda dentro del distrito de Patagones, lejos del circuito más conocido. Desde la Ciudad de Buenos Aires el trayecto ronda los 900 kilómetros, y esa distancia lo mantuvo a salvo del turismo masivo. En días de buen clima, el agua parece una pileta natural y la costa se vuelve un refugio para leer y matear.
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Un balneario mínimo, lejos del ruido
Los Pocitos es chico de verdad: se habla de unas siete decenas de habitantes estables y una vida cotidiana que cambia poco con el calendario. En verano aparecen visitantes, pero el entorno conserva su pulso. Hay un muelle de madera que se volvió símbolo y funciona como mirador, punto de pesca y lugar para ver cómo cambia el color del mar. También existen servicios básicos y alojamientos simples, elegidos por tranquilidad y no por amenities. Acá el atractivo es el descanso y la sensación de estar en un borde del mapa.
La particularidad que lo distingue está en la orilla. En la zona se forman bancos de ostras que crecen sin grandes intervenciones, un fenómeno raro para el país. Los vecinos cuentan que esos moluscos filtran el agua y ayudan a que la transparencia sea parte del paisaje. De ahí el apodo caribeño que circula en redes y notas de turismo. En temporada, esa identidad se celebra con una Fiesta de la Ostra con sello provincial, donde hay platos típicos, degustaciones, música y propuestas familiares. Y, como en todo pueblo chico, también se repite un relato: hace décadas pasó por la costa un japonés que vio condiciones ideales para criar ostras y luego no volvió.
Cómo llegar a la playa y qué tener en cuenta antes de salir
La ruta es clara, aunque larga. La mayoría de los viajeros baja por la RN 3 y busca la referencia del kilómetro 918. Desde ese punto se toma un desvío y se avanza por un tramo de ripio que ronda los 40 kilómetros, por lo general transitable, hasta el balneario. En auto, el recorrido suele demandar entre diez y once horas, según paradas y tránsito. Antes de entrar conviene aprovisionarse: la ciudad de apoyo más cercana es Carmen de Patagones, a unos 80 kilómetros, donde hay combustible y supermercados. También conviene salir con tanque lleno y algo de efectivo, porque la señal de celular puede ser irregular.
El plan no requiere agenda cargada. Se camina por una playa amplia, se mira el horizonte y se deja que la tarde avance sin apuro. La pesca de costa es una fija, sobre todo cerca del muelle, y suele organizarse según mareas. También hay espacio para el avistaje de aves y fauna marina; una de las especies mencionadas en la zona es la gaviota cangrejera. Para quienes sacan fotos, el amanecer y el atardecer cambian los tonos del agua y regalan luz pareja.
Los Pocitos no promete glamour. Ofrece otra cosa: un paisaje poco intervenido, un mar amable y una identidad marcada por la ostra. Es un destino para parejas, familias tranquilas o viajeros que buscan descanso real.


