Un informe revela los cambios de expectativas cuando llega la edad de jubilarse
En una sociedad que muestra un envejecimiento poblacional, la llegada del tiempo de jubilación genera distintas sensaciones, pero esta percepción va cambiando con el tiempo.
Casi la mitad de los encuestados considera que mejoró la calidad de vida entre las personas de mayor edad
CanvaUn nuevo informe del Centro de Investigaciones Sociales de UADE revela cómo perciben los argentinos la etapa de la vejez y cuáles son las expectativas de cara a la jubilación.
La investigación, realizada en julio de 2025 sobre 1028 casos en todo el país, evidencia una mirada cada vez más dinámica de esta etapa de la vida, aunque también expone tensiones vinculadas con el mercado laboral, la soledad y el impacto del envejecimiento poblacional.
Te Podría Interesar
Casi la mitad de los encuestados (45%) considera que hoy la vejez se vive de manera más plena y activa que en generaciones anteriores, frente a un 36% que la asocia con mayores dificultades y un 14% que la percibe similar a la de sus padres o abuelos.
La visión optimista se acentúa en mujeres, personas de 65 años y más, sectores de ingresos altos y con educación superior. En cambio, los jóvenes de entre 16 y 29 años tienden a verla como una etapa marcada por pérdidas, lo que revela diferencias generacionales y de acceso a recursos.
Las expectativas para la edad jubilatoria también marcan un cambio cultural. Siete de cada diez personas proyectan seguir trabajando - ya sea de manera parcial (44%) o a tiempo completo (27%) -, mientras que solo un 26% planea retirarse por completo.
El trabajo aparece no solo como necesidad económica sino también como un motor de propósito personal, especialmente entre los mayores de 50 y los sectores de nivel socioeconómico alto.
El horizonte de los adultos mayores no se limita al empleo. Viajar y disfrutar del tiempo libre (58%), realizar actividad física (38%) y mudarse a un entorno más natural y tranquilo (30%) figuran entre las aspiraciones destacadas. En contraste, solo dos de cada diez mencionan el cuidado de nietos u otros familiares como un deseo para la jubilación, lo que muestra un corrimiento respecto de los roles tradicionales.
Al mismo tiempo, persisten preocupaciones ligadas al envejecimiento demográfico. Más de la mitad de los consultados (56%) teme su impacto sobre las jubilaciones y los sistemas de salud, inquietud que crece entre los mayores de 50 años y entre los hombres, pero que aparece más distante entre los jóvenes.
El estudio también revela tensiones en las representaciones sociales: mientras 8 de cada 10 argentinos creen que las personas mayores sufren más soledad que los jóvenes, la mitad considera que son percibidos con admiración. Reconocimiento y aislamiento conviven en el imaginario social, dibujando una vejez valorada simbólicamente, pero aún vulnerable en la integración cotidiana.
Uno de los principales nudos de preocupación es el mercado laboral. El 86% de los encuestados sostiene que las personas mayores enfrentan discriminación a la hora de buscar empleo. Esta percepción, extendida y persistente, puede desalentar la participación laboral de los mayores y reforzar la exclusión.
Sin embargo, la tecnología se presenta como un horizonte de esperanza: tres de cada cuatro personas consideran que puede mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, un consenso amplio que alimenta una visión positiva del envejecimiento activo y saludable.
En síntesis, los resultados muestran que la vejez en Argentina se concibe cada vez más como una etapa vital, con proyectos y deseos propios. No obstante, persisten desafíos ligados a la equidad laboral, la integración social y la sostenibilidad del sistema previsional, en un país que envejece a ritmo acelerado.
Las transformaciones en los patrones reproductivos configuran hoy el principal telón de fondo del envejecimiento poblacional: según otro estudio reciente del Centro de Investigaciones Sociales de UADE, la fecundidad promedio en Argentina pasó de 1,7 a 1,4 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo, y la natalidad registró una caída del 40% entre 2014 y 2023.
Estas tendencias se manifiestan de forma heterogénea (por ejemplo, CABA presenta un promedio de 0,9 hijos por mujer) y se traducen en proyecciones preocupantes para la base estudiantil y la estructura etaria - entre ellas, una caída estimada de la matrícula escolar y un envejecimiento creciente que situaría cerca del 20% a la población mayor de 60 años en las próximas décadas -.
Estas transformaciones tienen implicancias directas para las políticas públicas sobre envejecimiento: menos nacimientos y familias más pequeñas elevan la presión sobre sistemas de pensiones y salud, reducen la disponibilidad de cuidadores informales y obligan a repensar el rol de las instituciones educativas y laborales.
