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San Martín: fe, estrategia y la gesta que liberó a tres naciones

José de San Martín, el Padre de la Patria y católico, unió disciplina militar, convicción religiosa y visión política para liberar Argentina, Chile y Perú.

General José de San Martín.

General José de San Martín.

Archivo MDZ

José Francisco de San Martín no fue solo un genio militar. Su vida y obra estuvieron atravesadas por la fe y un sentido moral que impregnó cada campaña, desde su bautismo en Yapeyú hasta su retiro silencioso en Francia. Entre gestas, intrigas y decisiones estratégicas, dejó un legado que combina armas, ideas y creencias profundas.

Un niño de fe en Yapeyú

El 25 de febrero de 1778, en Yapeyú, en las Misiones Guaraníes, nació José Francisco, hijo del gobernador Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Ambos eran terciarios dominicos, devotos y activos en la vida religiosa, y aspiraban a morir con ese hábito. La disciplina, la oración y el compromiso moral se respiraban en el hogar.

El acta de bautismo se perdió durante el saqueo portugués de 1817, pero copias halladas en 1921 confirmaron que fue bautizado al día siguiente por el fraile Francisco de la Pera. Décadas después surgió una versión alternativa: que era hijo de Diego de Alvear y de una joven guaraní llamada Rosa Guarú. Nunca hubo pruebas concluyentes y, de existir, no cambiarían el peso de su obra.

San Martín fue criado en un hogar donde la fe y la disciplina eran tan esenciales como el pan de cada día.

SAN MARTIN
San Martín fue criado en un hogar donde la fe y la disciplina eran tan esenciales

San Martín fue criado en un hogar donde la fe y la disciplina eran tan esenciales

Cádiz, estudio y uniforme

A los seis años dejó el río y la selva para cruzar el Atlántico rumbo a Cádiz. Estudió en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga. Aprendió francés, inglés y latín, leía a los clásicos, tocaba la guitarra, jugaba al ajedrez y bailaba.

A los 11 años ingresó al Regimiento de Murcia. En la batalla de Bailén, en 1808, fue herido y asistido por una religiosa de la Caridad, quien le regaló un rosario hecho con madera del Huerto de los Olivos. Ese objeto lo acompañó siempre, colgado al cuello, incluso en las campañas más duras.

Momento de fe

Ese rosario, símbolo de protección y consuelo, fue uno de sus objetos más preciados. En 1820 lo entregó al coronel Olazábal, diciendo que era “uno de sus tesoros más queridos”.

El regreso a América

En 1811 renunció a su carrera militar en España. En Londres se unió a la Gran Reunión Americana junto a Alvear, Zapiola, Bello y Guido, inspirada por Francisco de Miranda. El 9 de marzo de 1812 llegó a Buenos Aires en la fragata George Canning.

El recibimiento fue tibio: solo Juan José Paso lo acogió con entusiasmo, mientras Bernardino Rivadavia lo miraba con recelo. A pesar de ello, fundó la Logia Lautaro y en octubre participó en la asonada que cambió el Primer Triunvirato. Su misión inmediata fue organizar un cuerpo de caballería para custodiar el Paraná: nacían los Granaderos a Caballo.

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En 1811 renunció a su carrera militar en España.

En 1811 renunció a su carrera militar en España.

San Lorenzo y el abrazo de Yatasto

El 3 de febrero de 1813, en el Combate de San Lorenzo, obtuvo una victoria decisiva en apenas quince minutos. Fue su único combate en suelo argentino, pero marcó su reputación.

Ese mismo año reemplazó a Belgrano en el Ejército del Norte. El encuentro de Yatasto no fue un mero trámite: fue el abrazo entre dos hombres que compartían principios. Belgrano confiaba en que San Martín salvaría la Patria; San Martín lo describió como “lo mejor que tenemos”.

Mendoza, El Plumerillo y el Código Militar

En 1814 fue nombrado gobernador de Cuyo. Desde el cuartel de El Plumerillo, organizó el Ejército de los Andes con el apoyo de toda la población. Redujo su sueldo y el de los funcionarios, confiscó bienes a realistas y recaudó fondos mediante bonos que prometían devolución “cuando las circunstancias lo permitieran”.

Su Código Militar era tajante: la tropa debía ser virtuosa y respetuosa. Después de la diana se rezaban las oraciones de la mañana; por la noche, el rosario. La misa dominical era obligatoria, incluso en campaña.

El Plumerillo no era solo un centro de entrenamiento: era también un lugar de vida religiosa. San Martín entendía la fe como parte de la disciplina militar.

La Virgen y el juramento

El 5 de enero de 1817, la Virgen del Carmen fue proclamada patrona del Ejército. La procesión recorrió las calles de Mendoza hasta la Iglesia Matriz. Allí, San Martín colocó su bastón de mando —de palisandro con puño de topacio— en la mano derecha de la imagen. Luego bendijeron la bandera confeccionada por Remedios de Escalada y las damas mendocinas, y las tropas juraron en silencio, con solemnidad, antes de emprender la campaña. La Virgen del Carmen fue para San Martín la protectora espiritual del Ejército de los Andes.

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La Virgen del Carmen fue para San Martín la protectora espiritual del Ejército de los Andes.

La Virgen del Carmen fue para San Martín la protectora espiritual del Ejército de los Andes.

El cruce de los Andes

Días después, comenzó la epopeya. Entre pasos helados, altura extrema y hambre, los soldados mantenían las oraciones diarias. Chacabuco y Maipú sellaron la independencia chilena. Tras un breve regreso a Mendoza por motivos de salud, San Martín envió a su esposa enferma y a su hija Mercedes a Buenos Aires. Luego volvió a Chile —esta vez en camilla— para iniciar la campaña al Perú.

Perú, Bolívar y el retiro

En 1821 proclamó la independencia peruana. Un año después se reunió con Simón Bolívar en Guayaquil. Lo que se dijo allí sigue siendo un misterio, pero su decisión fue retirarse para evitar divisiones y dejar que Bolívar continuara la lucha. Desencantado por las disputas internas, nunca regresó al Río de la Plata. Vivió en Boulogne-sur-Mer, Francia, junto al mar, llevando consigo los recuerdos y símbolos de su vida, incluido su rosario.

Murió el 17 de agosto de 1850. En 1880 sus restos fueron repatriados y descansan en la Catedral Metropolitana, bajo el amparo de la fe que lo acompañó desde el inicio.

Momento de fe

San Martín murió con su rosario a mano, fiel a la devoción que había guiado cada paso de su vida.

* Alberto Luján Musci, médico ginecólogo y obstetra. M.N. 47549 - M.P. 14382. Escritor.