Un viaje por la historia naval en el corazón de Barcelona y algo más
Desde galeones y maquetas hasta exposiciones interactivas, el Museo Marítimo de Barcelona ofrece un recorrido único por siglos de historia naval.

Rafael Monleón, "La nueva Teresa cubana",
Gentileza.Tras la narración del domingo pasado, del naufragio de “La Medusa” inmortalizado por Gericault, toca hoy una visita reivindicatoria al Museo Marítimo de Barcelona que rescata los goces de la navegación. Ubicado al final de Las Ramblas, en las antiguas Drassanes Reails, justo donde la ciudad se encuentra con la historia portuaria, el Museo Marítimo de Barcelona sorprende antes de entrar.
Su sede, las Atarazanas Reales, es un complejo gótico que data del siglo XIII, testigo de centenares de años de construcción naval y poderío marítimo de la Corona de Aragón. Al cruzar el umbral, las altas bóvedas de piedra, las amplias naves del edificio y la tenue iluminación crean un ambiente casi ceremonial. El museo se despliega con claridad: una línea del tiempo que guía al visitante desde la navegación de los pueblos antiguos hasta la era moderna, pasando por el esplendor mediterráneo de los siglos XV al XVIII.
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El museo ofrece exposiciones permanentes
Uno de los mayores atractivos del museo es, sin duda, la réplica a escala uno en uno de la galera real de Juan de Austria, protagonista en la Batalla de Lepanto en 1571. Con sus casi 60 metros de eslora, sus detalles minuciosos y su imponente figura, esta reconstrucción es mucho más que una maqueta: es un símbolo del poder naval de una época. Verla desde abajo —en el nivel inferior del museo— da la sensación de estar en un dique seco junto a un coloso marino.
Se puede pasear a su alrededor, observar sus cañones, su timón, los remos y el espacio destinado a los remeros, generalmente esclavos o prisioneros. Más allá de la galera, el museo ofrece exposiciones permanentes que recorren diferentes aspectos de la navegación.
Desde los primeros instrumentos náuticos hasta modernos sistemas de navegación por satélite, se presenta una evolución tecnológica apasionante. Hay astrolabios, sextantes, cartas náuticas bellamente ilustradas y maquetas de naves que cruzaron los océanos. La sección dedicada al comercio marítimo es especialmente interesante, ya que muestra cómo el mar fue el motor económico que convirtió a Barcelona en una ciudad próspera.
Barcelona, una ciudad próspera
También se ilustra la vida a bordo de los marineros: sus raciones de comida, su ropa, las supersticiones, los castigos. Una vitrina muestra los diarios de bitácora de varios capitanes, y en una sala se reproducen los sonidos de un puerto antiguo: el grito de los estibadores, el chirriar de las poleas, el viento en las velas. No ofrece en cambio el museo pintura marinista que si encontramos en la cercana el museo Cau Ferrat de la cercana localidad de Sitges.
Museo Cau Ferrat Instalado en la que fuera la casa-taller del artista modernista Santiago Rusiñol, el Cau Ferrat es un museo único que combina pintura, escultura y objetos decorativos absolutamente recomendable. Frente al mar y con una atmósfera bohemia, alberga obras de Rusiñol, El Greco y Picasso. Hay también interesantes marinas alguna de las cuales reproducimos para completar el goce que el arte también aporta.
* Carlos María Pinasco es consultor de arte.