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Cinco electrodomésticos que son "vampiros eléctricos" y pueden sumar hasta un cuarto de tu consumo

Varios electrodomésticos siguen consumiendo energía y pueden generar riesgos incluso cuando no están en uso, por lo que expertos recomiendan desenchufarlos.

Los televisores también son parte de este top 5 de electrodomésticos.

Los televisores también son parte de este top 5 de electrodomésticos.

Cada vez más hogares miran con lupa la factura de electricidad y buscan pequeñas acciones que marquen la diferencia. Una de las más simples, y a la vez menos valoradas, es desenchufar los electrodomésticos que no se están usando. Diversos informes, entre ellos los citados por la revista Real Simple y el NRDC.

Señalan que estos “vampiros eléctricos” pueden llegar a representar cerca de una cuarta parte del consumo residencial. Es energía que se paga todos los meses sin obtener ningún beneficio real.

Cinco electrodomésticos que gastan luz sin que lo notes

Aunque existen muchos equipos con consumo en reposo, hay cinco grupos que se repiten en casi todas las casas. El primero son los calefactores portátiles. Son cómodos y efectivos en invierno, pero también se encuentran entre los dispositivos más peligrosos.

La Asociación Nacional de Protección contra Incendios de Estados Unidos relaciona miles de siniestros domésticos al año con este tipo de productos. Los modelos con termostatos digitales o programas horarios siguen demandando electricidad aun cuando el usuario cree que están apagados. Por seguridad, se aconseja desconectarlos siempre del enchufe y nunca utilizarlos con zapatillas o regletas.

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Los caloventores lideran el ranking de compras para combatir la ola polar que afecta a varias provincias de Argentina

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Los riesgos ocultos en el baño y el living

Otro grupo a tener en cuenta son los secadores de pelo y las herramientas de peinado, como planchitas o bucleras. En este caso, el problema no pasa tanto por el consumo en reposo, sino por el uso en espacios húmedos. Dejarlos conectados en el baño aumenta el riesgo de cortocircuitos o descargas si entran en contacto con agua. Por eso, la recomendación es clara: utilizarlos, apagarlos y desenchufarlos al terminar.

Los televisores también figuran en la lista. Mientras esperan la orden del control remoto, permanecen en modo de espera y siguen tomando energía. Estudios citados por el NRDC señalan que ese consumo puede ir de unos pocos vatios hasta varias decenas, según el modelo y la antigüedad. Algo similar ocurre con los calentadores de toallas, un producto cada vez más común en baños y dormitorios. Algunos equipos pueden demandar hasta 140 vatios y ni siquiera traen interruptor, de modo que quedan encendidos en silencio durante horas, con impacto en la factura y un mayor riesgo de sobrecalentamiento.

Consolas, decodificadores y hábitos para ahorrar

El último grupo clave lo forman las consolas de videojuegos y los decodificadores. Estos últimos se ubican entre los aparatos que más energía consumen en reposo, sobre todo los modelos antiguos que permanecen siempre conectados para recibir señales. Las consolas también suman gasto si se dejan encendidas o en modos de espera prolongados. En hogares con televisores inteligentes, en muchos casos es posible prescindir del decodificador tradicional y reducir así el número de equipos enchufados.

Para incorporar el hábito de desenchufar, los especialistas sugieren priorizar los aparatos de uso esporádico y organizar enchufes accesibles. Los protectores contra sobretensiones y las regletas inteligentes permiten cortar la energía de varios dispositivos a la vez y monitorear cuánto consume cada uno, siempre evitando conectar calefactores a estos sistemas.

A eso se suma la activación de modos de ahorro en consolas, computadoras y televisores, la reducción del tiempo antes de entrar en suspensión y la desactivación de funciones como el “encendido rápido”. Finalmente, revisar cargadores genéricos, optar por modelos eficientes y, cuando sea posible, renovar electrodomésticos antiguos por equipos con certificaciones de bajo consumo se vuelve una inversión que, con el tiempo, se nota en el bolsillo y en el uso más responsable de la energía en el hogar.